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Enemistad manifiesta ...a la corrupción

Inmune a las presiones, los corruptos temen al juez del caso 'Palma'

ALICIA GUTIÉRREZ

Cuando Jaume Matas, exministro de Aznar, expresidente de Balears y exjefe de filas del PP en el archipiélago, avanzó el 25 de marzo de 2010 hacia la puerta trasera de los juzgados de Palma, la multitud le recibió con un grito: 'Lladre'. Ladrón. '¿Sabían ustedes lo que ocurría?', preguntó la periodista. La destinataria de la pregunta, una elegante cincuentona con el 'lladre' aún en los pulmones, respondió: 'Esto no es Manhattan. Y si te gastas 60.000 euros en metálico en una joyería, se entera el primo del de la tienda y al final nos enteramos todos'.

O sea, que en Palma, una ciudad con poco más de 400.0000 habitantes, no era un secreto que la mujer de Matas gastaba a ritmo de maharaní. Ni que ambos, procedentes de familias de clase media, habían comprado sin medios aparentes un lujoso palacete junto a la sede de la Sindicatura de Cuentas, el órgano encargado precisamente de vigilar la limpieza del gasto público.

Muchos temían que alguien le parase los pies, pero aguanta sin pestañear

Todos sabían eso y más. O lo intuían. Pero sólo un juez y unos fiscales se atrevieron a hacer añicos la norma no escrita de que mejor no meterse en líos con quienes mandan en la isla. Y Matas, desde luego, seguía manejando numerosos hilos del poder real cuando, en agosto de 2009, Castro mandó detener al exdirector general de Deportes, un medallista olímpico llamado Pepote Ballester con amigos igualmente poderosos. Uno de ellos, el yerno del rey, Iñaki Urdangarin. También sobre los negocios del duque susurraba entonces media España. Pero, de nuevo, sólo Castro se ha atrevido a abrir la caja de Pandora del Instituto Nóos. Y a hablar en voz alta con un auto que señala al aristócrata como artífice de un montaje destinado a 'apoderarse' de fondos públicos.

Titular del Juzgado número 3 de Palma desde 1991, el hombre que arrancó allí desarmando la trama de compra de votos en el caso Calviá ha demostrado ser inmune frente a las presiones. Y eso le ha convertido en ídolo de quienes, impotentes ante los desmanes, se barruntaban lo peor: que alguien terminaría por pararle los pies. No cabe descartarlo pero, de momento, el juez aguanta los embates sin pestañear. Y, encima, escribe autos inteligibles. El PP, que lleva año y medio intentando apartarle del caso Palma Arena, le acusa de 'enemistad manifiesta' hacia Matas. En realidad, sí siente enemistad manifiesta. Pero no hacia Matas. Sólo hacia la corrupción.

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