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"Gases, porras, piedras, jaimas incendiadas... Todo destruido"

Antonio Velázquez es un cooperante mexicano

SUSANA HIDALGO

A las siete de la mañana, cuando aún no había salido el sol y todo el mundo dormía, llegaron los helicópteros, los mensajes por megafonía en árabe, la policía marroquí despertando a la gente con gran violencia, a empujones y golpes y tirando las jaimas. Con el susto aún en el cuerpo y sin poder recoger sus cosas, los desplazados empezaron a abandonar la zona con la ayuda del grupo de seguridad de saharauis que se había formado a propósito para el campamento.

Gases lacrimógenos, porras, piedras, jaimas incendiadas... Todo para controlar a una población formada principalmente por niños, ancianos, mujeres y discapacitados. La población del campamento es un reflejo de la población general saharaui: es decir, no hay apenas gente joven porque la mayoría ha emigrado. Todos los represaliados han sido los más débiles. Todo quedó quemado y destruido. No ha quedado ni una jaima en pie. Vi a muchos heridos pero no puedo confirmar que haya habido muertos.

Tras la violenta acción militar y policial, empezamos a desplazarnos hacia El Aaiún, a 15 kilómetros de distancia. Salimos andando y en los Land Rover; aún hay gente caminando en pleno desierto.

Mientras caminábamos, a lo lejos pudimos ver El Aaiún envuelto en humo. La ciudad tenía fumarolas. Luego nos hemos enterado de que los familiares de las personas que estaban en el campamento han salido a la calle a protestar. Está habiendo una Intifada, la ciudad está sitiada.

Ya el día anterior habíamos empezado a sospechar que algo iba a suceder cuando a las tres de la tarde cortaron las entradas al campamento. No dejaron salir a nadie, tampoco a las familias que iban a recoger a los niños a la escuela.

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