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Líderes progresistas rechazan que la austeridad sea la salida a la crisis

Reivindican la primacía de la decisión política frente al criterio técnico y la inversión pública para crear empleo

GONZALO LÓPEZ ALBA

'Si la iniciativa privada no puede, invertirá el Estado para crear empleo'. El simple enunciado de esta fórmula, la que Lula da Silva aplicó en Brasil a comienzos del milenio con tanto éxito que menos de una década después su país se perfila ya como la quinta potencia económica el mundo, arrancó ayer la mayor ovación en la clausura de la III Conferencia sobre Progreso Global, organizada por Ideas, la fundación de pensamiento del PSOE. El recordatorio lo hizo en primera persona el expresidente brasileño, con la acotación previa de que el Fondo Monetario Internacional y 'los especialistas' de su país le aconsejaban que siguiera el camino del ajuste fiscal y el recorte de la inversión pública. 'Y yo dije: no', se solazó.

Pero, tras este pequeño esparcimiento personal, el mensaje de fondo de Lula, compartido en las conclusiones de la conferencia, fue la advertencia de que la austeridad mal entendida daña a la economía y la reivindicación de la política con mayúsculas, con una dosis no menor de crítica hacia quienes la están ejerciendo desde el puente de mando.

'Le pido a Dios que los líderes discutan un poquito de política y que en el G-20 de noviembre implementen las decisiones que ya tomamos en 2008, 2009 y 2010', rogó Lula a modo de conclusión final, previa reivindicación de que serán 'los políticos y no los técnicos' quienes nos saquen de la crisis, y con el acompañamiento de una severa reprimenda a los de su clase: 'Tenemos una generación política que surgió creyendo que los mercados lo resolverían todo'.

La defensa de que la política, 'si quiere, puede', junto a la denuncia de una 'obsesión por la austeridad que está frenando el crecimiento', y con él, la creación de empleo, constituyeron las principales conclusiones compartidas como puntos de apoyo para un relanzamiento de la socialdemocracia. Los cerca de 200 asistentes entre dirigentes, exlíderes, asesores y estrategas que han participado en la reunión acordaron una declaración de principios dirigida al G-20 para que, en la cumbre que celebrará en noviembre en Cannes (Francia), se apruebe una estrategia internacional de crecimiento directamente vinculada a la creación de 'empleos dignos', la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático.

Defiende el papel del Estado como redistribuidor y garante social

Entre quienes suscriben estas conclusiones figura el candidato electoral del PSOE, que protagonizó la clausura. Alfredo Pérez Rubalcaba se apuntó a la tesis de que la austeridad 'no choque con el crecimiento económico y, por tanto, con la creación de empleo'. Y, tras reivindicar las políticas socialdemócratas como el dique que ha servido de 'colchón social' para impedir que la crisis derivara en 'un drama humano', abogó por su 'actualización' [ver despiece].

Rubalcaba coincidió con los preopinantes en la necesidad de 'mejorar la imagen de la política', conseguir que los ciudadanos vean a los partidos 'como los instrumentos básicos para conseguir que la economía esté al servicio de los ciudadanos' y encontrar 'un discurso que dé respuesta a las preocupaciones de los más débiles, pero también de las clases medias'. En este marco, reivindicó un papel activo del Estado 'como garante de la protección social, de la redistribución, de la creación de empleo, de la respuesta a la degradación del medio ambiente y de la lucha contra la pobreza'.

Rubalcaba quiere respuestas para 'los más débiles y las clases medias'

A partir de la unanimidad en que los problemas globales no admiten soluciones nacionales, subrayó que Europa debe salir cuanto antes de su 'ensimismamiento', estableciendo los eurobonos para defenderse de los especuladores, creando una tasa a las transacciones financieras y agilizando la toma de decisiones.

La necesidad de que Europa coja el toro por los cuernos también fue resaltada por François Hollande, recibido como si ya hubiera conquistado el Elíseo, en lugar de haber ganado las elecciones primarias para ser el candidato socialista en Francia.

'Si Europa no supera esta crisis, se hundirá y será la vuelta de los nacionalismos. No sólo tenemos que resolver un problema financiero, sino también político', indicó el dirigente al que las encuestas sitúan como favorito para convertirse en el próximo presidente francés. Su programa lo resumió en cuatro puntos: restablecer la autoridad de la política frente a los mercados, afrontar una reforma fiscal que mejore la equidad además de los ingresos, volcarse con la educación y en evitar 'la ruptura' con los más jóvenes, y reducir la dependencia energética. 'Tenemos que demostrar que hay un futuro posible y diferente', enfatizó.

Aunque la nueva estrella del socialismo europeo robó a Lula, por cuestiones de agenda, el discurso de apertura de la última jornada de la conferencia, no pudo hacer lo mismo con el carisma del brasileño, para el que los organizadores idearon un turno de 'discurso de cierre'. Lula captó la atención del auditorio con preguntas tan sencillas como: '¿Cuánto hubiera costado resolver el problema de Grecia hace un par de años y cuánto va a costar ahora?'. Y también con reflexiones menos habituales por estos pagos: 'Es necesario hacer un estudio para saber cuánto costó construir la Unión Europea y cuánto va a costar destruirla, porque lo que hicieron después de la II Guerra Mundial es un Patrimonio Democrático de la Humanidad y no tenemos derecho a permitir que eso acabe'.

La tesis de la responsabilidad compartida también fue apuntada por John Podesta, presidente del Center for American Progress y exjefe de Gabinete de Bill Clinton en la Casa Blanca. Podesta opinó que la estrategia contra la crisis no se puede 'transferir directamente' de unos países a otros, pero sostuvo que sí se puede fijar una salida progresista que 'inspire' a todos. Y lo primero que llamó a combatir conjuntamente fue el intento de la derecha el Tea Party estadounidense, dijo él de capitalizar 'la desilusión de los votantes y su escepticismo sobre la capacidad del Gobierno'.

Lula, para quien el camino de salida es más comercio y menos proteccionismo, puso el broche con una consideración sobre los políticos: 'Un político que se precie no piensa en las próximas elecciones, sino en las próximas generaciones'. Como la cosa va por barrios, Rubalcaba, al que tocó hablar a continuación, no pudo reprimirse: '¡Qué más quisiera yo!'.

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