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Granados acusa a Prada y al círculo de Gallardón de mentir sobre los espías

El número tres de Aguirre culpa al ex consejero de dar credibilidad a los partes de seguimiento

JUANMA ROMERO

Ya sí que sí. La comisión de investigación del supuesto espionaje en Madrid ha muerto . No habrá ni más comparecencias, ni más danza de documentos, ni más preguntas incómodas al Gobierno de Esperanza Aguirre. Pero antes de echar el cierre ayer, el PP madrileño escenificó una despedida estelar: la comparecencia del titular de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad, Francisco Granados. Y allí el número tres de Aguirre, además de negar toda implicación en los espionajes, hizo estallar una bomba de relojería contra Alfredo Prada –ex consejero de la presidenta– y los colaboradores de Alberto Ruiz-Gallardón. Todos ellos, dijo el consejero, “mienten”.

Prada, desahuciado por Aguirre en junio de 2008 por haberse aproximado a Mariano Rajoy, pudo ser espiado en plena guerra interna del PP, según atestiguaban los partes de seguimiento que publicó El País en enero, y a los que el ex consejero concedió credibilidad, subrayando que coincidían “punto por punto” con su agenda pública y privada. Desde este domingo, El Mundo ha señalado que tales anotaciones son “erróneas o falsas”, toda una “prueba incontestable” para el PP y pista de aterrizaje ayer para Granados: “Ha quedado acreditado que cuando alguien ha dicho que su agenda coincide con los partes, ha mentido, y como ha mentido, lo pongo de manifiesto”.

Fue el segundo chaparrón sobre Prada en 48 horas. El lunes, la Consejería de Interior le acusó de haberse llevado dos ordenadores tras su cese.

Había otra espina para el PP de Madrid: Gallardón, siempre Gallardón. El 4 de marzo, cuando arrancó la comisión, un ex consejero socialista, Virgilio Cano, y otros tres cargos conservadores –los ex consejeros Carlos Mayor Oreja y Pedro Calvo, y el jefe de Seguridad Juan Carlos Durán, los tres de la era de Gallardón de presidente– negaron que el Gobierno autonómico tuviese poder para vigilar a personas o proteger a altos cargos.

Granados se desquitó: “Se ha dicho que habíamos construido una estructura parapolicial para hacer seguimientos, y que cómo nos excedíamos en las competencias. Ni nosotros hemos creado esa estructura –la creó [Joaquín] Leguina–, ni hemos impulsado su configuración actual –la hizo Gallardón–, ni hemos hecho funciones que no se hayan hecho antes. Es un hecho probado y si alguien ha dicho aquí que no lo hacía, habrá mentido”. “Yo nunca miento”, contrapuso.

Todo lo demás fueron durísimos reproches contra PSOE e IU. El clima se hizo irrespirable, con insultos de ida y vuelta. Granados acusó a la oposición de “mentir”. La oposición le llamó “mentiroso compulsivo”. Así hasta tres horas. El consejero quiso probar su inocencia con “15 documentos” (unos conocidos, otros no), intentando demostrar que las funciones del cuerpo de seguridad a su cargo son las mismas que antaño. Papeles que no entregó a PSOE e IU, pese a que lo prometió.

También desmintió que en su Consejería operen tres “estructuras paralelas”. Trabaja un solo equipo, relató, el del director general de Seguridad, Enrique Barón, y luego “dos personas sueltas”: el policía Marcos Peña, como asesor, y Sergio Gamón, como director del Área de Seguridad. “No tienen estructura ni presupuesto”, insistió el número tres de Aguirre. “Si tengo tres estructuras paralelas, entonces Zapatero tiene 600, porque tiene 600 asesores”. Al final, caricaturizó a Maru Menéndez, hoy portavoz del PSOE en la Cámara y ex dirigente de UGT: “Hay que ser poco habilidoso para no haber arrancado una sola contradicción –le azuzó–. Para este nivel, podría haberse quedado en el sindicato”.

Granados arrojó una última tea contra PSOE e IU. “Llevan dos meses de acoso y derribo contra el Gobierno. Han insidiado, han insultado mucho. Prefieren el lodazal, zambullirse en el barro. Es inaceptable”. Fue su frase de cierre. El colofón de la comisión de los espías. Ésa que murió ayer, tras cuatro sesiones y 11 comparecientes.

 


¿Qué queda por hacer ahora?

El PP se resistió a hacerlo oficial hasta que no pudo ocultar sus intenciones más. Ayer, con su mayoría absoluta, cerró la comisión. El “cuento de los espías”, dijo David Pérez, el portavoz conservador, ya había sido “investigado en profundidad”. PP, PSOE e IU discutirán el lunes su dictamen. El día 18, el pleno de la Asamblea aprobará las conclusiones del Grupo Popular.

¿Ha servido para aclarar algo?

Para el PP, sí. Esto dijo Pérez: “Se han esclarecido todos los hechos. No ha habido espionaje. Se han disipado todas las dudas. Las acusaciones son falsas e insostenibles”. PSOE e IU denuncian el “violento cierre” de la comisión. El PP, dicen, “tiene mucho que ocultar”.

¿Pudieron hablar los espiados?

No, el PP lo ha impedido. Como esgrimió ayer Pérez, el vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, o Prada, “saben que no han sido espiados”. Nadie les ha escuchado en la Asamblea, pese a que exigieron comparecer. El PP no se atrevió a citarles. Se deshizo del problema desacreditando a El País y agarrándose a El Mundo. Sí creyó el espionaje al vicepresidente, Ignacio González, que tampoco se ha explicado. Sólo acudieron los supuestos jefes de los espías, que negaron cualquier seguimiento.

¿Se percibieron contradicciones?

Sí, sobre todo las relativas a la estructura del área de seguridad de la Consejería. También el asalto al Campus de la Justicia en 2008 y la sustracción de ordenadores.

 

Menéndez: 'Hay espías, partes y chapuzas'

Maru Menéndez, la portavoz del PSOE, incidió en las “contradicciones” en que han incurrido los altos cargos del Gobierno, muestra del “lío monumental” en seguridad. Se quejó asimismo de cómo Aguirre ha frivolizado la invasión del despacho del que era número dos de Prada, Juan Carlos Fernández, en 2008. “No es raro que cuando cesa alguien desaparezcan ordenadores”, le espetó Granados. La portavoz concluyó: “Ha habido espionaje, existen los partes y hay chapuza”. Su compañero Adolfo Navarro denunció la actitud “neofascista, chula, prepotente y de matón” del consejero. Después, Menéndez criticó el “cierre en falso” de la comisión y el “atropello” del PP. 

Sabanés: 'Un atentado a la democracia'

La portavoz de IU encendió enseguida motores contra Granados: “Sigue bajo sospecha”. Inés Sabanés intuía que el consejero escurriría los temas incómodos: la estructura de su Consejería, la superación de las competencias de la Comunidad, los seguimientos a Cobo, Prada o el ex presidente de Telemadrid Álvaro Renedo, la credibilidad que Rajoy dio a los partes. “¿Eso es irrelevante?”, le insistió la portavoz. En la dúplica, acusó a Granados de querer “lavar” su imagen, de mentir, de ser “un peligro, un provocador y un manipulador”. Juzgó el “violento” fin de la comisión como “el mayor atentado a la democracia y a la dignidad de la Asamblea de Madrid”.

 

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