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El narco del reloj de 45.000 euros

La Guardia Civil desarticula una red de traficantes de cocaína cuyo jefe vivía a todo lujo en Marbella

ÓSCAR LÓPEZ-FONSECA

'¿Puedo dejar aquí el reloj?'. El pasado 21 de junio, el colombiano Guillermo C. mostraba ante los guardias civiles que lo acababan de detener un inusitado interés por dejar en el lujoso apartamento que ocupaba en Marbella (Málaga) el Cartier que lucía en su muñeca. No quería llevárselo a la cárcel, sino que lo guardara su compañera sentimental. Los agentes sospecharon de su insistencia y no le dejaron, y el presunto narcotraficante y la joya viajaron hasta las dependencias policiales. Cuando los expertos analizaron el reloj entendieron porque el presunto narcotraficante quería dejarlo a buen recaudo en su casa y no en manos del juez: su valor era, nada menos, que de 45.000 euros.

La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil detuvo la pasada semana en Málaga, Sevilla, Huelva y Madrid a los siete presuntos integrantes (tres españoles y cuatro colombianos) de una organización de narcotraficantes que importaba cocaína desde Perú a España oculta en contenedores y maquinaria pesada. Entre ellos estaba Guillermo C., alias Guille, al que las investigaciones apuntan como el supuesto jefe de la trama.

El jefe pagaba un alquiler de 5.000 euros al mes por un apartamento en Puerto Banús

De hecho, como tal se comportaba a la vista del elevado nivel de vida del que disfrutaba. Vivía en un apartamento de lujo situado en la mejor zona de Puerto Banús por el que pagaba 5.000 euros al mes de alquiler. Una vivienda en la que los agentes encontraron objetos tecnológicos de última generación, como varios televisores planos, numerosas joyas, sofisticados teléfonos móviles y los más avanzados equipos informáticos. Además, se acababa de comprar un automóvil Mercedes de gama alta y prácticamente todos los días acudía a comer y cenar a los mejores restaurantes de la zona.

No obstante, los seguimientos de la Guardia Civil a Guille también dejaron ver altibajos en su economía doméstica. En cierta ocasión, y después de que su organización tuviera que retrasar la introducción en España de un alijo de droga, tanto él como otros miembros de su organización se vieron en la necesidad de empeñar varias joyas y vender sus coches para disponer de dinero en efectivo. Sin embargo, cuando el negocio volvió a ir bien, todos volvieron a gastar a manos llenas. El Mercedes era, de hecho, su último capricho. Uno de sus lugartenientes había optado por adquirir un Porsche Cayanne. Ahora, ambos vehículos y el reloj de 45.000 euros forman parte de los efectos intervenidos por orden judicial

Las investigaciones que han permitido desmantelar la red de Guille se iniciaron en mayo de 2009, después de que agentes de la UCO analizaran la documentación intervenida a otra organización de narcotráfico. De este análisis, los guardias civiles detectaron la presencia de una banda asentada en la Costa del Sol y que era dirigida por ciudadanos colombianos. Su sistema para introducir la cocaína en España era traerla oculta en contenedores desde Perú junto a mercancía legal que importaban empresas españoles creadas por otros detenidos para servir de pantalla al envío.

A mediados de abril, los investigadores detectaron el desplazamiento a Perú de dos de estos falsos empresarios, residentes en Coria del Río (Sevilla) y Lepe (Hueva), cuya misión era supuestamente pactar la compra de una partida de estupefaciente y su posterior envío a España. Semanas después, quien viajó hasta el país sudamericano fue una mujer de la organización. Ella debía supervisar el envío de 64 kilos de cocaína oculto en el interior de un compresor de aire que debía llegar vía marítima en contenedor al puerto de Valencia. La mujer debía pagar el primer plazo de la droga al cártel peruano y permanecer en el país como garantía del pago del resto del dinero una vez que la droga estuviese en España.

Sin embargo, la cocaína no llegó a salir de Perú. La policía de este país detuvo a la mujer y se incautó del estupefaciente. A la vez, la Guardia Civil detenía en Sevilla, Madrid, Marbella y Huelva a los otros siete integrantes de la red. A Guille le cogieron, muy a su pesar, con el Cartier aún en la muñeca.

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