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Vivir en 13 metros cuadrados

Los minipisos que no cumplen las medidas legales de construcción, siguen a la venta en Madrid y otras ciudades

DANIEL AYLLÓN

'Aquí no se puede vivir. Es una locura”. Ricardo, un portugués de 24 años, sale alucinado del piso de 13 metros cuadrados que acaba de ver en la calle de Escalinata, en el centro de Madrid. Carmen, la comercial de la inmobiliaria, le ofrece su alquiler por 470 euros al mes a 400 metros de la Puerta del Sol.

Pero a los pocos minutos la mujer se justifica junto a la puerta de 1,60 metros de altura: “El único problema que tiene es el tamaño, pero el espacio está bien aprovechado. Eso sí, si tienes novia, olvídate porque discutiríais seguro”.

Este modelo de piso aúna a regañadientes la cocina, el salón y el dormitorio en una sola estancia y separa el aseo con un tabique. Pero su localización céntrica o sus bajos precios en la periferia están convirtiéndolos en un valor en alza.

La justificación se encuentra en la diferencia de los últimos años entre la subida del precio del alquiler y la del IPC, que en el último año ha sido del 4,4% frente al 2,2%, respectivamente, según el Instituto Nacional de Estadística.

Mínimos legales

En el mismo ático de la calle Escalinata, hay otros cinco pisos similares habitados a pesar de no cumplir con las medidas legales de construcción de la capital (un mínimo de 25 metros cuadrados). La Consejería de Vivienda explica que se hicieron antes del Plan General de Ordenación Urbana de Madrid de 1999 -la referencia actual-, por lo que se pueden seguir vendiendo como apartamentos.

Este criterio, explican en el Ministerio de Vivienda, depende de los ayuntamientos porque “cada uno tiene sus características particulares”. En algunas provincias como Granada, Madrid, Almería o Las Palmas, por ejemplo, hay cuevas habitadas por personas y “no tiene sentido aplicar la misma norma en estos municipios que en las ciudades grandes”, aseguran.N. V., arquitecta boliviana de 37 años, es una de las inquilinas de los pisos del ático.

Sus condiciones son las mismas que le exigían a Ricardo, pero se las ha ingeniado para ganar espacio con una cama plegable y poniendo pocos armarios. “He aprendido a comprar poca ropa. La que no uso, la regalo o la tiro porque aquí no hay sitio”.

Si quieres vivir en el centro, asegura, “merece la pena el esfuerzo”.Apenas a unos metros de su casa vive Manuel, un funcionario de 42 años que acaba de comprar una buhardilla de 17 metros cuadrados por 13 millones. En su caso, tiene que salir al pasillo común del edificio y caminar unos 15 metros para llegar al cuarto de baño, en un habitáculo aparte y cerrado con un candado. Para la ropa, cuenta, “tengo un perchero, pero mi idea es convertirlo en un armario porque no me caben todas las prendas”.

El portavoz de vivienda del Partido Socialista de la Comunidad de Madrid (PSM), Antonio Fernández Gordillo, dice que el problema de estos pisos no es que sean ilegales, sino que “son viviendas que no están preparadas para crear un hogar dentro”.

En un portal inmobiliario de la web había hace unos días anunciados 50 pisos de menos de 25 metros cuadrados, sólo en Madrid. Los precios de compra oscilaban entre los 55.000 euros, por uno de “15 metros cuadrados a reformar” en el extrarradio y los 240.000 euros, por uno de 21 metros en el elitista barrio de Salamanca.

En uno de ellos, de 18 metros cuadrados junto al mercado de Ventas, la dueña pide 60.000 euros “negociables”. Se trata de un local comercial, en el que no está permitido vivir, pero “los vecinos no ponen ningún impedimento”.

En la puerta, entre los trasteros de las casas del edificio, huele a moho. Dentro, la dueña avisa: “Calefacción no hay, pero si te acercas a esta tubería del techo, cogerás algo de calor. Si no, puedes ponerte una estufa. Con el tamaño que tiene el piso no tardará mucho en calentarse”.

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