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Los indignados toman una vieja plaza de abastos en Sevilla

El colectivo pretende dar un uso social al mercado, de propiedad privada

 

O. CARBALLAR / F. ARTACHO

En el puesto de la charcutería hay ahora un cartel que pone 'Resistencia'. Donde vendían congelados y precocinados cuelga una pancarta que dice: 'La tortura no es cultura'. En el hueco de los mariscos y la pescadería se amontonan las bicis en un aparcamiento improvisado. Y junto a una báscula de techo, otro cartelito avisa: 'Huelga de consumo'.

Un grupo de indignados de Sevilla ha tomado el viejo Mercado de la Encarnación, de propiedad privada, ubicado junto a las Setas, símbolo del Movimiento 15-M en la capital andaluza, como protesta por los desahucios. 'Queremos que esta iniciativa, como las de Madrid y Barcelona el 15 de octubre, puedan servir para construir una alternativa (...) y mantener viva la llama de la indignación. Sevilla no se quedará atrás en esta nueva etapa', leyó Íñigo, a modo de comunicado, en un papel manuscrito.

Jóvenes y mayores participan en una asamblea dentro del edificio

El grupo lleva dentro de la vieja plaza de abastos desde el sábado por la noche, después de finalizar una manifestación por el derecho a la vivienda. 'Hemos estado limpiando, adecentando el lugar y distribuyendo todo: la comida, las mantas, los materiales que necesitamos, etc.', explicó uno de ellos.

'Por el derecho universal a una vivienda digna', reza una pancarta justo a la entrada. Abajo, a la izquierda, una flecha indica el camino hacia el 'Puesto de Esperanza'. La siguiente señal conduce a la 'Plaza del pueblo', donde ayer celebraron una asamblea sobre las seis y media de la tarde para decidir el uso social que se le dará al edificio. En el encuentro había indignados de Sevilla capital y de pueblos de los alrededores, jóvenes y mayores alguno incluso con la famosa camiseta de color verde de marchas a favor de la educación pública en Madrid, y también acudieron vecinos de la zona. Al cierre de esta edición, todavía no había finalizado.

'Sevilla, como Madrid o Barcelona, no quiere quedarse atrás', señalan

La idea del colectivo, que no pretende representar a todo el Movimiento 15-M, según explicaron ayer, es permanecer en el lugar como una forma simbólica de protesta. El antiguo mercado que ahora ocupan fue trasladado hace unos meses al Metropol Parasol, la estructura conocida como las Setas, diseñada por el arquitecto alemán Jürgen Mayer. El edificio, convertido en galería comercial, fue inaugurado el pasado marzo por el entonces alcalde socialista Alfredo Sánchez Monteseirín y costó al Ayuntamiento de Sevilla más de 90 millones, frente a los 51 que se calcularon inicialmente.

El grupo de indignados denuncia que la plaza de las Setas, donde se desarrolló la acampada y se celebran las asambleas de coordinación del 15-M, es ahora 'una propiedad privada, gestionada por la constructora Sacyr', lo que supone 'una vuelta de tuerca en la privatización de lo público que ya no sólo amenaza a las empresas municipales o estatales, a la sanidad o a la educación, sino que pretende también privatizar los lugares de encuentro y debate ciudadano'.

El objetivo de la ocupación, no es por tanto, que el edificio se convierta en un lugar para personas sin techo o indigentes sino como un lugar de encuentro y debate con un uso social. De hecho, según explicaron, los impulsores de algunas casas autogestionadas, como la Invisible de Málaga, han apoyado la iniciativa.

Ayer, sin embargo, momentos antes de la asamblea, una pareja lamentó esta decisión. Daniel, de 36 años, y Laura, de 34, aseguraron a Público que no tienen ni trabajo ni casa y hoy los echarán de la pensión que les ha pagado por unos días su familia. 'Este Gobierno no nos ha dejado nada, nos ha dejado tirados; yo no me apunto al PSOE ni al PP, pero si tampoco aquí me van a ayudar, ¿qué hago?', se preguntaba Daniel, que llevaba un pequeño rectángulo de cartón con el que pide por la calle: 'Pido para subsistir. Comer mi familia. No tenemos techo. Gracias por ayuda', se podía leer. La ocupación, de momento, es provisional.

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