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"No quiero vivir del subsidio"

Andrés, Juana y Ramón describen cómo es su vida de sin techo

A.TORRÚS

Andrés tiene 49 años y se quedó en paro hace dos. Trabajaba de informático como freelance para una empresa de Barcelona, pero tras dos años de búsqueda infructuosa de empleo en Murcia, su ciudad de origen, hace 15 días decidió probar suerte en Madrid. 'La única ciudad de España donde se crea algo de empleo', opina. Sin embargo, aun no ha tenido fortuna. Desde entonces, este hombre acude a diario a los comedores sociales.

'Por la mañana voy a un albergue, donde me puedo afeitar y asear para ir presentable a buscar trabajo. Como sobre la una y media en un comedor, sigo la búsqueda de empleo y por la tarde vengo a este centro para cenar. De momento estoy durmiendo en la calle, pero espero salir pronto', afirma Andrés, que guarda cola junto a decenas de personas para entrar en un comedor social.

'Yo quiero vivir de mí mismo, como he hecho toda la vida', afirma Andrés

Mientras espera, Andrés prosigue su relato. Se divorció hace apenas un año y medio 'tras media vida casado'. El piso era de su mujer. Acudió a su familia, dispuesta a echarle una mano. Pero llegó un momento en el que él dijo basta. 'No quiero vivir del subsidio. Ese es el primer paso de la derrota. Cuando te enganchas a vivir de los demás, ya no puedes dejarlo. Quiero vivir de mí mismo, como he hecho toda la vida. Hoy día está instaurada la cultura del subsidio. Dicen que si no te ayudan, mueres. ¿Pero y si no mueres? Entonces vives', reflexiona.

Andrés nunca imaginó que pudiera verse en una situación como la actual. 'Cuando vienes de una vida estándar, con tus amigos, tu familia y tu trabajo y te sucede esto, o tienes la cabeza muy bien amueblada o caes en los vicios. Entonces, ya estás en el bucle y nunca sales'. Sin embargo, es optimista. 'Sé que algún día encontraré trabajo. Porque lo busco a diario, y quien busca encuentra. Entonces me alquilaré un cuarto. Empezaré de cero y volveré a disfrutar' afirma con media sonrisa.

'Hay gente que me dice que me vuelva a Portugal, pero ¿a qué?', cuenta Juana

Alrededor de Juan, hay una larga cola formada por más de 50 personas de todas nacionalidades, edades y colores. Sorprende el gran número de portugueses. Entre ellos, Juana. Una mujer jubilada de cerca de 70 años de edad que vino desde el país vecino hace ya 21. 'Me salió trabajo en Madrid y me vine como asistenta a una casa de La Moraleja. Durante años viví muy bien. Luego me quedé en la calle, sin más que una mísera pensión. Reservé en un albergue donde duermo cada noche. Y todos los días desde hace ya tantos años que ni me acuerdo vengo a este comedor. Hay gente que me dice que me vuelva a Portugal, pero ¿a qué? Allí ni tengo pensión, ni familia. Intento hacer entender a la gente que yo también soy española', cuenta.

Además de en este comedor, otros sin techo se buscan la vida por la capital. Como es habitual desde hace un año, en una esquina de la calle de Arenal está Ramón. Entre cartones, colillas de tabaco y con una mirada perdida cuenta su historia. Porque cada indigente tiene una historia, una vida pasada que contar. No llega a los cuarenta. Antes, trabajaba de auxiliar de seguridad. La empresa no le renovó el contrato porque no podían aguantarle la nómina, explica. Acto seguido lo dejó con su novia, con quien vivía de alquiler desde hace años y se vio abocado a la vida en la calle.

'Yo tenía mi vida normal y corriente. Entonces pasó lo que pasó. Alguien movió mal los hilos arriba nuestro y se fue todo a tomar por culo. Cada día hay más y más gente en la calle. Me llama la atención que cada vez somos más los españoles que llegamos a esta situación. Esto no puede continuar. Yo intento mantenerme cuerdo pero se me pasan por la mente muchas locuras. Llegará el día, en el que tarde o temprano esta situación estallará por alguna parte y entonces veremos qué pasa' concluye Ramón.

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