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Haciendo un traje a las ministras

Expertos en Género critican el recurso fácil de desautorizar a las mujeres con poder despreciando su feminidad

SUSANA HIDALGO

Las muñequitas de la moda de Zapatero', tildó la semana pasada a las ministras del Gobierno español el diario alemán conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung. '¡Socialistas fashionistas!', fue otra de las descalificaciones presentes en dicho artículo, tachado después por políticas del Ejecutivo como María Teresa Fernández de la Vega o Leire Pajín de 'ofensivo' e 'intolerable'.

El reportaje criticaba la forma de vestir de la mayoría de las ministras y se suma a otras polémicas del mismo estilo como cuando en 2004 la revista Vogue publicó un especial de las ministras del Gobierno recién elegidas o cuando Soraya Sáez de Santamaría salió en El Mundo en enero de 2009 vestida con un salto de cama. Otra que fue vapuleada fue la ministra de Defensa, Carme Chacón, cuando se puso un esmoquin para acudir también en 2009 a la celebración de la Pascua Militar.

Fermín Bouza: «Se ve normal que el hombre gaste para vestir»

Fermín Bouza, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, señala que en estas críticas está 'el machismo de fondo, siempre'. 'La mujer va a ser criticada por vestir, por gastar. En el hombre, en cambio, se considera normal', explica Bouza. 'El hombre se viste para estar en la vida social y el fin de la mujer no es la vida social. Por eso, cualquier exceso en el vestuario es criticable', agrega.

Para Ana Bujaldón, presidenta de la Federación de Mujeres Directivas y Empresarias (Fedepe) 'es un recurso fácil y superfluo acudir a algo tan fácil como criticar la apariencia' y las diseñadoras Elena Martín y Carola Morales, creadoras de la marca de moda Flamenco, creen que 'al hombre es menos fácil criticarle porque vistiendo es sota, caballo y rey'.

¿Por qué a la mujer con poder se la castiga, se la trata como frívola cuando apuesta por mostrar su feminidad? 'Las mujeres políticas están bajo la premisa de que hagan lo hagan lo van a hacer mal. Si se preocupan por su aspecto son castigadas, pero las que no se arreglan también lo son', afirma Asunción Bernárdez, coordinadora del máster en Estudios Feministas de la Universidad Complutense y autora del artículo Estrategias mediáticas de despolitización de las mujeres en la práctica política. Bernárdez pone el ejemplo de las numerosas críticas que ha recibido la socialista Leire Pajín por supuestamente no prestar especial atención a su aspecto físico.

Las políticas están bajo el tópico de que hagan lo que hagan lo harán mal

Laura Nuño, directora de la Cátedra de Género del Instituto de Derecho Público de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, critica el hecho de que el punto de atención esté 'en los trapitos de las ministras, cuando lo que habrá que valorar es su labor de Gobierno. Si te opera una cirujana, ¿hay que estar entonces pendiente del color de su esmalte o de que no le tiemble el pulso?'. 'Hablar de los trajes de Francisco Camps sí que es una labor periodística', señala.

Nuño coincide con Bernárdez en que la mujer 'siempre va a recibir una mayor sanción y se la va a mirar con lupa'. 'Además, las que están gobernando son condenables a priori por el mero hecho de ser mujeres, trabajadoras y de ese nivel', agrega Bouza.

Este sociólogo suma otro punto polémico al debate: 'Los ataques a las mujeres vienen de los hombres y de las propias mujeres. La mujer se tiene de enemiga a sí misma, es lo típico de los colectivos que han sido o son marginados'. Nuño matiza que esto puede ser debido a que 'el hombre tiene más autoridad que la mujer, por eso ellas critican a las políticas y se sienten cómodas haciéndolo porque las ven desempoderadas, no las perciben con autoridad'. Bernárdez, en cambio, no está de acuerdo con que ellas sean las más críticas y pone como ejemplo 'la solidaridad que existe entre las mujeres'.

Un caso aparte y analizado ampliamente por Bernárdez en su artículo es el de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. 'Está en el poder y el hecho de ser mujer, para Aguirre, es un argumento a no tener en cuenta', señala. 'Para la presidenta de la Comunidad de Madrid, las normas de género están presentes, pero sirven para bromear con ellas, como cuando declaró ante los periodistas: Cuando llevo zapatos planos, como hoy, no hago declaraciones'.

Bernárdez señala también a Ángela Merkel como un caso único: 'Es una mujer que gobierna pero que no coquetea en absoluto con los valores de la feminidad'.

Los expertos añaden otro ejemplo reciente de machismo político: las reacciones del presidente francés Sarkozy y también de Rodríguez Zapatero ante las críticas que realizó la comisaria de Justicia de la UE, Viviane Reding, por las deportaciones hechas de gitanos romaníes por el Ejecutivo galo. Sarkozy y Zapatero se quejaron por el tono enérgico empleado por Reding, a lo que ella contestó: 'Si protesta una mujer es una histérica, si lo hace un hombre, entonces hace una crítica'. 'El histerismo es una enfermedad que se atribuye siempre a las mujeres, a las que se supone que no tienen capacidad racional', analiza Nuño.

A pesar de que el feminismo ha logrado grandes avances, como concluye Bouza, 'aún tiene mucho camino social por recorrer'.

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