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El presidente trata de meter una cuña entre CiU y el PP

Zapatero emplaza a Mas a no pactar con el PP y a Rajoy, a renunciar 'solemnemente' al anticatalanismo

GONZALO LÓPEZ ALBA

No fue el primo de Zumosol, como le motejó Artur Mas con la intención de menospreciar a José Montilla, pero sí 'el amigo Zapatero', como le presentó el president de la Generalitat, el que ayer acudió a reforzar la estrategia electoral de los socialistas catalanes. Después de meses haciendo conjeturas con que el PSC no querría a José Luis Rodríguez Zapatero en su campaña, la primera de sus tres intervenciones estuvo marcada por el calor con el que fue recibido, al grito clásico de '¡presidente, presidente!', en una de las poblaciones del cinturón rojo de Barcelona. Por eso y por la sintonía en los discursos de Montilla y Zapatero.

No hubo anuncios sorpresivos ni promesas nuevas, más allá del compromiso con el Estatut. Los dos presidentes concentraron su capacidad persuasiva en el objetivo de bipolarizar la campaña y presentar al PSC como la fuerza central, la única opción política que en palabras de Zapatero garantiza 'la convivencia y la integración' de 'toda Catalunya' frente a 'separatistas y separadores'. Una bipolarización que en Catalunya tiene un doble sesgo, en torno al cual Montilla planteó abiertamente la elección del día 28: '¿Izquierda o derecha? ¿Estatut o independencia?' La respuesta, obviamente, es que sólo el PSC garantiza progreso y autogobierno. Y sin aventuras.

Afirma que sólo el PSC garantiza 'la convivencia y la integración'

El candidato socialista a la reelección subrayó que Artur Mas 'ya no disimula en que prefiere a Rajoy de presidente', y parafraseó unas palabras del presidente del PP para escorar al candidato convergente hacia la derecha: 'Será seguramente porque, como ha dicho Rajoy, le ha copiado al PP su programa económico'. En su gran proclama electoral, afirmó: 'Yo no estoy dispuesto a traicionar a Catalunya pactando con el PP para obtener la presidencia, ni tampoco estoy dispuesto a mantenerme en la presidencia apoyándome en quien quiere un referéndum para la independencia'.

Por este doble carril se adentró Zapatero, con un discurso de marcado contenido catalán en el que las referencias a otras cuestiones fueron mínimas. El líder del PSOE intentó meter una cuña entre CiU y el PP, con un doble emplazamiento: a Rajoy, 'para que establezca solemnemente el compromiso de que nunca más el PP volverá a hacer una política contra Catalunya para intentar ganar votos en el conjunto de España'; y a Mas, para que, hasta que Rajoy no lo haga, 'diga públicamente que no va a pactar con el PP'.

Subraya que no se decide la identidad de Catalunya, sino la salida de la crisis

Tras presentar así a Mas y Rajoy como una especie de pareja adúltera, Zapatero se aprestó a cerrar el flanco izquierdo. Lo hizo, ateniéndose de nuevo al manual de campaña del PSC, sin agresividad. 'El pueblo de Catalunya ya no tiene que preguntarse quién o qué es. Ahí está el Estatut y no tiene marcha atrás', dijo Zapatero para hacer hincapié en que lo que se dilucida el día 28 no es el estatus autonómico de Catalunya, sino cómo se sale de la crisis económica y se preserva el Estado del bienestar.

Con la mitad del electorado pensando aún si irá a votar y 1,5 millones de catalanes que dudan de papeleta, Montilla ha decidido vincular su suerte a la de Zapatero. 'Estas elecciones también son decisivas para el proyecto político de todos los socialistas. José Luis, entre Rajoy y tú, los de CiU prefieren al líder de la catalanofobia', dijo Montilla, mirando más que a Zapatero a los electores que votan al PSC-PSOE en las elecciones generales, pero se quedan en casa en las autonómicas. En la dirección del PSC se calcula que el repunte motivado por la remodelación ministerial les puede proporcionar uno o dos escaños más.

Zapatero y Montilla reivindicaron al alimón que nunca como con dos gobiernos socialistas en Madrid y Catalunya había tenido esta comunidad 'mayor autogobierno, mejor financiación y más inversión del Estado'. Para no dejar de llamar a ninguna puerta, Montilla hasta se reivindicó heredero del primer Pasqual Maragall. Eso sí, sin énfasis.

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