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Rajoy entierra su código ético y abraza al imputado Camps

El PP obvia que tras el caso de los 'trajes' hay informes policiales que apuntan a la financiación ilegal del partido

 

YOLANDA GONZÁLEZ

'El Partido Popular entiende que no es posible exigir regeneración a los demás si previamente no asume un compromiso de autoexigencia, tanto como partido como a sus dirigentes y militantes que puedan ostentar tareas públicas'. La cita figura en la primera página del Código de Buenas Prácticas de los conservadores, presentado por la formación a finales de 2009 como la vacuna contra nuevos casos Gürtel. Esta semana, contraviniendo lo que establecen estos mandamientos contra la corrupción, el president de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, ha sido designado por Mariano Rajoy como cabeza de listade su comunidad autónoma.

El president está imputado en el denominado caso de los trajes. Anticorrupción le acusa de un delito continuado de cohecho impropio y le pide una multa de 41.250 euros, por haber aceptado regalos de los cabecillas de la trama Gürtel. En concreto, trajes, americanas, corbatas y zapatos valorados en 14.021 euros.

El PP lanzó hace más de un año un código ético para «ir más allá» de las leyes

Con esta decisión, tomada ya hace unos meses por el presidente del PP, pero no ratificada oficialmente hasta el pasado jueves, el partido entierra una serie de compromisos asumidos voluntariamente. Como el de que 'todos los cargos públicos' han de observar el 'máximo rigor y exigencia en el desempeño de sus funciones [] absteniéndose de cualquier conducta que, aún siendo plenamente legal, pueda dañar la imagen u honorabilidad de la organización a la que pertenecen'. O la 'prohibición de aceptar cualesquiera regalos, atenciones o liberalidades que no respondan, por su importe o causa, a los usos y costumbres sociales'.

Se trata, además, de unas normas internas con las que el principal partido de la oposición pretendía 'ir más allá de las previsiones que la propia ley establece'.

A continuación, se analizan las claves de la apuesta de Rajoy por Camps. ¿Se acabará el problema para Camps una vez se resuelva el asunto de los trajes? ¿Por qué ha conseguido ser proclamado candidato? ¿Cómo puede afectar esta decisión al liderazgo de Mariano Rajoy ? ¿A qué riesgos se enfrenta?

En el partido creen que mantener a Camps es apostar por el «mal menor»

Varias fuentes del partido admiten que el PP ha logrado minimizar el caso, 'hábilmente', con el argumento de que son sólo 'tres trajes'. Pero la sombra de la financiación ilegal planea sobre la formación de Camps. 'Pese a todo lo que se habla de persecuciones políticas al partido y de doble rasero, Paco ha tenido suerte de que el proceso al que se enfrenta ahora sea el de los trajes', analiza un dirigente conservador.

Nadie pone en duda que el líder y su barón regional están distanciados

Existen tres informes que aportan datos sobre la presunta financiación ilegal del PP valenciano. En julio de 2009, la Brigada de Blanqueo de la Policía describió la doble contabilidad que llevaba el partido, con pagos en A (denominados Alicante en los documentos incautados) y en B (Barcelona). En mayo de 2010, Hacienda concluyó que el PP había ocultado al fisco 2,5 millones en las elecciones de 2007. Por último, en julio de 2010, otro informe policial descubrió el pago en negro de 846.000 euros durante 2008 a Orange Market (la empresa de la trama en Valencia), dinero destinado a saldar gastos electorales de los conservadores. La mitad de esta cantidad la abonó el propio PP y la otra mitad, las tres empresas con más adjudicaciones públicas de la Generalitat valenciana.

'¿Por qué nadie habla de estos informes, por qué se silencia el debate de la financiación ilegal? El Tribunal Superior de Valencia tendrá que decidir en algún momento sobre la causa de la financiación ilegal, y a ver quién es el listo que se atreve entonces a hablar del tema de los trajes', resume un dirigente regional. El TSJ valenciano tiene previsto decidir, antes de las elecciones del 22 de mayo, si investiga los indicios de financiación irregular.

'Hay quien ha adoptado un comportamiento forofo ante este escándalo, sin pensar en los valores éticos y morales. Pero desde el punto de vista político, esto tiene una trascendencia inédita hasta la fecha. Pese a que ganemos en Valencia y vayamos a seguir ganando', analiza un veterano diputado del PP.

'El debate está en si es un candidato idóneo', dice un diputado

'Ya lo dije hace seis meses y nadie me creyó'. Y un silencio. Así reaccionó Rajoy en los pasillos del Congreso, cuando los periodistas se afanaban en arrancarle una reacción al hecho de que Camps hubiese sido ratificado como candidato.

