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La policía rastrea etarras en los vuelos a Caracas

Busca miembros de ETA que pudieron viajar a la república bolivariana antes de estar fichados

PEDRO ÁGUEDA

¿Hasta dónde llegó el plan del último jefe militar de ETA por hacer de Venezuela un campo de entrenamiento para la banda? Eso es lo que tratan de determinar estos días las Fuerzas de Seguridad españolas rastreando la presencia de etarras entre el pasaje de los vuelos de los últimos años al país sudamericano. Para ello, la policía está solicitando la colaboración de las cuatro compañías que vuelan a Caracas, según fuentes de la investigación.

La búsqueda se centra en los etarras que en los últimos tres años, antes de ser detenidos o considerados huidos, actuaban como miembros legales, sin fichar, lo que les habría permitido viajar a Venezuela sin levantar sospechas. En este rastreo no están incluidos los denominados brigadistas de Askapena, que han viajado a Venezuela para participar en talleres y seminarios con organizaciones bolivarianas.

Pide ayuda a las compañías aéreas para dar con los viajes de los 'legales'

La investigación sobre el asentamiento de ETA en Venezuela dio un salto cualitativo con la declaración de los dos presuntos miembros del comando Imanol detenidos el 29 de septiembre. El testimonio de Xavier Atristain y Juan Carlos Besance permitió despejar la incógnita de una anotación incluida en la documentación incautada a la dirección de ETA en mayo de 2008: 'ESA: Curso de formación en Urano: 2.000 euros (viaje, comida) + 2.000 euros, trompeta'. ESA es la denominación que ETA da a su aparato militar y Urano el nombre en clave para referirse a Venezuela.

Los dos etarras aseguraron, según consta en las diligencias, que el por entonces jefe de los comandos, Mikel Carrera Sarobe, Ata, les había entregado 2.000 euros a cada uno para viajar a Venezuela en el verano de 2008 y recibir allí un cursillo de armas y explosivos. Según estos, Ata argumentó que Francia ya no era un lugar seguro para el adiestramiento.

El jefe 'Ata' quería sacar de Francia los cursillos de entrenamiento

El plan no deja de sorprender a los investigadores. ETA ya pasaba por una crisis económica en ese momento que le obligaba a destinar tan sólo 950 euros al mes a cada integrante del aparato militar, según aquella misma documentación, en poder del entonces número uno de la banda, Francisco Javier López Peña, Thierry. Igualmente, los cursos de tiro y montaje de explosivos se estaban resolviendo en el sur de Francia en un fin de semana.

Sin embargo, los audaces planes de Ata podrían justificar el intento de trasladar a Venezuela los cursillos de entrenamiento o, al menos, aquellos destinados a miembros legales a los que se destinaban importantes misiones. Atristain y Besance han declarado que, entre otras prácticas, aprendieron a disparar con rifles de mira telescópica.

Carrera Sarobe ya era miembro de la dirección de ETA cuando se destinaron 4.000 euros del presupuesto al cursillo en Venezuela. Antes de su detención, el 20 de mayo de 2010, ideó un gran plan para sacudirse el acoso policial en el sur de Francia ordenando el traslado de su principal fábrica de bombas a Portugal y planeando construir otra en Girona.

A uno de los etarras que encargó montar el taller de bombas en Óbidos, Andoni Zengotitabengoa, lo detuvo la policía portuguesa cuando intentaba tomar un avión a Venezuela, en marzo pasado. Ata también decidió organizar un gran comando de diez personas, algo inédito, para robar seis coches de un concesionario en la región de París, matando en la huida al agente Jean Serge Nerin, última víctima mortal de ETA hasta la fecha.

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