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Los políticos, bajo mínimos

En un año se ha duplicado la preocupación de los ciudadanos por la clase política. La crisis y la polarización de los partidos son claves en el deterioro

C. MARTÍN

Cada vez son más los ciudadanos que señalan a los políticos como uno de los principales problemas de España. Ya sea por una creciente sensación de impotencia para cambiar las cosas, o por la incapacidad de explicar lo que está pasando, estos ocupan la tercera posición en la clasificación del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), por detrás del paro y los problemas de índole económica.

Si en abril de 2009 el 8,8% de los consultados mostró su preocupación por la clase política, la cifra alcanzó el 18,2% en noviembre de 2010. Además, en julio de este año, los políticos cosecharon el peor resultado de los últimos 25 años: eran percibidos como un problema para el 21,7% de los encuestados.

2010 se consolida como un annus horribilis' para la clase política

Otros indicadores confirman este annus horribilis para la política española. En los últimos 20 meses, la confianza política ha descendido del 41,3% al 36%, según el CIS. La valoración de la labor del Ejecutivo ha pasado del 40,3% al 30,8% y la calificación de los partidos políticos ha alcanzado un exiguo 2,88.

Los expertos consultados coinciden en calificar de recurrente la mala percepción de la clase política en España. Un comportamiento que enmarcan en la desafección general que están sufriendo las democracias europeas.

Sin embargo, también señalan factores específicos que han contribuido a deteriorar esa imagen en los últimos tiempos. Principalmente, la crisis económica y laradicalización del discurso por intereses partidistas que acaba en un descrédito mutuo de los políticos.

'En un contexto de crisis económica, no tanto política, y con altas tasas de paro, los ciudadanos repercuten en los políticos su malestar', apunta la profesora titular de Ciencia Política de la Uned Irene Delgado, que reconoce la percepción negativa pero que los políticos distan aún de ser etiquetados como un problema. 'Es una rúbrica demasiado amplia. Ellos no pueden serlo, en todo caso serán sus acciones', matiza. A diferencia del paro, que es cuantificable, la clase política es algo más etéreo.

En este sentido, el profesor de Sociología José María Maravall sostiene que, ante el desconcierto actual, 'los ciudadanos echan la culpa a los políticos' con la premisa de que 'para algo les pagamos y nos representan'. Pero también porque no está claro quiénes son responsables. ¿El Banco Central Europeo? ¿El Gobierno? ¿Los mercados?

El sistema democrático sí es valorada en cambio por los ciudadanos

La falta de respuesta, explica Maravall, puede 'producir irritación' entre los ciudadanos. Este estado acaba reflejándose en las encuestas, si bien hay diferencias, según la exposición a los medios y la educación política. Entre los consultados por el CIS con estudios superiores, un 35% percibía a los políticos como problema. Una cifra que se reducía hasta el 10% para aquellos sin estudios. Y atendiendo al estatus económico, un 35% de los consultados de clase alta y media alta respondieron que lo era, frente al 14%, de los obreros cualificados-no cualificados.

Además de en la crisis, el catedrático de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid Julián Santamaría se fija en 'la desconfianza en la clase política por su imposibilidad para llegar a acuerdos' como una de las causas de ese deterioro. En su opinión, asistimos a una 'situación de emergencia' por la persistencia de las amenazas de los mercados a España. Y, 'en este escenario, los ciudadanos demandan de los partidos que hagan esfuerzos por alcanzar acuerdos'. Santamaría añade que 'cualquier grupo con cierto sentido patriótico, estaría necesariamente obligado' a ello.

El escenario idílico que dibuja Santamaría contrasta con la realidad que describen los expertos. Para el catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Valencia Pablo Oñate, el incremento de la percepción negativa que tienen los ciudadanos de la clase política está relacionada con 'la polarización del discurso en la vida política española que han propiciado PP y PSOE', con el objetivo de 'amarrar' a su propio electorado. En su opinión, a falta de diferencias entre ambos partidos en cuanto a sus políticas, han subido el tono de su discurso. Una actitud que es vista negativamente por los ciudadanos y que 'les conduce al progresivo alejamiento' de los políticos.

En este sentido, el catedrático en Ciencia Política de la Universidad Pompeu Fabra y coordinador de la Encuesta Social Europea, Mariano Torcal, detalla las posiciones estratégicas partidistas. 'El PP está creciendo más por el desgaste del Ejecutivo que por sus propuestas y éxito'. Esto, añade, no tiene que ser así. 'Puedes tener un gobierno muy desacreditado y una oposición que se gana la credibilidad a base de propuestas constructivas'. Cuando no se hace así, explica, se prepara 'el caldo de cultivo para la mala valoración de los líderes' y la consolidación de un discurso que ya está instalado en la sociedad: 'No se preocupan por nosotros'.

