Público
Público

Funeral por la gran caja andaluza

La debilidad de PP y PSOE, los localismos y los personalismos revientan un proyecto histórico

RAÚL BOCANEGRA

Hace pocos meses había en Andalucía cuatro cajas de ahorro, dos en el oriente, Unicaja y Caja Granada, y dos en el occidente, Cajasol y Cajasur. El Banco de España, en el punto álgido de la crisis, apremió a los cajeros a ganar tamaño y reducir así los riesgos de determinadas malas decisiones de inversión. El Gobierno andaluz se preparó para cumplir por fin con el objetivo de lustros, la unión de las cajas en una gran caja andaluza, potente, con capacidad de influencia y de financiar proyectos que ayudaran al despegue económico de la comunidad. El presidente, José Antonio Griñán, forjó (débiles) pactos con la oposición e instó a los cajeros a aliarse. Hoy, todo se ha ido por el retrete. Todo fracasó. La gran caja se ha desvanecido como una figura de arena y polvo arrasada por un huracán.

La decisión esta semana de Cajasol de aliarse con tres cajas foráneas ha dado la estocada definitiva a un proyecto ya herido de muerte tras el suicidio de la Iglesia, que entregó Cajasur al Banco de España, y este, tras una subasta, a la caja vasca BBK, que lo ha convertido en un banco. Previamente, Caja Granada se había descolgado integrándose con otras cajas de fuera de Andalucía. Unicaja, la más fuerte, que ha cortejado a todos, sigue por el momento en solitario. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué Andalucía no ha podido lograr lo que  sí ha obtenido Galicia?

Ni PSOE ni PP han querido, en ocasiones, ni podido, en la mayoría de casos, forjar con sus dirigentes locales las alianzas necesarias para crear la gran caja. El acuerdo entre José Antonio Griñán (PSOE), Javier Arenas (PP) y Diego Valderas (IU) para que Unicaja y Cajasol se hicieran con Cajasur tras la intervención del Banco de España fue de cara a la galería. El PSOE no pisaba terreno firme (ni Elena Salgado ni Miguel Ángel Fernández Ordóñez respondieron a sus ruegos y exigencias) y el PP no apostó en serio por el pacto.

PP y PSOE no han logrado que sus militantes piensen en clave andaluza

“Arenas ha jugado con dos barajas. Si hubiera salido bien, perfecto. Que salía mal, como finalmente sucedió, también bien. El desgaste era para el Gobierno [del PSOE]”, aseguró a Público un dirigente conservador. Se ha demostrado imposible para PSOE y PP lograr que sus militantes en cada provincia piensen en clave andaluza. Los localismos arruinaron una opción sólo viable con un pacto en serio de PSOE y PP, que jamás se produjo. Ni Manuel Chaves, con todo el poder que acumuló, logró acercar las cajas de Málaga y Sevilla, que se le rebelaron. “El único pacto que ha habido ahora ha sido en Granada y precisamente para lo contrario, salir de Andalucía”, se queja una fuente. Griñán, como Chaves antes, ha tropezado con las cajas y no sale bien parado de este escenario.

La crisis económica, con toda su fuerza, cogió a Cajasur y Cajasol en malas condiciones, fruto de sus errores, sobre todo en el sector del ladrillo. La primera, como consecuencia de una gestión desmedida de la Iglesia y el sacerdote Miguel Castillejo, los paga ahora caros (mil puestos de trabajo están en riesgo). La segunda, recién creada tras la fusión de El Monte y San Fernando, recibió un ultimátum del Banco de España. O arreglaba su situación antes de fin de año o el Banco de España arreglaba la caja. En esa situación, Antonio Pulido, presidente de Cajasol, que ocupó su sillón gracias a un pacto de CCOO con el PSOE, no miró a Unicaja, como se le había pedido. En los inicios de una carrera en el sector financiero y arropado por el PSOE de Sevilla, Pulido no quiso entrar en una alianza que dejaría la sede de la gran caja en Málaga y debilitaría el poder sevillano. “O era de igual a igual o no lo hacía”, afirmaron a Público fuentes cercanas al presidente de Cajasol.

La crisis cogió en malas condiciones a Cajasur y Cajasol, fruto de sus errores

Tras el fracaso en la presentación de una oferta conjunta de Unicaja y Cajasol por Cajasol y el paso de Cajasur a manos de la vasca BBK, la operación con la Unicaja de Braulio Medel, con mejores índices de solvencia, ni siquiera se intentó. Pulido miró sus opciones fuera de Andalucía, varias, y optó por un pacto (con Caja Navarra, Caja Burgos y Caja Canarias) que le permitiera mantener su poder. Hay quien asegura incluso que si la decisión hubiera sido unir Málaga y Sevilla, una vez perdida Cajasur, Caja Granada hubiera dado marcha atrás y se hubiera integrado en la alianza andaluza.

La nueva Ley de Cajas que impulsó el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero tras la intervención de Cajasur (rechazada de raíz por los sindicatos UGT y CCOO porque permite la bancarización de las cajas) abrió nuevos horizontes a los cajeros y supuso, por esta razón, un duro golpe a las aspiraciones de unión del Gobierno andaluz. Braulio Medel, veterano cajero, aunque anunció que evaluaría una fusión con Cajasol, se lanzó a explorar los caminos desbrozados por la norma.

Todos estos factores, unos atávicos (localismos y personalismos) y otros sobrevenidos (crisis y nueva ley), han transformado en pesadilla el dulce sueño histórico de una gran caja en Andalucía. Cada uno (PSOE, PP, Iglesia, Banco de España, Ministerio de Economía) ha puesto un clavo en el ataúd en el que se desvanece como arena y polvo la gran caja. “Es un desastre”, se entona ahora en el funeral.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias