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Los presos de ETA aguardan a que Batasuna negocie tras el 20-N

El PP avala la vía 'Nanclares', por la que se reinserta a una treintena de internos. Una minoría de jóvenes reclusos se limita a acatar el final de la violencia sin protagonizar disidencias

 

PEDRO ÁGUEDA

La reacción al anuncio de ETA sobre el fin de la violencia y las expectativas ante las elecciones generales del próximo día 20 han propiciado una radiografía del colectivo de presos, fracturado en distintos posicionamientos sobre cuál debe ser su futuro y el de la organización, pero sin llegarse a detectar disidencias. Una amplia mayoría coincide en que era el momento de sustituir la estrategia violenta ante la falta de resultados y ahora confía a los líderes de la izquierda abertzale la negociación de su excarcelación con el Gobierno que salga de las urnas el próximo domingo.

A un lado y otro de esta postura se encuentran dos grupos minoritarios. En un extremo, aquellos que ingresaron en prisión por delitos cometidos durante su militancia en ETA, pero que han abandonado la banda durante su estancia en prisión y han iniciado un proceso de reinserción, acelerado desde la ruptura de la tregua de 2006. Son los acogidos a la denominada vía Nanclares. Y en el contrario, otra minoría que ha acatado la decisión histórica de la organización terrorista, pero que no oculta su disconformidad. Lo componen principalmente jóvenes con una estancia aún corta en prisión y algunos viejos generales, representantes históricos del sector duro en las cárceles.

ETA sumó al colectivo al Acuerdo de Gernika sin una ronda de consultas

ETA y la izquierda abertzale comenzaron a escenificar el final de la violencia con la adhesión del Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPPK, en sus siglas en euskera) al Acuerdo de Gernika el 23 de septiembre. Pero ese comunicado no fue, en ningún caso, el resultado de una asamblea en el interior de las cárceles para conocer la opinión de cada recluso. La dirección de ETA sabía que había perdido el control del colectivo hacía más de un año y se limitó a negociar con la izquierda abertzale el contenido del comunicado del EPPK, su portavocía para el frente de makos. Por eso, para conocer los posicionamientos de los presos, el Ministerio del Interior ha recurrido al seguimiento que durante estos últimos años, especialmente desde la ruptura de la tregua de 2006, han venido haciendo de ellos los funcionarios de prisiones especializados en su control.

El grueso de los presos asistió desde la cárcel a las evoluciones de Batasuna sin saber que esa estrategia se desarrollaba marginando, e incluso enfrentándose, a ETA. De ocultar las discrepancias se ocupaba el aparato de abogados H-Alboka, desarticulado en abril de 2010. Los presos empezaban a ver el proceso de Batasuna como una salida. Y lo siguen pensando ahora que el sector de Arnaldo Otegi ha sustituido a ETA en el control del colectivo.

Batasuna se hace con el EPPK, que ayer pidió el voto para Amaiur

A pesar de que la banda reclama una mesa de negociación para abordar la cuestión de los presos, estos saben que serán los nuevos jefes, los líderes de Batasuna, de quienes depende su futuro. Hoy, Gara publicará un comunicado del EPPK anunciando que los presos enfermos, de común acuerdo, van a solicitar formalmente su libertad, como marcan la hoja de ruta de Batasuna y el Acuerdo de Gernika. En el comunicado, el EPPK también anima a participar en las generales, a las que la izquierda abertzale concurre dentro de la coalición Amaiur. 'Nuestros votos estarán junto a los vuestros en las urnas', dice.

Para el sector mayoritario de presos, el fin de la violencia es una decisión estratégica que les ahorra haberse desmarcado del colectivo y quedar marcados. Ese riesgo, el de las amenazas y el ostracismo, es al que se enfrentaba la treintena de presos inmersos en la vía Nanclares. Pero la mayoría ha salido ya de permiso sin tener problemas, incluso algunos han frecuentando las herriko tabernas. Todos ellos han pedido perdón por escrito y seis se lo han trasladado en persona a víctimas. Sólo en un caso el encuentro ha sido con un familiar directo, aunque ya hay otras peticiones. El Partido Popular ha sido informado por el Gobierno y avala este proceso, que se ciñe al Código Penal y el Reglamento Penitenciario aprobados en su etapa de Gobierno.

Por último, hay un último grupo al que la decisión de ETA lo ha sorprendido con tan sólo unos meses de estancia en la cárcel. Algunos ven cómo la banda da un giro histórico sin que haya pasado mucho tiempo desde que ellos asesinaran. Se pasean por la Audiencia Nacional desafiantes, pero no tienen peso para imponer ninguna tesis. Es el caso de Arkaitz Rodríguez, jefe de uno de los comandos más activos desde el final de la tregua de 2006. Dentro de estos irreductibles, hay un grupo de veteranos que ha asentido a la decisión de la banda y se ha limitado a no interponerse en la decisión. Portavoces en su día del EPPK, Juan Lorenzo Lasa Mitxelena, Txikierdi, y Ana Belén Egües renunciaron al cargo cuando detectaron las discrepancias entre los líderes de Batasuna y ETA. Pretendían forzar el debate en el interior de las prisiones.

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