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El IRA tardó siete años en entregar las armas en Irlanda del Norte

El proceso de paz arrancó en 1998 y el Gobierno británico no confirmó el desarme hasta 2008

GUILLERMO MALAINA

El anuncio del 'cese definitivo de la actividad armada' de ETA abre otro tiempo en Euskadi y presenta para el futuro nuevos retos, cuya consecución necesitará altas dosis de trabajo, confianza, generosidad y, sobre todo, tiempo. Es la pauta habitual cuando se trata de resolver las consecuencias de largos periodos de violencia, como el que se acaba de cerrar en Euskadi.

Ocurrió también en el conflicto irlandés, después de la firma el 10 de abril de 1998 del Acuerdo de Viernes Santo, que selló formalmente la paz entre los republicanos (defensores de la unificación de Irlanda) y los unionistas (partidarios de mantener la unión de Irlanda del Norte y Gran Bretaña). Evidentemente, hay grandes diferencias entre Irlanda y Euskadi, pero aquel conflicto pone de relieve de algún modo que cuestiones como el desarme, la disolución de una organización armada o la reconciliación pueden llevar mucho tiempo.

A priori, el proceso para la normalización política en Euskadi se antoja más sencillo que el que siguió en Irlanda a la firma del Acuerdo de Viernes Santo, que permitió crear un Gobierno autónomo compartido. Si en Euskadi ETA ha declarado el cese definitivo de la violencia sin concesiones políticas, en el conflicto irlandés el IRA tardó aún siete años en abandonar la lucha armada tras la firma de aquel acuerdo. En el comunicado que hizo público en 2005, informaba de la 'orden' dada a 'todas las unidades' para que se deshicieran de las armas y se autorizaba a un representante a 'trabajar con la Comisión Independiente Internacional de Desarme. Aún tuvieron que pasar tres años más para que, en septiembre de 2008, el Gobierno de Reino Unido considerase, definitivamente, desmantelado el IRA, aunque esta organización armada nunca ha anunciado como tal su disolución.

En el caso de ETA, según un comunicado del 1 de octubre, se conoce el 'compromiso' que asumió para 'colaborar con la Comisión Internacional de Verificación' para verificar el alto el fuego, declarado el 10 de enero. No obstante, ahora, una vez que ETA ha anunciado el 'cese definitivo de su actividad armada', se desconoce qué papel podría jugar más adelante, en un eventual proceso de desarme, la Comisión Internacional de Verificación. Su constitución no recibió el apoyo del Gobierno, aunque tampoco trabas.

La demora del desarme del IRA o la amenaza aún latente de sus escisiones [IRA de la Continuidad e IRA Auténtico] ha sido interpretado en Irlanda, especialmente por los unionistas, como uno de los factores que durante mucho tiempo dificultó la reconciliación, aún incompleta 13 años después del Acuerdo de Viernes Santo. Tuvo que pasar mucho tiempo para que los ciudadanos de la isla fueran testigos de gestos significativos del reconocimiento del dolor causado por cada una de las partes a sus víctimas.

El más relevante conocido hasta la fecha, por la implicación que tuvo para el propio Gobierno británico, lo protagonizó hace apenas un año el primer ministro, David Cameron. 12 años después de la firma del Acuerdo de Viernes Santo, se mostró 'profundamente consternado' por la intervención del Ejército británico en la matanza conocida como el Domingo Sangriento del 30 de enero de 1972, cuando 14 manifestantes murieron bajo sus disparos en Derry.

Dos días después de la comparecencia de Cameron, familias de las víctimas del Domingo Sangriento se reunieron con líderes de la Iglesia protestante en un gesto de reconciliación entre las dos comunidades. En Euskadi, el presidente del PSE, Jesús Eguiguren, suele decir que la reconciliación no será tan difícil como en Irlanda, porque la gente no vive separada por barrios: 'Aquí, en el quinto, vive uno del PP, enfrente uno de HB y en el cuarto uno del PSE'.

En cualquier caso, la política vasca necesitará su tiempo, como en Irlanda, para lograr la normalidad y que pueda darse un pacto como el que firmaron en 2007 el reverendo y entonces líder del Partido Unionista Democrático (DUP), Ian Paisley, y el número dos del Sinn Féin, Martin McGuinness, para constituir el nuevo Gobierno autónomo norirlandés. Hoy aún resulta difícil pensar en que algo parecido pueda tener lugar en Euskadi con un acuerdo para el Gobierno vasco entre Antonio Basagoiti y Rufi Etxeberria.

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