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El exjefe de la Casa Real nunca preguntó por el tratamiento fiscal de su 'tarjeta black'

Spottorno no supo durante un año que tenía pin para retirar efectivo. Amat, mano derecha de Blesa, confía en que le devuelvan los casi 430.000 euros que ha depositado de forma preventiva. Y la jefa de la auditoría de Caja Madrid no controlaba las black: “No soy experta en contabilidad”

Afectados por las preferentes de Bankia protestan cerca de la Audiencia Nacional ante las declaraciones de exdirectivos por el uso de tarjetas black.

JULIA PÉREZ

MADRID.- El último jefe de la casa real de Juan Carlos I, Rafael Spottorno tardó un año en conseguir el pin para obtener dinero en efectivo con su tarjeta black de Caja Madrid. Hasta que no le reveló esta posibilidad un consejero, no sabía que podía sacar dinero con esa tarjeta. El siempre intentaba gastar el límite. En total, cargó 229.000 euros a la entidad rescatada a base de viajes, sastrería de lujo, muebles, electrodomésticos… Nadie le pedía recibos y él llevaba “una contabilidad más o menos casera”, según ha reconocido en la Audiencia Nacional.

Como la mayoría de los imputados, Spottorno, presidente de la Fundación Caja Madrid –entre 2002 y 2011- ha sostenido ante el juez que creía que la famosa tarjeta opaca al fisco era un complemento a su salario. Pero nunca habló con nadie de su tratamiento fiscal; nunca lo preguntó.

Así lo ha reconocido ante el juez central de instrucción 4, Fernando Andreu, que investiga el gastos de 15,5 millones de euros por medio de tarjetas opacas al fisco por parte de los exconsejeros de Caja Madrid y Bankia hasta la llegada del nuevo equipo.

La mano derecha de Miguel Blesa en la entidad, Matías Amat, ha consignado los 431.000 euros que gastó con la tarjeta black, con el fin de hacer frente a posibles responsabilidades. Pero ante el juez Andreu ha confesado una aspiración. “confío en que me devuelvan el dinero”.

El depósito lo ha hecho ante el juzgado, porque el actual equipo gestor rechazó el ingreso que quiso hacer a favor de Caja Madrid, no así a favor de Bankia donde ingresó la parte que corresponde de gasto de esta entidad en el verano de 2014 cuando se lo reclamaron.

Amat está convencido que obraron bien. El confiaba en que su gasto figurara en sus retenciones fiscales, porque el equipo fiscal de Caja Madrid era “de primerísima”.

Su tarjeta tuvo un límite inicial de 40.000 euros –en 1999-, y luego creció hasta los 60.000 euros, según decidía el propio Blesa. Amat tenía otra tarjeta para gastos de representación, como los demás directivos, donde ahí sí que tenía que justificar con recibos.

El juez le ha preguntado que, si era una retribución fija, porque no se ingresaba en su cuenta en lugar de hacerlo a través de una tarjeta. “No lo se ni lo pregunté”, ha respondido.

“Yo sólo me ocupaba de las grandes magnitudes”. Así ha respondido la jefa de Auditoría Interna de la entidad en la etapa de Blesa, Carmen Contreras, a la pregunta de si conocía que las tarjetas black eran opacas al fisco y que se habían gastado 15,5 millones de euros con ellas.

Era Blesa quien lo comentaba directamente a cada directivo. Cada año. En el caso de Contreras, el límite de su tarjeta fue primero de 28.000 euros, luego de 36.000 y, por último, de 45.000 euros.
El juez Fernando Andreu ha sido especialmente duro con Contreras, la responsable de Auditoría Interna al preguntarle cómo se contabilizaban las tarjetas. “No lo se”, ha sido su respuesta

Juez Andreu: “¿No era una obligación de la Auditoria Interna?

Carmen Contreras: En Auditoría Interna éramos más de cien personas y yo sólo me ocupaba de las grandes magnitudes”.

En el año 1999 una circular de Caja Madrid introdujo el gasto de tarjetas de sus directivos en la cuenta de quebrantos. Esto es, en las pérdidas de la entidad que nunca se recuperan. Es la famosa circular 50/99.

El juez Andreu ha preguntado a la auditora por la razón de esta contabilización irregular. Ella ha respondido que desconocía de su existencia. ¿Nadie de Auditoría lo detectó?”, ha preguntado Andreu. “No surgió”, ha respondido Contreras. Ella no tiene “ninguna explicación al respecto”.

Y, ahora que ya lo conoce, el juez le ha preguntado si fue correcto meter el gasto de las tarjetas en los quebrantos de la entidad rescatada. La respuesta de la jefa de Auditoría Interna ha sido así de tajante: “Yo no soy experta en contabilidad y no le puedo indicar”.

Le dolía el despido, cuando era de la cantera

Tampoco sabía de la existencia de esta circular Ramón Martínez Vilches, director entonces de Riesgos y miembro del departamento de Auditoría. Eso sí, sostiene que no tenía que declarar estos ingresos: “Blesa me dijo que todo corría por cuenta de Caja Madrid”.

Perlas de la jefa de Auditoría Interna de Caja Madrid sobre tarjetas black:"No sé de contabilidad";"me ocupo de las grandes cifras”

Le dolía. A Ramón Martínez Vilches le dolía ser cesado por medio de un despido improcedente, como proponía Recursos Humanos en 2010. Le parecía “inaceptable” salir despedido, cuando “siempre he sido de la cantera”.

Esta es la explicación que ha dado de un correo que obra en la causa donde proponía quedarse un año más con la tarjeta black para cobrarse una indemnización y evitar un improcedente. Al final se adhirió al ERE de enero 2011 de Caja Madrid.

Su discusión ha sido tensa y larga con el juez Andreu, según fuentes jurídicas. Porque Martínez Vilches ha reconocido que llevaba un cómputo de todas sus nóminas. “Entonces se daría cuenta de que faltaba por incluir la tarjeta”, ha terciado Andreu. No, el sólo comprobaba las nóminas con el certificado de retención fiscal; “no podía hacer más”, ha explicado al juez.

“¿Como que no podía hacer más?”, le ha preguntado Andreu, según las mismas fuentes. Podía haber pedido que le rectificaran el certificado de retenciones", ha agregado el magistrado. Tampoco sabía nada de la famosa circular que llevaba a los quebrantos los gastos de tarjeta de sus directivos.

Mariano Pérez Claver, ex consejero delegado de la corporación industrial de la entidad y expresidente de Sos Cuétara se llevó una millonaria indemnización al dejar la entidad junto a un coche Mercedes de alta gama descapotable.

Pérez Claver escribió un correo en 2009 en el que pidió –y consiguió- que las mejoras de su vehículo de empresa fueran cargadas a la tarjeta black. En el juzgado ha declarado que no veía problema alguno a su solicitud, ya que el plástico era parte de su retribución, a su juicio.

De ahí que, a pesar de estar en excedencia, siguió utilizando la tarjeta varios meses más “hasta agotar el saldo”.

El fiscal Luis Rodríguez Sol ha terciado para preguntar cómo era posible que dispusiera “de un complemento salarial sin trabajar para la empresa”. Martínez Vilches ha respondido que ignoraba la causa, pero “no era ilegal.”

Y como colofón, este alto ejecutivo ha asegurado que invirtió en acciones de Bankia, con motivo de su salida a bolsa. Y “tuve unas pérdidas que no voy a reclamar”.

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