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¿Por qué irrumpe Amaiur y pierde tirón el PNV?

Antes de que los colegios electorales abrieran sus puertas en el País Vasco y Navarra, cabía esperar que el PNV iba a tener una merma en su casillero final de escaños, aunque las razones le son mayormente ajenas. La primera es que, después de tres legislaturas consecutivas sin tener apenas rivales en el ámbito abertzale para lograr una significativa representación en el Congreso y el Senado, esta vez sí tenía uno y de mucho peso: Amaiur.

La fuerte irrupción de la coalición, integrada por la izquierda abertzale, Aralar, EA y Alternatiba, representa en cierto modo una vuelta al reparto de la tarta abertzale de finales de los años 80 y principios de los 90, cuando HB competía también en las elecciones generales y EA tenía mucho peso tras su escisión del partido nacionalista. La segunda razón que explica el retroceso del PNV es que Amaiur ha logrado capitalizar el final de la violencia de ETA después del proceso culminado por la izquierda abertzale para apostar por las vías exclusivamente políticas.

Como ocurrió en las elecciones municipales y forales de mayo con Bildu, una parte importante del electorado no ha sido ajena tampoco ahora a este proceso. La tercera razón que cabe exponer para explicar la pérdida de protagonismo del PNV en Madrid en favor de Amaiur es que esta constituye la mayor alianza abertzale formada desde la Transición, con el efecto tractor que esto supone, máxime cuando la coalición es la gran novedad en la política vasca y llega a las urnas subida en la cresta de la ola impulsada por Bildu en los comicios de mayo. Así, la caída del PNV es atribuible más que a deméritos propios a factores ajenos y, sobre todo, consecuentes de la reordenación del mapa político en Euskadi y Navarra tras el final de la violencia de ETA.

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