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Quiero un perro 'mono'

Las protectoras lamentan que la mayoría de adopciones se hagan en el extranjero 

OLIVIA CARBALLAR

“Es una vergüenza que tengamos que llevar los perros al extranjero”. Con esta rotundidad explica una voluntaria de la Asociación El Refugio-Escuela la “nula cultura” sobre protección animal que existe en España. Según cálculos estimativos de las asociaciones, el 97% de las personas que decide tener un perro lo compra en una tienda. Sólo el 3% se decanta por la adopción. “La gente llega pidiendo un perro con las mismas exigencias que si fuera a comprarse un coche: tiene que ser cachorro, de una raza específica o de un color determinado”, asegura una portavoz de El Refugio-Escuela. Patricia Rodríguez, una joven extremeña que tiene adoptado un perro, va más allá: “Hay modas, tengo amigas que compran según la raza que se lleve cada año”.

La situación, a veces de colapso, obliga a muchas protectoras a recurrir al extranjero, como en el caso de Málaga: el 66,6% de las 980 adopciones del pasado año fueron realizadas por familias alemanas y finlandesas. “Tendríamos una crisis sin estas personas, que están concienciadas”, afirma el presidente de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Málaga, José Carlos Cabra.

El Refugio-Escuela, en los tres años y medio que lleva funcionando, también ha enviado animales a Holanda: unos 120 galgos. A principios de mes, esta pequeña asociación recogió uno moribundo tras un intento de ahorcamiento en Gerena (Sevilla). Y no es el primero. “En los países nórdicos, la forma de tratar a los animales es muy distinta, porque allí se tratan como seres vivos”, dicen.

Falta de garantías

Otras asociaciones, sin embargo, no son partidarias de las adopciones en el extranjero. “Preferimos que haya menos pero con garantías, porque fuera de nuestras fronteras no podemos hacer un seguimiento constante de los animales”, asegura el presidente de la Asociación El Refugio, Nacho Paunero. Por la misma razón, la Coordinadora y Asesora de Protectoras de Animales tampoco envía perros a otros países, según su presidenta, Susana Pajerols. Para acogelos.org,una solución al descontrol es la creación de un registro en un único servicio on-line que contabilice los animales que entran y salen.

En lo que sí coinciden todos es en la falta de educación cívica con los animales, la escasa cultura de la adopción en España y la necesidad de una ley más dura contra el maltrato. “Los políticos no se ponen las pilas”, denuncia un portavoz de la Fundación Arca de Noé sin pelos en la lengua.

Sin nombre, sin orejas, sin rabo

La gata no tiene nombre, ni orejas, ni rabo. Francisco Artacho la atrajo a sus piernas con un 'mini, mini' cuando se la encontró debajo de un coche, hace casi tres meses. 'Creía que al llamarla iba a salir corriendo, pero se vino a restregarse en mis pies', cuenta Artacho, que 'inmediatamente' fue a una tienda a comprarle comida. En un primer momento, pensó en colgar carteles con su foto por si se le había perdido a alguien. 'Pero estaba mutilada, le cogí mucho cariño y me la quedé', asegura. Artacho entiende que la gente prefiera ir a comprar un perro a una tienda porque son 'muy monos', pero cree que, debido al excesivo abandono, incluso las perreras pueden ya tener animales de raza.

Él se niega a comprar en todos los casos. Es un fiel partidario de la adopción y muchos de sus amigos también. Porque la gata no es el único animal que vive en su casa. A Tango, un perrito blanco, se lo encontró su compañero de piso en muy mal estado. 'Le habían dado una paliza', dice Artacho. Al principio, la gata y Tango no se llevaban muy bien. Hoy, son uña y carne. 

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