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Vampirella, de cronista de la noche madrileña a documentalista social

La periodista Paloma Aznar echa de menos la radio de madrugada, pero se resarce con la denuncia de los efectos de la crisis o la represión durante la proclamación de Felipe VI

La periodista y locutora Paloma Aznar, también conocida como Vampirella. / CHRISTIAN COLL

Aunque Paloma Aznar nació en Wiesbaden en los sesenta, su rebautizo tuvo lugar en las páginas de El Independiente, donde firmó la crónica canalla de la noche madrileña bajo un pseudónimo que le venía al pelo: Vampirella. El mote le quedó para los restos y prácticamente no recuperó su nombre de pila hasta que se puso a grabar documentales al rebufo del 15-M.

Su padre, para sacudirse la caspa, había buscado una excusa académica para irse a Alemania, que no dejó atrás hasta la muerte de Franco. Ella regresaría, ya adolescente, a Berlín, cuando era “una niña punki con un imperdible en la boca y una cresta que se sujetaba con un mejunje de agua y azúcar”.

Una niña, a todo esto, aficionada a leer con su abuela la revista Mía, donde debutó con sólo dieciséis años. “Les mandé una biografía de Billie Holiday y tiempo después me llamaron para pedirme el número de cuenta bancaria. La habían publicado y yo sin enterarme”, explica Aznar, que pasaría a engrosar la nómina de buena parte de los periódicos nacionales.

En el diario de Pablo Sebastián apuró la madrugada. “Madrid estaba en plena efervescencia, con Gaultier paseando por la Gran Vía y Warhol por la galería Vijande”, recuerda Vampirella, de sarao en sarao hasta que cerró la cabecera. “Publiqué crónicas salvajes por las que ahora iría a la cárcel. En el mundillo pensaban que las firmaba Almodóvar y llegaron a decirme que una mujer no podía escribir así”.

De allí al Gente y aparte del ABC, el animalario de la movida domado por Jorge Berlanga. Y luego al consultorio sexual del Tentaciones, donde durante una década la abordaron con cuestiones delirantes y dramáticas a un tiempo. “Un lector me preguntó cómo tratar sus picores en los gitanales, pero lo peor era un machismo nada sutil que actualmente sigue avanzando mientras la educación sexual va para atrás”, se queja Vampi, que fue contratada por la MTV como corresponsal empotrada en la noche capitalina.

¿Cómo se pasa de los canapés a los desahucios? “Siempre he sido rebelde, pero a la gente le puede la imagen de la rubia frívola que va a fiestas”, afirma Aznar, que en 2004 debutó en el corto de ficción con Una gran actriz. “Una película en blanco y negro sin diálogos que se adelantó a The Artist y Blancanieves, financiada en parte por un mafioso ruso a cambio de que metiese a su hijo en el reparto. Todo fue bien hasta que apareció, porque era miembro de un grupo de heavy monster, tipo Lordi, y no pegaba nada en un cuento sobre la envidia”.

Así se define Vampirella, “una cuentista, porque en el fondo vivimos de contar historias”. Por eso, cuando tuvo lugar la acampada de la Puerta del Sol, sacó las cámaras a la calle y se puso a grabar lo que después sería el documental Why?, donde varios niños se preguntan qué nos llevó a la crisis. “La gente te etiqueta y luego no le encaja que la del sexo esté en un piso de okupas o en un poblado amenazado de desalojo”, comenta la autora de ¡Viva el rey!, un vídeo sobre la proclamación del sucesor de Juan Carlos I que refleja la represión que sufrieron los republicanos que se manifestaron en su contra.

“Parece una película de Berlanga: Felipe VI recorriendo una Gran Vía vacía mientras dirige el saludo hacia unos balcones donde no había nadie: sólo policías, barrenderos, secretas y un grupo de japoneses con banderitas españolas que no dejaban de aparecer en la tele”, explica Paloma, que sale cada vez menos (o selecciona cada vez más). “Me llegan veinte invitaciones diarias, pero sólo asisto a lo mejor y a lo más freak: ¿cómo no voy a ir la presentación del libro del chófer de Rociíto? Como dice Félix Sabroso, soy una troupera”.

Vampirella, que ha escrito varios libros sobre sexo y ha sido pregonera del Orgullo Gay, entre otros hitos de su exuberante currículo, tiene ganas de volver a tener su propio espacio (obviamente, nocturno) en la radio tras su paso por Radio 3. “Aunque fuese en un camión, como Al Lewis, el abuelo de la Familia Monster, pero siempre que te paguen”, ironiza Aznar. “Porque los periodistas hablan de la situación terrible que atraviesan los demás, pero no de la nuestra, y ahora no se paga o se paga muy poco”.

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