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"Franco era un vago, no daba palo al agua"

El escritor Juan Eslava Galán publica 'De la alpargata al Seiscientos', una crónica emotiva, cruda y tratada con humor de la España de los años 50

CATALINA GUERRERO (EFE)

Francisco Franco era 'un vago, no daba palo al agua y se pasaba el día de cacería', según el escritor Juan Eslava Galán que documenta su afirmación en De la alpargata al Seiscientos, una crónica emotiva, cruda y tratada con humor de la España de los años 50.

Eslava Galán ha dado un tono humorístico a su última obra, editada por Planeta, porque 'de lo contrario se te cae el alma a los pies', explica el autor.

Aquella España, de la que Eslava Galán (Arjona, Jaén, 1948) sólo tiene recuerdos 'en blanco y negro', 'asusta', dice, es el país de las tres eses: 'sable, sotana y sindicato'.

Era una nación al borde de 'colapso', 'de la banca rota', pero a Franco, 'que sólo iba a lo suyo', le salvó, dice Eslava Galán, la 'santa trinidad' de 'las bases americanas', con una cesión de soberanía que fue 'una absoluta barbaridad' en plena Guerra Fría, 'las divisas de los inmigrantes' y la 'llegada del turismo'.

Fueron unos años marcados por el nacionalcatolicismo que rayaron el surrealismo, añade el autor de El catolicismo contado a las ovejas (2009), quien se felicita de que el pueblo se haya 'sacudido' esa ideología, cuyo 'germen' sigue observando 'en la Conferencia Episcopal'. 'Son los mismos', subraya. Pero todo, 'absolutamente todo', lo que cuenta en su última obra es 'cierto', incluso 'las anécdotas que parecen más descabelladas', asegura, y, lo corrobora con más de doscientas fotos y con constantes notas documentadas a pie de página.

Un minucioso repaso por aquella España negra que no tiene nada que envidiar en riqueza argumental y diversidad de personajes a La Colmena, de Camilo José Cela, quien, por cierto, también figura en De la alpargata al Seiscientos, en su faceta de aficionado 'a las putas', como 'toda su generación', le disculpa el autor.

Por las páginas del libro desfilan futbolistas como Di Stéfano o Gustavo Biosca, el amante de Lola Flores, quien en su última noche pactada de pasión se puso un lazo negro 'en señal de luto' en el pubis; toreros como Julio Aparicio o El Litri; artistas como Sara Montiel, Celia Gámez o Joselito; empresarios como Eduardo Barreiros; religiosos como Escrivá de Balaguer; o políticos de todos los bandos desde Carrero Blanco hasta Dolores Ibarruri o Carrillo.

Y la familia real, con Don Juan, El Desterrado de Estoril, conspirando contra el Caudillo o los jóvenes Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia en su primer encuentro en el yate Agamenón. Como contrapunto, los españoles de a pie, los que se buscan la vida como pueden, desde el poderoso industrial Chato Puertas que se llena los bolsillos a base de 'pelotazos' y gracias a sus contactos en las monterías ('¡En este país el que no caza no hace negocio!'), hasta los 'buscavidas' Pedrito el Piojo y el Burro Mojao, que logran comer con su negocio de vender lápidas de los cementerios para los veladores de las cafeterías y terrazas de Madrid.

Sin ocultar la parte 'sórdida', como el secuestro de un niño protestante por la Iglesia durante cuatro años para adoctrinarle en el catolicismo o la pederastia de algunos sacerdotes, Eslava Galán asegura que ha optado por 'la ternura' en su relato. Una ternura que es también, dice Eslava Galán, un homenaje a 'una generación abnegada, que se mató trabajando y que fue capaz de aplazar su bienestar a la generación siguiente, es decir, capaz de pasar miserias para darle a sus hijos lo que no habían tenido'.

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