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"Si no debo nada, ¿por qué me cierran el grifo?"

Durante el boom inmobiliario los bancos concedieron créditos sin medir los riesgos. Se endeudaron tanto que ahora son ellos los que no pueden prestar. Las pymes son las principales perjudicadas

ANNA FLOTATS

Pilar C. Alonso ya no tiene miedo a las facturas. Lo que más le asusta ahora son las cartas como la que recibió el lunes pasado. 'Me encargaron este trabajo en julio y ahora, que estamos terminando noviembre, me dicen que me lo pagarán en mayo de 2012'. Eso quiere decir que parte de los cálculos que hizo esta empresaria de 46 años para mantener su pequeña editorial a flote pueden irse al garete. Su empresa es viable, pero los bancos no le prestan dinero para sobrevivir mientras sus clientes no le pagan. Cada partida de dinero que no llega a su hora puede convertirse en el último aliento para su negocio, cuyos clientes son, mayoritariamente, instituciones públicas que se retrasan en sus ingresos. Pilar aprendió a convivir con las demoras. A lo que no estaba acostumbrada es a que los bancos le negasen el crédito. Este es el drama de las pymes y una de las principales causas del parón económico: en los últimos cuatro años han cerrado 500.000 empresas.

La editorial de Pilar, cuyo nombre prefiere ocultar, estuvo a punto de entrar en este gran saco de empresas fallidas del que habla la CEOE. 'El año pasado pensé en cerrar recuerda, la facturación cayó un 70%, rehipotequé la nave donde almaceno los libros, tuve que despedir a ocho trabajadores y encima el banco me redujo la línea de crédito'. Los 100.000 euros anuales que su entidad financiera le había concedido en los últimos años se han quedado en 50.000. 'Y lo peor es que, dentro de seis meses, me quedo en 40.000 porque ya habré cobrado un encargo y podré reponer parte del dinero', cuenta.

'La facturación cayó un 70%, pensé que tenía que cerrar la empresa'

Ese 'trato', como dice Pilar, hubiera sido impensable años atrás. En 2008 su editorial tenía dos líneas de crédito con dos entidades financieras. Una de 100.000 euros anuales y otra de 30.000. 'Antes los bancos daban crédito sin mirar nada rememora Pilar, sólo te pedían un balance'. Era la época en que España crecía sin parar mientras hinchaba la burbuja inmobiliaria. Los bancos adquirieron mucha financiación exterior para poder prestar mucho y esa fiebre los endeudó hasta las cejas. Por eso ahora no pueden prestar y, si lo hacen, el interrrogatorio a los empresarios es mucho más exhaustivo que antes. 'Te piden una relación de trabajos realizados, un listado de clientes, un informe de lo que vas a facturar cuenta Pilar, incluso avales personales en lugar de patrimoniales'. Era lógico, por tanto, que con la pésima situación que atravesaba la editorial, el banco no le renovara la línea de crédito.

'El problema es que yo sé que mis clientes me van a pagar, pero no sé cuándo. Y Hacienda no te dice págame cuando tú cobres', bromea Pilar. Por ese motivo, porque la editorial tiene que pagar a sus proveedores mucho antes de cobrar a sus clientes, la empresa necesita disponer de crédito. Pero como los bancos han dejado de adelantar dinero a las pymes, los empresarios como Pilar no pueden comprar lo que les permite seguir haciendo negocio, a no ser que lo pongan de su bolsillo. Un ejemplo: Pilar va a una empresa papelera a adquirir material para su próximo encargo. Como el banco no le presta, Pilar tiene que pagar al contado. Es entonces cuando pide un crédito puente y cuando, superada por la situación, se plantea cerrar la empresa. 'Nunca he dejado a deber una sola factura, no entiendo por qué no me dan crédito', se indigna. 'A una empresa que paga impuestos, que paga sueldos, que no debe nada, ¿por qué le cierran el grifo?'.

En 2008, Pilar tenía dos líneas de crédito. Ahora, sólo una y reducida a la mitad

La editorial de Pilar está facturando 'a niveles de hace diez años', cuenta. Un par de instituciones públicas le deben dinero desde hace dos años, hay clientes que han pasado de reportarle 100.000 euros anuales a 7.000 y acaba de perder un concurso público para elaborar el catálogo de una aerolínea: los 8.000 euros que propuso no fueron la oferta más barata, aunque el año anterior ganó el mismo encargo, presupuestado con 11.000 euros.

Su próximo ingreso será el que reciba por la publicación del libro de una exposición de arte. Ha empezado a trabajar este mes de noviembre, facturará el encargo en febrero y lo cobrará en mayo. Esta vez, se ha ahorrado pagar el papel de su bolsillo. 'Nos hemos financiado con un proveedor al que los bancos todavía dan crédito y será él quien realice el encargo. Si no fuera por eso, no hubiéramos podido tirar adelante', cuenta Pilar. Aun así, la empresaria pone en duda los beneficios que sacará de este proyecto. 'En un año, este libro ha pasado de tener dos tomos a uno, ha reducido la tirada en un 70% y las grandes superficies pasaron de vender 200 ejemplares a escasos ocho', describe.

Aunque mantiene la esperanza de que su empresa remonte, Pilar es pesimista: 'La crisis está jugando con los jóvenes, porque los que trabajan están explotados, y a los mayores, nos está robando la ilusión'.

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