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El etarra Narváez Goñi admite haber comprado el coche que intentó volar la casa-cuartel de Torremolinos

El acusado no ha querido detallar quién en concreto le dio la orden ni quién recogió el coche. "Yo prefiero hablar de lo que corresponde a mi persona".

Ha sido juzgado por delitos que suman 109 años de cárcel.-EFE

EUROPA PRESS

MADRID.- El etarra Juan Jesús Narváez Goñi, alias 'Pajas', ha admitido haber comprado el coche con el que la organización terrorista intentó volar la casa-cuartel de Torremolinos (Málaga) el 16 de abril de 1991 aunque ha asegurado que pensó que iba a ser utilizado para que los miembros de la organización pudieran "moverse".

Narváez Goñi, que ha sido juzgado este miércoles por la Audiencia Nacional por delitos que suman 109 años de cárcel, ha defendido que no tiene "ninguna relación" con este atentado y que no participó en la colocación del coche-bomba, por la que fue condenado su compañero José Luis Urrusolo Sistiaga.

El etarra, sin embargo, ha reconocido la existencia de una nota manuscrita que le entregó el antiguo propietario del vehículo en el que se colocó la bomba, un Renault 5 de color rojo matriculado en Málaga. "Eso es cierto. Andaba en aquella época en aquella zona y recibí la orden de comprar un coche que fuese legal", ha señalado.

Tras concretar que el encargó se lo realizó la organización terrorista, el acusado no ha querido detallar quién en concreto le dio esta orden ni quién recogió el coche. "Yo prefiero hablar de lo que corresponde a mi persona", ha esgrimido en dos ocasiones.

De igual modo, ha defendido que no sabía que el coche iba a ser utilizado para poner una bomba porque pensó que la banda lo quería utilizar como "medio de transporte". "Pensé que sería para moverse algún compañero de un lado a otro porque lo adquirí de forma legal", ha apuntado.

Urrusolo dice que actuó solo

Las explicaciones de Narváez Goñi han sido respaldadas por Urrusolo Sistiaga, que ha comparecido en el juicio como testigo. Ha dicho que recogió el coche cerca de la plaza de toros y que él solo montó la bomba y lo colocó frente al cuartel de la Guardia Civil listo para estallar.

La explosión, que causó heridas a cuatro personas, fue "enorme" y se produjo cuando a escasos metros de las dependencias del instituto armado se encontraba ensayando una coral infantil, según ha relatado uno de los agentes de la Guardia Civil que dormía cuando se produjo el atentado.

El teniente fiscal de la Audiencia Nacional, Jesús Alonso, ha pedido a la Sección Primera de la Sala de lo Penal que condene a Narváez Goñi por cuatro delitos de asesinato frustrado, uno de estragos terroristas y otro de falsificación de placas de matrícula.

Según la Fiscalía, los dos etarras atentaron contra la casa-cuartel de la Guardia Civil, situada en la zona de El Calvario, con la "manifiesta intención de causar la muerte del mayor número posible de guardias que lo ocupaban y sups familiares".

El acusado adquirió un vehículo, de marca Renault, y siguiendo las "anotaciones y el croquis" realizado previamente por Urrusolo Sistiaga, lo estacionó en la intersección de las calles Periodista Antonio Sáenz con Río Trueba, que da a dos fachadas del edificio del instituto armado.

Coche con 40 kilos de amonal

El turismo, cargado con 40 kilos de amonal, explotó a las 22.35 horas del 16 de abril de 1991, produciendo lesiones a cuatro personas y causando daños en los edificios y automóviles próximos valorados en 324.510 euros.

En 1992, tras la desarticulación del 'comando Barcelona' de ETA, con la detención de Fernando Díez Torre, se encontró la tarjeta de Inspección Técnica y permiso de circulación del vehículo utilizado en el atentado y un DNI a nombre de Juan Manuel Gordillo con la fotografía de Urrusolo Sistiaga. También se intervino el croquis en la furgoneta que éste ocupaba.

Juan Jesús Narváez Goñi y su pareja, Itziar Alberdi Uranga, permanecieron durante 22 años fugados de la Justicia hasta que fueron descubiertos en febrero de 2014 en la localidad mexicana de Puerto Vallarta, donde vivían con sus dos hijos y trabajaban, respectivamente, como masajista y profesora de yoga.

Narváez Goñi fue condenado en marzo pasado a 60 años de cárcel por el asesinato de dos policías en Barcelona en diciembre de 1991. Él y Urrusolo Sistiaga dispararon 20 tiros a bocajarro a los agentes cuando se encontraban en una tienda de aparatos electrónicos.

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