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Rajoy: "Ahora estoy en este 'chollo' de Educación"

Con Aznar, sustituía a todos los ministros que se iban: Aguirre, Cascos, Mayor Oreja

ANTONIO AVENDAÑO

Mariano Rajoy nunca ha sido hombre de comerse marrones. Llámalo suerte o llámalo X, pero es lo que hay. El único, y gordo, que se recuerda es el de la catástrofe del petrolero Prestige, cuyo naufragio en diciembre de 2002 lo convirtió el Gobierno en una catástrofe ecológica en la costa gallega. Aznar decidió que el suceso no era suficientemente importante como para que se desplazara al lugar de la catástrofe un dirigente que había sacado a España del rincón de la historia y que estaba a punto de que George Bush le dejara poner los pies sobre una mesita de su rancho de Texas.

Así pues, como ministro de Presidencia, a Rajoy le tocó el marrón, aunque el nombre que entonces le dieron no fue el de marrón, sino el de Coordinador del Gabinete de Crisis. Rajoy hizo lo que pudo pero no salió bien parado. Su frase sobre los 'hilillos de plastilina' lo perseguirá mientras viva. Se desconoce quién se la escribió y si, como sería justo, logró alguna vez vengarse de su autor como este merecía.

Con Aznar, sustituía a todos los ministros que se iban: Aguirre, Cascos, Mayor Oreja

De su paso por el Ministerio de Administraciones Públicas, que fue el primero que ocupó en 1996, hace en su libro En confianza esta confidencia: 'Me entregué desde el primer momento con ahínco'. Hizo efectivo el traspaso de competencias a las autonomías comprometido en el pacto de 1992 entre el PP y el Gobierno socialista, pero también cuenta que, para conocer a fondo las necesidades de infraestructuras de Canarias, que en ese momento negociaba con sus socios de Coalición Canaria, se recorrió 'con un coche particular gran parte de las islas para conocer exactamente' de qué estaban hablando. El lector se queda con la duda de si eso lo hacía siempre que había que invertir en algún territorio o lo hizo sólo en el caso de las plácidas, amenas y templaditas Canarias.

Después de Administraciones Públicas, desde donde congeló el sueldo a los funcionarios dentro del paquete de recortes exigidos por Bruselas para entrar en el euro, Rajoy se pasó el resto de la legislatura y media que aún tenía el PP por delante sustituyendo ministros que se iban a algún sitio. Primero lo fue de Educación cuando dejó el cargo Esperanza Aguirre. Luego de Presidencia cuando lo dejó Álvarez-Cascos. Después de Interior cuando lo dejó Mayor Oreja. Y aún volvería de nuevo a Presidencia antes de sustituir a Aznar como candidato para 2004, con lo que el 11-M ya no le pilló al frente de Interior. Esa vez el marrón se lo comió Ángel Acebes, que sufriría quemaduras de tercer grado de esas que dejan marca para toda la vida.

Aunque en ninguno de los ministerios por los que pasó dejó Rajoy mucha huella, de todos parece tener buenos recuerdos. Sobre todo del de Educación. Al periodista Graciano Palomo le confesó, hablando de la posibilidad de suceder a Aznar: 'Tengo mis objetivos cubiertos. He sido ministro dos veces... Ahora estoy en este chollo de Educación, muy complicado porque es un mundo dominado por la izquierda, pero toreo bien'. Ni el mismísimo Velázquez habría trazado un retrato más fiel de Rajoy que esas reflexiones suyas.

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