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Un movimiento antigubernamental abiertamente extremista

ISABEL PIQUER

Las elecciones legislativas del próximo noviembre en Estados Unidos confirmarán si el Tea Party se consolida como un movimiento político legítimo, a la derecha de los republicanos, o se disgrega en sus propias contradicciones.

Lo que nació en la primavera de 2009 en una serie una manifestaciones contra la política económica de Barack Obama se ha convertido, con altibajos alimentados en parte por la crisis, en el fenómeno político que más desgaste ha supuesto para el Gobierno, aunque siga siendo un fenómeno minoritario.

Su línea ideológica se basa en un fundamento base, la no injerencia del Gobierno. Toma su nombre de la rebelión de los colonos estadounidenses contra el Reino Unido en Boston en 1773 y se dio a conocer en abril de 2009, día en el que los estadounidenses debían entregar su declaración de la renta, con una gran manifestación en la capital contra el 'big Government'. Parecía al principio un invento de Fox News, la cadena ultraconservadora de noticias del magnate australiano Rupert Murdoch, pero una nueva protesta en septiembre contra la reforma sanitaria consolidó su imagen.

En poco tiempo, el Tea Party, a veces en contra de los propios republicanos, ha conseguido situarse en buena posición en algunas carreras clave. Lo ha hecho gracias al apoyo genuino de sus seguidores, y también con el respaldo de organizaciones como la fundación Americans for Prosperity, de los hermanos multibillonarios y ultraconservadores David y Charles Koch.

La batalla más importante de las legislativas es la de Nevada, donde una ex congresista local desconocida, Sharron Angle, podría ganar al líder de la mayoría demócrata en el Senado y amigo personal de Obama, el veterano Harry Reid. De momento, están empatados en los sondeos, con una ligera ventaja para Angle, y nadie descarta que la candidata del Tea Party, que muchos en el Partido Republicano consideran demasiado extremista (quiere eliminar la Seguridad Social o la legislación medioambiental) pueda acabar con la carrera de Reid, después de 24 años en el Senado.

Pero no sólo es Nevada. En los últimos meses, el Tea Party ha conseguido abrirse una brecha en el campo conservador, consiguiendo sendas victorias en las primarias republicanas de Kentucky (Rond Paul), Delaware (Christine O'Donnell), Colorado (Ken Buck) y, gracias al apoyo de Sarah Palin, en Alaska (Joe Miller).

Pero el Tea Party también es un cajón de sastre donde caben O'Donnell, ridiculizada desde su ascensión a la fama por unas declaraciones hechas a MTV hace algo más de diez años en las que defendía la abstinencia y afirmaba que la masturbación equivalía al adulterio, y Carl Paladino, el candidato del Tea Party a gobernador de Nueva York que también pasó otro momento difícil cuando se supo que mandaba bromas sobre zoofilia a sus amigos (más concretamente, sobre señoras y caballos).

Las relaciones con los republicanos son cuanto menos complicadas. El partido reaccionó con ira por ejemplo con la victoria de O'Donnell. Pensaban que un candidato más moderado los ayudaría a ganar el escaño de senador dejado vacío por el vicepresidente Joe Biden y darles una oportunidad de conseguir la mayoría absoluta en el Senado, algo que parece ahora improbable.

Pero los republicanos quieren aprovechar la energía de los votantes del Tea Party, alimentada por la crisis y el paro (9,6%), y algunos de los candidatos del movimiento extremo esperan a su vez beneficiarse de la plataforma conservadora. De ahí que se haya producido un cierto acercamiento con algunos de los candidatos más sólidos, Rand Paul en Kentucky y Marco Rubio en Florida, que tienen buenas posibilidades de ser elegidos senadores.

El próximo día 23, Sarah Palin participará en Orlando en un 'mitin por la victoria' con Michael Steele, el controvertido presidente de los republicanos. Palin se ha convertido en la portavoz de los Tea Party. Su apoyo en algunas de las primarias conservadoras ha resultado crucial.

Los Tea Party también influyeron en la redacción de la plataforma electoral que los conservadores presentaron en septiembre. La Promesa a EEUU versión más actualizada del Contrato con América que lanzó en 1994 Newt Gingrich y dio una consistencia ideológica más conservadora al partido suma algunos elementos de la ideología extrema del Tea Party.

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