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"Pedimos perdón a Dios y a las víctimas de los abusos sexuales"

Histórica disculpa del Papa, en nombre de la Iglesia, por la pedofilia entre el clero. Benedicto XVI se compromete a 'hacer todo lo posible' para que no se repitan las agresiones a menores

JESÚS BASTANTE

'Pedimos perdón a Dios y a las víctimas de los abusos sexuales'. Por primera vez en la historia, un Papa pidió de forma explícita disculpas, en nombre de la Iglesia católica, por la pederastia de miembros de su clero. Una trascendental solicitud de perdón que Benedicto XVI hizo ayer delante de 15.000 sacerdotes, en la mayor concentración de curas de la historia. Y lo hizo en un contexto especialmente estudiado, el de la clausura del Año Sacerdotal, marcado por el escándalo de la pederastia.

'Nunca más abusos', proclamó Ratzinger, quien prometió 'hacer todo lo posible' para impedir que esta lacra se repita entre el encubrimiento y el silencio de la jerarquía. Benedicto XVI continúa aplicando la política de 'tolerancia cero'. La de ayer no sólo fue una petición de perdón, sino un propósito de enmienda. A partir de ahora, la Iglesia se compromete a desarrollar controles más estrictos entre quienes quieran ser sacerdotes.

El Vaticano reforzará los controles en los seminarios

El gesto del Papa, según fuentes vaticanas consultadas por Público, servirá para crear un antes y un después. No sólo se reforzarán los controles en los seminarios, sino que a partir de ahora, cualquier candidato a obispo o cardenal tendrá que pasar una exhaustiva investigación.

El objetivo es que no haya 'sorpresas desagradables', como las de varios prelados estadounidenses, alemanes e irlandeses que han sido hallados culpables de abusos o encubrimientos y a los que el Papa ha tenido que obligar a renunciar a sus cargos. En este Año Sacerdotal, media docena de religiosos han sido cesados. De cara a un futuro cónclave, los cardenales tendrán que asegurarse de que el elegido para suceder a Benedicto XVI no tenga la más mínima sombra de sospecha en esta cuestión, que en los últimos meses ha lapidado la confianza de millones de católicos en la institución.

'Imploramos insistentemente perdón a Dios y a todas las personas afectadas, y prometemos hacer todo lo posible para asegurar que ese tipo de abusos nunca más puedan ocurrir', clamó Joseph Ratzinger ante el silencio inicial, y la posterior ovación de 15.000 religiosos de los cinco continentes, congregados en la explanada de San Pedro. 'Ha ocurrido que en este año de alegría para el sacramento del sacerdocio salieron a la luz los pecados de los sacerdotes, y en particular los abusos contra niños', reconoció el Pontífice, quien prometió que 'se hará todo lo posible para examinar la autenticidad de la vocación' de los futuros sacerdotes.

'Se hará todo para examinar la autenticidad de la vocación'

Benedicto XVI advirtió de que 'usará la vara de pastor' para 'no tolerar comportamientos indignos de la vida sacerdotal', como los abusos sexuales, y para 'proteger la fe contra los farsantes' y las 'desorientaciones'. A lo largo de este año, los escándalos por los abusos a menores entre miembros de la Iglesia católica han estallado por todo el mundo.

Primero fue en EEUU y, después en Irlanda, con la publicación de dos informes oficiales que demostraban abusos continuados a centenares de niños durante décadas.

Los casos se sucedieron después por Alemania, Austria, Italia, Holanda, Bélgica y varios países de América Latina. En España se han conocido una treintena de posibles abusos, con 12 condenas en firme. El Vaticano investiga, al menos, otros 14 casos.

Al comienzo del escándalo, la tesis asumida por la mayoría de la jerarquía católica fue la de minimizar los abusos y atribuirlos a una campaña para desprestigiar a la Iglesia. Sin embargo, Benedicto XVI se mostró intolerante con la existencia de un solo caso. Así, encargó una investigación sobre la vida del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, que se extendió a toda la congregación y a sus actuales dirigentes, y que probablemente culminará con la refundación de la orden.

El pasado mes de marzo, el Papa publicó una Carta a los católicos irlandeses, en la que reclamaba que los culpables rindieran cuentas 'ante Dios y ante los tribunales'. En abril, durante su visita a Malta, Ratzinger se reunió con víctimas, con quienes se comprometió a colaborar con la Justicia y a no contemporizar con el abusador. En mayo, durante su viaje a Portugal, el Papa reconoció que la mayor persecución de la Iglesia no viene de fuera, sino que está provocada 'por los pecados de sus miembros'. Desarboló así la tesis de muchos episcopados, entre ellos el español, que hasta entonces sólo aportaron silencio.

Con todo, la proclamación de ayer podría quedarse en meras palabras si no se producen más hechos concretos. La condena a los Legionarios de Cristo y la publicación de nuevas normas de sanciones a los sacerdotes acusados de abusos sexuales serán inmejorables varas de medir para comprobar si Benedicto XVI pasa a la historia como el Papa que acabó con la pederastia en la Iglesia o, por el contrario, como aquel que no supo mantener la credibilidad de la institución.

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