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Esto no es el proceso

ERNESTO EKAIZER

Dos palabras se convirtieron ayer en el denominador común de la reacción general ante el anuncio de ETA: 'Es insuficiente'. La decisión de los terroristas, empero, es unilateral e independiente. Esto es: no forma parte de lo que Jaime Mayor Oreja llamó el pasado 23 de marzo la 'segunda parte' de la negociación entre el Gobierno de Zapatero y ETA.

Y, sin embargo, todas las fuerzas políticas, incluyendo el Gobierno, se han expresado ante el anuncio de que 'ETA hace saber que ya hace algunos meses tomó la decisión de no llevar adelante acciones armadas ofensivas' en el sentido de que no era lo que esperaban. Los hábitos del 'proceso de paz', que quedó sepultado bajo el atentado de la T-4 de Barajas, han dictado esta reacción, cuando, en realidad, lo que está pasando nada tiene que ver con ningún 'proceso' al estilo de lo que denunció Mayor Oreja en marzo.

Si es verdad que la banda adoptó esa decisión 'hace algunos meses', ello confirmaría la división de trabajo entre el aparato militar y la izquierda abertzale; a saber, que esta última, intuyendo, cuando no conociendo de forma directa, aquella decisión, durante el pasado marzo comenzó a trabajar en el escenario político (exigencia de abandono de las acciones armadas y apuesta por la vía democrática) con vistas a su futura legalización para las elecciones municipales.

El anuncio de ETA es el resultado de dos acciones convergentes. La primera es la asfixia a la que conduce una política antiterrorista coherente en todos los frentes; la segunda, que el marco autonómico, con su alternancia política, en este caso a favor de la gestión del Partido Socialista de Euskadi, lejos de ser 'un camino yermo', es una ruta fértil con la cual se pueden identificar una mayoría de los ciudadanos vascos y cuyo recorrido dista lejos de estar acabado.

Es difícil que ETA comprenda o siquiera reconozca que el abandono de la violencia, y la entrega de la armas como su expresión más genuina, forme parte de 'los mínimos democráticos necesarios para emprender el proceso democrático', según afirma, y que disfrace su anuncio como una demostración pedagógica de su 'flexibilidad'; esto es, uno de sus interminables movimientos tácticos. Pero cada uno, decía Balzac, sale de un asunto feo como puede.

Está bien que el presidente del Gobierno, que tantos y demasiados huevos puso en la cesta del 'proceso', se muestre ahora escéptico, lo mismo que el PP, y mantenga la guardia bien alta. Pero cabe recordar que esto no es el proceso. Lo que está haciendo la izquierda abertzale y lo que ha anunciado ETA es el resultado de su propia asfixia. Por tanto, aquello que hagan y digan es expresión de su comportamiento unilateral.

Y esa conducta está determinada por los éxitos de una estrategia política y policial coherente que sustituyó a aquella cuya voladura tuvo lugar en la Navidad de 2006. Zapatero creyó encontrarse en el meridiano de su primera legislatura con el dividendo soñado de la paz con ETA y prácticamente en el meridiano de su segundo mandato, estigmatizado por la depresión económica, el presidente podría hallarse, si no vuelve a equivocarse, ante el dividendo de la derrota de la banda terrorista.

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