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"La Iglesia se debe adaptar a los tiempos"

Muchos de los peregrinos que llegaron ayer a Madrid discrepan del inmovilismo del papa

VANESSA PI

De todo hay en la viña del señor. Así, no todos los jóvenes que asisten estos días a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) siguen a pies juntillas las proclamas del papa Benedicto XVI, que llega el jueves a Madrid. Los peregrinos aseguran que el deseo de compartir su fe con gente de todo el mundo les une. Pero en cuestiones tabú para la Iglesia como disfrutar del sexo sin haber pasado por el altar, el aborto o el matrimonio homosexual, no todos aceptan las directrices de la actual cúpula de la Iglesia católica.

'La Iglesia de ahora no es la de hace 50 años. La sociedad ha cambiado y la Iglesia se debe adaptarse a los tiempos', aseguraba convencida Rosanne Buhagiar, maltesa de 22 años, tras aterrizar, ayer por la tarde, en la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas. A su lado, su amiga Ana María Bonnici, de 23 años, asentía.

'Ser católica no es ser cuadrada', defiende una joven mexicana

Rosanne y Ana María, miembros del grupo de 16 jóvenes de la agrupación Acción Católica de Malta que llegaron ayer a Madrid, expresaban así su posición frente a cuestiones como el sexo antes del matrimonio o el uso del preservativo, que Joseph Ratzinger sólo justifica 'en algunos casos'.

Tampoco Renata Arana, mexicana de 17 años, cree en la vida en blanco y negro. Para ella, hay matices. 'Ser católica no es ser cuadrada', asegura. A su lado, Alejandra Díaz, de su misma edad, explica que más allá de la fe, en cuestiones como el sexo prematrimonial, el aborto o la homosexualidad, 'influye la familia'. Ella considera que 'como cristiana, hay tiempo para el sexo'. Renata añade: 'Y si haces algo, con preservativo'. Alejandra asiente. Ambas viajaron a Madrid con un grupo de 13 personas de entre 15 y 23 años. Según la organización de la JMJ, que arranca hoy de forma oficial, 90.000 peregrinos de todo el mundo llegaron ayer al aeropuerto madrileño.

Unos 90.000 fieles llegaron ayer a Barajas para asistir a la JMJ

Otro de estos fieles, Gabriel Leiche, brasileño de 30 años, reconoce que no pasó por el altar para tener sexo. 'Admiro a los que lo consiguen, pero...', expresaba. Gabriel estaba ayer ante la puerta de llegadas del aeropuerto madrileño junto a cuatro compañeros. Trabajan en la televisión pública TV Alerj y preparan un documental sobre la JMJ para emitirlo en Brasil en 2013, cuando Río de Janeiro acoja el evento. Se presentan como católicos practicantes que estos días no sólo están en Madrid por trabajo. Aseguran que la fe les ha guiado. 'Vengo a compartir energía y confraternizar con el resto de peregrinos', defendía por su parte Fabricio Guedes, de 33 años. 'No todos los católicos pensamos igual. Yo creo que una mitad es conservadora y la otra mitad, abierta', sostenía Gabriel.

Dan Drover es de los que no piensan como Gabriel. Vecino de Idaho, al norte de Estados Unidos, llegó ayer a Madrid con su hija Courtney, de 16 años, y otros siete jóvenes. Él no cree en matices: 'Ser cristiano es ir en contra de la muerte y de lo antinatural'. Su postura es la que más se acerca a la de la cúpula eclesial. Está previsto que el papa arremeta, sin citarlas, contra leyes como la del matrimonio homosexual o la del aborto, que tan de cabeza han traído a los obispos españoles y a la derecha política en las dos últimas legislaturas.

Para Alessandro Severi, voluntario italiano de 27 años, se debe respetar la opinión de quienes no creen en Dios, pero considera que la manifestación convocada para mañana por varias agrupaciones laicas puede atentar 'contra el orden público'. Además, añade, 'generará gasto policial para garantizar la seguridad'. A unos metros de Alessandro, dos trabajadores del Samur Social de Madrid (servicio público que interviene en grandes emergencias, entre otros), permanecían en guardia, junto al mostrador de información de la JMJ.

Por otro lado, en el municipio granadino de Otura, 173 peregrinos italianos que viajaron a España para participar en la JMJ resultaron intoxicados el domingo al tomar alimentos en mal estado.

La Consejería de Salud de la Junta de Andalucía apuntó a una 'mala conservación' de la comida como causa de lo ocurrido. Habían ingerido bocadillos de atún que al parecer dejaron durante demasiado tiempo al sol, mientras se bañaban en una playa.

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