Torcal señala que, en estos momentos, 'hay una combinación del sentimiento antipartidista reactivo [coyuntural], relacionado con la situación económica y política, con otro cultural de carácter más estable', que está enraizado en tradiciones históricas y valoraciones negativas de la política democrática. El antipartidismo cultural, explica, está más relacionado con ladesafección política. De ahí que el politólogo enuncie un peligro, que 'el antipartidismo reactivo contamine al cultural y lo agudizase', deteriorando más a largo plazo la imagen de los políticos.

También critica que 'en las democracias en general las clases políticas están máspreocupadas por el corto plazo, que les lleva a una visión miope de las cosas'. Desde su punto de vista, la clase política debería darse cuenta de 'la gravedad de la crisis políticaconectada con la económica y aparcar sus estrategiaselectoralistas'.

Como fenómeno recurrente en democracia, los expertos consultados restan importancia al distanciamiento entre políticos y ciudadanos como antesala de una crisis del sistema. Santamaría recuerda lo ocurrido durante la crisis de los noventa, en la que también aumentaron los niveles de desconfianza, para subrayar que esto 'no ha reducido el crédito del funcionamiento de la democracia ni ha puesto en peligro su legitimidad'. No sólo en España sino en Europa.

Los expertos descartan que surjan fenómenos populistas

En la última Encuesta Social Europea 2008-2009, los españoles aprobaron el funcionamiento de la democracia con una nota de 5,82 puntos. La puntuación mejoraba entre los países nórdicos, con el 7,36 de Dinamarca en la parte alta de la tabla, y empeoraba en las antiguas repúblicas socialistas como Bulgaria, que le otorgó un 2,43.

Acusados sentimientos antipartidistas, sin embargo, sí implican riesgos. Según Torcal, es 'un caldo de cultivo para que surjan populismos', y mira hacia el continente latinoamericano, donde aparecieron en contextos similares. Ahora bien, matiza,también hace falta que aparezca un 'líder con carisma capacidad y que tenga un espacio' político.

En esta línea apunta también Irene Delgado, si bien subraya las dificultades que entraña. Sobre todo por la Ley Electoral. 'El sistema de partidos español deja poco margen para que surjan nuevas opciones partidistas', explica, recordando los porcentajes de votos mínimos exigidos para obtener representación en el Parlamento. Además, añade, 'también influye la autoubicación ideológica y ahí, hay poco espacio para que nazcan'.

Sin mirar al futuro, Santamaría afirma que los populismos 'están a la orden del día'. El politólogo define este fenómeno como la 'actitud consistente en demostrar los errores del Gobierno cada día, sin hacer propuesta alguna'. Y esta fórmula, insiste, se vepermanentemente.

El problema de las democracias en general, señala Torcal, es que 'las clases políticas están muy preocupadas por el corto plazo, que les lleva a tener una visión miope de las cosas'. En su opinión, sería conveniente que los políticos pensasen más en los efectos a medio plazo que tiene para ellos 'entrar en una espiral de descrédito generalizado'. Ya que esto podría dejarles sin interlocutores a los que hablar.

Irene Delgado cree que 'los políticos no pueden ser un problema'

Para Santamaría la clave está en la voluntad de los partidos. 'El problema no es la receta, sino hasta que punto los partidos están dispuestos a aceptar el tratamiento o no'. En una situación de gravedad como esta, le parece 'imprescindible que los partidos lleguen a los acuerdos más amplios posibles'.

Más allá de un mejor entendimiento entre los partidos, la politóloga Delgado pone la atención en los medios de comunicación. Desde su punto de vista, estos 'hacen ver a la opinión pública una política de adversarios', como si el sistema Gobierno-oposición estuviese 'muy fracturado, cuando en realidad si alcanzan acuerdos'.

Desde una visión alternativa, la catedrática emérita de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona Miren Etxezarreta vislumbra una oportunidad en medio de la mala valoración de los políticos. En su opinión, 'los partidos tradicionales están obsoletos', de ahí que propugne la búsqueda de nuevas fórmulas de hacer política. El espacio que las formaciones van perdiendo, señala, se está empezando a ocupar 'por movimientos sociales pequeños y grandes ONG'. Para Etxezarreta, las viejas formas de hacer política no dan respuesta a los problemas de la sociedad actual.

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