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El Zurdo Fernando Márquez, el músico que quiso emparejar a Falange y HB

El Zurdo cayó en el ostracismo tras paladear el éxito con Paraíso y La Mode. Treinta años después, desencantado con la política, se lo juega todo a La Ruleta China.

Fernando Márquez, el Zurdo, músico de Kaka de Luxe, Paraíso, La Mode y La Ruleta China. / HENRIQUE MARIÑO


El diccionario biográfico de la movida madrileña comienza por la A de Alaska y termina por la Z del Zurdo. La condición postrera de Fernando Márquez (Madrid, 1957) encierra una metáfora que va más allá de lo literal. Pese a haber sido uno de los músicos más relevantes de la nueva ola, cayó en el ostracismo después de paladear la notoriedad que le proporcionó La Mode. No se subió al carro de los triunfadores ni ascendió a la categoría de mito que brinda la muerte temprana. Tampoco hizo negocio con los sucesivos revivals de los ochenta. Simplemente, la locomotora pasó a ser el vagón de cola, aunque él lo achaca al "veto" que sufrió durante su período azul.

Antes, el Zurdo había fundado a finales de los setenta Kaka de Luxe, un combo seminal cuyos miembros terminarían enrolándose en los exitosos Pegamoides, Fangoria o Radio Futura. Mientras, él facturaba fanzines underground en la "Chueca roja que antecedió a la Chueca rosa" y componía con Paraíso el himno generacional Para ti. Esta banda sería de vida efímera, como otras suyas, hasta el punto de que Pop Decó certificó su defunción nada más terminar su primer y caótico concierto, aderezado con el lanzamiento de casquería al público.

"A Eduardo Benavente le impactó un páncreas en la cara", recuerda Márquez, quien agarró el micrófono para emitir unas últimas palabras: "Esto es un desastre, el grupo queda disuelto". Curiosamente, lo recuperaría en 1986 junto a Teo Cardalda para publicar un disco con Nuevos Medios, la discográfica de La Mode, que se vio obligado a abandonar porque le fallaron los pulmones. Fue entonces cuando abrazó la causa falangista, que proyectó una sombra mediática que oscurecería su fertilidad artística: la crónica de lo vivido Música moderna (recientemente reeditada), el libro de entrevistas Vainica Doble, sus composiciones para Kiki D'akí... "Soy el Zelig de la movida".

Aunque simpatizó con la Alianza Popular de Vestrynge, el CDS de Suárez o el sucedáneo patrio del Partito Radicale de Panella, su vinculación con Falange Auténtica (con la que llegó a participar en un vídeo electoral que provocó "el récord de no votación a ese partido") lo convertiría, según él, en un apestado. A ojos de otros, en un excéntrico que pasa de recoger firmas contra la ilegalización de la Mesa de Herri Batasuna a plantear al "rollo azul" encuentros con los abertzales.

"¿No decís que sois antisistema?", le espetó a unos dirigentes falangistas antes de que la propuesta cayese en saco roto. Desencantado después de más de una década de bandazos ideológicos, en 1998 rompe con la política, descubre a José Bergamín ("un señor oscuro y tenebroso"), distribuye su revista jüngeriana El corazón del bosque, compone para la discográfica Siesta, edita cuatro canciones con Antonio Galvañ (Parade) y retoma su carrera en solitario.

"Es lógico que no me reconozcan si me han tenido bajo la alfombra", afirma Márquez, quien carga contra el felipismo mediático por haberlo ninguneado. "Sé que no soy una persona simpática, mas no admito el oportunismo ni el fariseísmo. Me da asco el culto a lo que yo llamo Cómo ser Cristo en quince días, esa gente que juega a santo o a mesías, pero de sopa de sobre".

Admira, en cambio, a artistas de culto y a músicos invisibles como Charlie Mysterio, que acaba de insuflar vida a los enigmáticos Los Caramelos, cuyo único disco hasta el flamante Esconde tus alas en la torre fantasma era un recopilatorio de 29 canciones. Lo publica Walden, que también podría editar al fin el disco de debut de La Ruleta China, donde el Zurdo es escoltado por Clara Collantes y el propio Charlie. "Este nuevo proyecto, superior a La Mode, es mi vida en sí", afirma Márquez, que alterna "canciones de amor" con dos cortes con mensaje, La cólera y Tiempos nuevos, tiempos salvajes. "El gran cantautor, que no cantamañanas, es Jorge Martínez de Ilegales, el auténtico testigo de su tiempo".

Atrás quedan los ochenta, que para Fernando no fueron noche ni loca. "Me posicioné a favor de las drogas aunque no las consumiese, porque considero que su ilegalización crea el encanto de lo prohibido. Salir me agota mucho, yo actúo por imperativo", confiesa, tímido, detrás de unas enormes gafas que siempre fueron oscuras y ahora dejan paso a la luz.

"De aquel tiempo rescataría a Décima Víctima, a un dúo que nadie conoce llamado WAQ y algunos trabajos de Radio Futura. Pegamoides me sigue pareciendo un gran grupo, al igual que Parálisis Permanente", enumera el Zurdo. "Y sobra mucha tontería, empezando por Almodóvar, un trepa absoluto, un vampiro, un oportunista que empieza copiando los cortos de Iván Zulueta", zanja el autor del blog Línea de sombra. "La película de la movida es Arrebato, no Laberintos ni Pepi".

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