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La homofobia en Serbia aflora tras el violento Día del Orgullo

La UE muestra su preocupación por la 'falta elemental' de tolerancia en el país

ALEJANDRO TORRÚS

'Estamos tristes por lo que ocurrió ayer en Belgrado, pero por otro lado nos sentimos tremendamente felices, porque gracias a la policía los radicales no consiguieron cancelar nuestra marcha. Por primera vez, pudimos manifestarnos abiertamente'', estas palabras de Lazar Pavlovic, presidente de la Gay Straight Alliance, organizadora del primer Gay Parade en Serbia, resumen el sentimiento agridulce que siente estos días el colectivo homosexual del país.

Los enfrentamientos del domingo en el centro de Belgrado entre la policía serbia y los grupos radicales homófobos se saldaron con más de 157 heridos y 249 arrestados, de los cuales 151 permanecen en prisión (54 de ellos son menores de edad), según confirmó ayer la policía serbia.

151 personas siguen en prisión dos días después de los disturbios

La Unión Europea (UE) ha manifestado su preocupación por lo que considera 'una falta elemental' de tolerancia de los derechos de las minorías en Serbia y la 'ineficiencia' del Estado en la prevención de esta tendencia, según manifestó ayer Jelko Kacin, responsable de los informes de evaluación del Parlamento Europeo en Serbia. Kacin añadió que es un mensaje muy negativo con respecto a la intención del Gobierno del país de ser candidato a entrar en la UE.

La embajada estadounidense, por su parte, ha querido 'felicitar' a las fuerzas de seguridad por su 'profesionalidad' y 'entrega' a la hora de garantizar la integridad física de los asistentes a la marcha.

Vera Vojdovic, miembro del comité organizador del evento, considera que deben estar contentos porque han hecho 'historia', aunque los sucesos del domingo 'reflejan la verdadera situación de la comunidad gay en Belgrado'' y la 'cara real'' de individuos que dicen defender 'el corazón de la nación serbia''.

'Ser gay en Serbia es casi una tortura', manifiesta un activista

Ayer los organizadores de la Marcha del Orgullo continuaban bajo protección policial, aunque pudieron regresar a sus casas después de su reclusión en la embajada francesa.

'Ser gay en Serbia es casi una tortura. No deseo a nadie la sensación de no poder ser libre en su propio país. Es una especie de apartheid'', afirma Alekxandar Stojakovic, activista por los derechos de la comunidad gay.

'Todo comienza en la escuela: enseñan la homosexualidad como una desviación del ser humano', explica Vladimir Veljkovic, presidente de SPY, asociación dedicada a la atención psicosanitaria de la comunidad gay en Belgrado. En las calles, la situación no mejora. En el centro de la ciudad se pueden leer pintadas, firmadas por los protagonistas de los disturbios, que rezan eslóganes como: 'Matar al maricón', o: 'Maricones enfermos'.

Aunque el mayor problema proviene de la Iglesia ortodoxa serbia. Según cuenta Stojakovic, 'ellos nos estigmatizan, nos califican de enfermos y los radicales les siguen y utilizan la violencia contra nosotros'. 'Debemos seguir luchando por nuestros derechos, porque si no continuamos luchando, es como si hubiésemos perdido la batalla', concluye Pavlovic.

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