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Esperanza Aguirre abre la pugna por su sucesión real en Madrid

La cúpula del PP apuesta por apartar a Ignacio González y aupar a Lucía Figar al liderazgo conservador de la Comunidad

ANA PARDO DE VERA

La dimisión de la aún presidenta de la Comunidad de Madrid (CAM), Esperanza Aguirre, ha abierto en el PP regional una caja de los truenos, que, mientras ella siguiera al frente, estaba perfectamente sellada. Hasta ahora, las luchas internas entre los conservadores madrileños se sucedían por llegar a ser el cargo de máxima confianza de Aguirre, una batalla que había ganado en 2011 el que será presidente en funciones de la CAM, Ignacio González, y que hasta ahora ha ostentado la Vicepresidencia del Gobierno regional.

La paz de esta sucesión, sin embargo, no llega con González, un político que no aúna las simpatías de todos en el PP de Madrid ni, mucho menos, las de la cúpula nacional del partido: la calle Génova hace tiempo que barajaba la opción de Lucía Figar, consejera de Educación y Empleo de la CAM, como sustituta de Aguirre, según han confirmado ahora y en el pasado varios de sus moradores.

La clave estriba en las pocas simpatías que despierta González en la sede nacional, primero, por sus roces con la Justicia (ha estado inmerso en dos causas de presuntos espionaje y corrupción asociada a la trama Gürtel finalmente archivadas) y, sobre todo, porque en 2008 se unió a los movimientos del PP que se produjeron para empujar el relevo de Rajoy tras haber perdido por segunda vez las elecciones generales contra José Luis Rodríguez Zapatero.

El hoy sucesor de Aguirre, de hecho, es el único que permanece en un puesto de relevancia política frente a los entonces críticos Juan Costa, Gabriel Elorriaga o Gustavo de Arístegui. Un puesto que, en realidad, tiene gracias al blindaje que le brindó Aguirre, por la que en realidad apostaba González en lugar del presidente del Gobierno.

El vicepresidente regional es también secretario general del PP de Madrid, que preside Esperanza Aguirre. La todavía jefa del Ejecutivo de la CAM -hasta dentro de 15 días y entre los cuales se pueden proponer candidatos alternativos- fue elegida para el cargo por última vez en el 15 Congreso regional (28 y 29 de abril de 2012). De momento, nada apunta a que Aguirre vaya a obligar a la convocatoria de otro cónclave extraordinario para elegir un nuevo presidente del PP madrileño, pues ella misma confirmó ayer que seguirá en el partido, aunque en 'segunda fila'.

González se colocó como hombre de la máxima confianza de Aguirre cuando ésta sustituyó a Francisco Granados en la Secretaría General del PP. El ex consejero de Interior de la CAM fue obligado a irse del partido por la pérdida de confianza de la presidenta en él y así trascendió a la opinión pública.

El sustituto de Aguirre fue elogiado ayer por sus compañeros como profundo conocedor de la Administración regional y de los planes de la lideresa para la Comunidad, pero políticamente su encaje resulta más complicado a largo plazo. Lucía Figar (Madrid, 1975) tiene, sin embargo, todo lo que el PP de Rajoy quiere para un liderazgo tan importante como el del PP de Madrid y la Presidencia regional.

A pesar de su estrecha vinculación a Aguirre, la consejera de Educación y Empleo es una mujer de Génova en todos los sentidos, criada políticamente en las más altas esferas del partido desde los 23 años, cuando accedió de la mano de Alejandro Agag al equipo del entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, como asesora en el Departamento de Asuntos Institucionales de su Gabinete.

Posteriormente, fue jefa de Gabinete del secretario general del PP Europeo (Agag), del secretario de Estado de Organización Territorial (Gabriel Elorriaga) y pasó a la primera línea política de la mano del entonces ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana, que la nombró secretaria general de Asuntos Sociales con 28 años.

Con la derrota electoral del PP en 2004, Figar fue rescatada por Aguirre, que primero la integró en su Gabinete y posteriormente, la nombró consejera de Inmigración (2005), primero; de Educación (2007), después, y, por último, de Educación y Empleo (2011).

Figar, casada con el diputado y exdirector de Gabinete de Aznar, Carlos Aragonés, lleva una carrera meteórica pero no exenta de polémica, como la privatización ilegal del Colegio Miguel Ángel Blanco en El Álamo, que nunca llegó a funcionar y que derivó en sonadas protestas de profesores del municipio, o la contratación falseada de una asistenta filipina que vivía en Noruega y de la que informó Público.

Figar rellenó su solicitud de empleada doméstica pidiendo que su asistenta hablara tagalo (lengua de origen neomalayo o malayo-polinesio de Filipinas) para saltarse la lista de empleadas de hogar en busca de trabajo de la que disponía el Ministerio de Trabajo.

La Consejera de Educación y posible sucesora de Aguirre y -ahora- de González al frente del PP de Madrid es muy criticada por los partidarios de la enseñanza pública, que le acusan de querer terminar con ella mediante prácticas neoliberales, además, afines al movimiento católico Comunión y Liberación (CyL), cuyo fundador, Luigi Giussani (1922-2005), centraba todos sus objetivos en diseñar la educación de sus fieles ante todo.

No en vano, en el equipo de Figar está Javier Restán,  miembro de CyL (cielino), director general de Becas y Ayudas a la Educación y ex director general de Centros Educativos de la CAM. Restán es firme partidario de la subsidiaridad educativa, esto es, la iniciativa privada, en su caso, además, en manos de la autoridad católica.

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