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Los nuevos rojos

Los jóvenes comunistas que participan en el XVIII Congreso del PCE aseguran combatir el neoliberalismo del PPy el PSOE y defienden que su ideología vivirá mientras persistan las desigualdades en el mundo

JUANMA ROMERO

'Empecé a militar en las Juventudes Comunistas con 14 años. Estudiaba en un colegio de monjas, y sí, te mostraban el mundo injusto, desigual. Pero la alternativa era o pasar el cepillo o rezar a Dios. No me convencía. Yo tenía conciencia de clase y descubrí una organización que persigue construir una sociedad mejor'.

Rafa González García de Vinuesa –'Vale, tengo apellido de pequeño burgués'–, 21 años, extremeño, estudiante, ensarta una frase tras otra. Habla con un aplomo imponente, propio de los mayores. Pero es que a su lado está Beatriz Salmerón, madrileña, de 25 años, con idéntica convicción y pasión. Y a su lado se sienta también Valentín Garrido, de Guadalajara, de 27 años, educador social. Y Ramón Morillas, de 19, de Torredonjimeno (Jaén), estudiante. Y Virginia Carrera, salmantina, trabajadora social, de 30. Y Miguel Óscar Aparicio, de Azuqueca de Henares (Guadalajara), estudiante. Todos ellos jóvenes rojos, comunistas, con las ideas claras, clarísimas, con el afán de lucha escrito en su ADN, con la ilusión por un mañana mejor intacta. Impoluta. Por eso no han acudido de florero estos tres días de noviembre al XVIII Congreso del PCE. Participan, opinan, defienden la sangre pura de su partido.

'Nuestra militancia es un compromiso para toda la vida, una apuesta, una forma de ver la vida', subraya Virginia. Ejemplo vivo, por cierto, de que los clichés no existen. Ayer acudió al plenario uniformada de comunista pop. Vestido, medias, cinturón, zapatos. Todo rojo, salvo sus voluminosas gafas de pasta negras. Virginia rehúye el comentario. 'Eso sobra, importa el colectivo, las ideas'.

Ramón mamó leche roja desde su niñez. Iba a las manifestaciones con su padre, se convenció y se hizo con el carné a los 14. 'Ya entonces leía el Manifiesto comunista, o a Rosa Luxemburgo', confiesa, flemático. El resto no se inmuta. Todos han hecho lo mismo, descubrir a Karl Marx en la adolescencia y ponerlo enseguida en práctica. 'Yo soy de San Blas, un barrio obrero de Madrid, y me curtí en la protesta contra el PP. A partir de ahí, la lucha ha seguido', relata Beatriz. Dice que no es fácil hacer política así, a pie de calle, sin medios, 'con el sistema capitalista en todas partes y una prensa que se olvida de los comunistas'.

Ellos, como sus mayores en el PCE, denuncian la 'marginación', producto de la ley electoral, la mala del cuento de la Transición. 'Somos una amenaza. Si fuésemos más presentes, habría más conciencia crítica, y eso no interesa', aduce Beatriz. Pero vamos, allí la frustración no asoma por ninguna parte: 'No nos rendiremos, aunque no nos saquen. Seguiremos luchando: creemos en lo que hacemos', advierte Ramón.

Una provocación: ¿comunista significa caspa, es algo obsoleto? La respuesta es no. '¿Es que está obsoleta la explotación, el hambre, la pobreza? ¿Está obsoleta la marginación? Pues el comunismo, tampoco', contesta Rafa. Ramón contraataca: '¿Y quién plantea qué esta de moda y qué no? El capital'. ¿Y el socialismo real, el de la extinta URSS, China o Cuba está de moda? 'Eso son modelos. El comunismo del siglo XXI es el que busca una sociedad más justa –apunta Virginia–. No nos quedemos con imágenes del pasado. La imagen del PCE se labra día a día, con propuestas serias. Mientras haya injusticias, el comunismo estará vivo'. En esta izquierda, ilustra Valentín, 'no hay charlatanes', sino militantes comprometidos que 'se movilizan en las fábricas o las peluquerías' y venden –perdón por el término capitalista– 'un discurso actualizado a día de hoy'.