Ante afirmación tan contundente la primera pregunta que se plantea es por qué el líder del PP, si lo tenía tan claro, no zanjó antes la cuestión. La tesis más sostenida en el partido es que Rajoy ha intentado agotar la paciencia del president con la esperanza de que se marchase. Y que una vez que ha visto que su barón regional se aferraba cada vez con más fuerza al cargo ha optado por 'el mal menor'.

'Rajoy lo ha sopesado, ha visto los riesgos electorales, ha recordado cómo le apoyó en sus horas más bajas de liderazgo y se ha decantado por no arriesgarse a romper el PP valenciano', analiza la misma fuente.

El presidente del principal partido de la oposición, dicen los que le conocen, no es un hombre al que le guste 'cargarse cadáveres a sus espaldas', máxime cuando se trata de un presidente autonómico. 'Eso son palabras mayores', explica un miembro del Comité Ejecutivo Nacional.

En este contexto, la dirección del partido se ha comprometido a portarse 'como un solo hombre' a la hora de defender la 'honestidad e inocencia' de su candidato para una de las comunidades que más votos reportan al partido. 'Sin planes B', insisten.

El verdadero termómetro para medir los afectos va a ser el apoyo que Génova, sede nacional del partido, vaya a prestar a Camps en la campaña. De momento, y para curarse en salud, en el entorno de Rajoy advierten de que en el País Valencià no hacen faltadesembarcos potentes de dirigentes nacionales porque ganan 'de calle'. Una precisión que intenta esconder el frío que domina en la relación entre Camps y Rajoy.

Una de las tesis más extendidas en algunos sectores del partido es que, con o sin acuerdo con Rajoy de por medio, el presidente del PP valenciano se retirará si acaba siendo condenado. Hay quien cree que sin pensar en el largo plazo, Camps ansía ganar las elecciones para poder vender que los valencianos le han absuelto. Y que una vez conseguido esto, se daría por satisfecho.

El jueves, cuando saltaba la noticia de que el Comité Electoral Nacional del partido estaba reunido para ratificar a Camps, muchos dirigentes, sobre todo barones regionales, se llevaban las manos a la cabeza. Y es que temen que cada novedad judicial del caso Gürtel acabe por empañarles sus respectivas campañas.

Otros se lamentaban de los efectos perjudiciales que la apuesta por Camps tiene para la imagen del PP. Pero, como resume un diputado regional, 'la sangre no llegará al río'. 'No es momento de sectores críticos, ni de atacar a Rajoy. Habrá críticas, pero sottovoce. No le va a costar mucho conseguir un cierre de filas'.

Para comprender esta actitud es clave el momento político en el que nos encontramos a tres meses de las autonómicas y municipales y el panorama favorable que las encuestas proporcionan a los conservadores.

'Hay tales ganas de que se produzca el cambio político que es impensable que las decisiones de Rajoy sean contestadas dentro de las filas del PP', sentencia un dirigente que en su día, a las puertas del XVI Congreso Nacional del partido, integró el denominado 'sector crítico'.

'Ahora, a tantos puntos de los socialistas en las encuestas, el partido aplaude a Rajoy hasta que esté tumbado', resume de modo gráfico otro integrante de las filas conservadoras.

Lo que más preocupa a destacados dirigente del partido es que con el respaldo brindado por Rajoy a Camps pueda trasladar a la ciudadanía la idea de que la formación premia prácticas, cuando menos, poco transparentes o impropias de quienes ejercen responsabilidades políticas.

En esta idea pone el acento un diputado. 'Más allá del tema de los trajes, que acaba siendo una cuestión menor, el verdadero debate está en la idoneidad del candidato', explica. 'Las dudas sobre Camps prosigue se centran en si se ha comportado como debía, en si ha engañado al PP, en si ha perdido las formas ante los ciudadanos'.

Otro de los riesgos, recuerdan algunas fuentes, es el de la ruptura de la misma vara de medir. '¿Por qué en Baleares y en Madrid se actúa con contundencia contra los imputados en casos de corrupción y en Valencia no?', se preguntan.

Pero el peligro que más acecha a Mariano Rajoy, el que más personalmente le afecta, es el de que Camps se convierta en un elemento distorsionador de su campaña para las elecciones generales de 2012. Y es que si el president valenciano llega a sentarse en el banquillo, esto se produciría a finales de 2011.

Mientras, los barones del PP se preparan para una campaña en la que el caso de los trajes va a colarse en la agenda. No sólo en la de Camps.

 

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