No van de tahúres. Pero están convencidos de que el capitalismo debe morir. No es sostenible la filosofía del 'si tienes, bien, y si no, te jodes', como resume Beatriz.

El PSOE da más frío que calor. El Gobierno, repiten, se ha entregado al 'neoliberalismo'. No les vale, y punto. Está 'dentro del sistema, parchea'. Es 'tan culpable como el PP de la crisis', tercia Miguel. '¡Zapatero es un conductor borracho, que tan pronto va a la izquierda como para y se va a la derecha!', exclama Rafa. Claro que la realidad aprieta, y si 'un pacto con el PSOE, decidido por los órganos de IU, favorece a los trabajadores', pues adelante.

Con el Partido Popular, menos aún que hacer. 'No entiendo a los de Nuevas Generaciones. No son más que palmeros de sus jefes. No les veo en las universidades o defendiendo a los afectados por un Expediente de Regulación de Empleo', dice Valentín. 'No se sienten involucrados, muchos son niños de papá, pero parto de la base de que el PP es reaccionario, fascista', resuelve Beatriz.

Los jóvenes rojos no se sienten bichos raros. Reivindican la tradición de lucha del PCE, hacen poca sangre con el pasado y se llaman 'camaradas' entre ellos, por lo que la palabra tiene de 'complicidad', aquello de que 'tu voz vale igual que la mía y defendemos lo mismo'. Y repudian los clichés. No son una 'tribu urbana'. 'Vamos de copas como cualquiera, o al fútbol, o compramos tal o cual disco de música. Los gustos son distintos. No tenemos por qué ir a ver las mismas películas', sonríe Beatriz. Su único logo es la hoz y el martillo. Jubilarlo no entra en sus planes.

 


-La discusión de los documentos políticos, ayer, se resolvió como preveía el aparato del partido. Por un 81,69% de votos a favor (357 delegados), se aprobó la apuesta del PCE por IU y su proceso de refundación. Sólo un 12,81% (56 militantes, básicamente de Asturias, Salamanca, Extremadura y una minoría de Madrid) apoyó que el partido salga de IU y concurra a elecciones. Hubo 24 abstenciones. Se logró apagar otro fuego rebelde, el de los sevillanos de Juan de Dios Villanueva, que ayer se adhirió a la ponencia oficial, una muestra más del respaldo cosechado por el próximo secretario general, José Luis Centella. El PCE, según dijeron los delegados, tampoco prejuzga el resultado de la refundación de IU. 'Todo está por decidir', incluyó el documento, hasta el propio nombre que salga del proceso, aunque el 'punto de partida' que defenderá el PCE será mantener la marca de Izquierda Unida. 

-La cúpula también ganó otro debate: el PCE mantendrá como único referente sindical a CCOO. Así lo decidió el 68,96% de los delegados (240 votos), frente al 25,86% (90 sufragios) que apostaba por abrir el campo e incluir a otras centrales sindicales. Abstenciones, 18 (5,17%). Así el PCE consiguió cancelar dos viejas polémicas, que se remontaban a comienzos de los años 90. Las posiciones más ortodoxas con respecto a IU y a CCOO fueron claramente derrotadas. 

-El partido experimentó ayer su “giro ecológico”, pues aceptó una enmienda que apostaba por un modelo verde, presentado por la federación de Aragón y su secretario general, Raúl Ariza.

-El conjunto del documento político salió refrendado por el 93,84% (259 votos a favor, 4 en contra –1,45%–y 13 abstenciones –4,71%–).

-Hoy sólo se votará una lista al Comité Federal, encabezada por Centella. Nuevamente, no hubo sorpresas.

-La noche del viernes, pasadas las 23.45 horas, se votó el balance político del aparato saliente. Un 84,26% apoyó el informe de gestión de Francisco Frutos, el secretario general. 

 

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