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Riesgo de incendios El calor y la sequía ponen a Galicia en alerta por la posibilidad de una nueva oleada de incendios

La Xunta decide mantener activos a los equipos de extinción ante las previsiones de viento, falta de lluvia y temperaturas por encima de los treinta grados.

Uno de los incendios que asoló Galicia a mediadios de octubre/EFE

JUAN OLIVER

Galicia registrará un nuevo fin de semana con jornadas muy calurosas y sin lluvia que ha puesto en alerta a la comunidad ante el riesgo de que pueda producirse una nueva oleada de incendios como la de hace dos semanas. Entonces, el fuego devoró más de 35.000 hectáreas de bosques y montes, especialmente en municipios del interior de las provincias de Ourense, Lugo y Pontevedra, aunque también cercó zonas urbanas próximas a grandes capitales como Vigo, la ciudad más poblada. Durante casi una semana destruyó decenas de viviendas y granjas y acabó con la vida de cuatro personas.

Este otoño está siendo uno de los más secos de los últimos años, y tras la catástrofe de mediados de mes la Consellería de Medio Rural de la Xunta ha decidido mantener activos los servicios de extinción hasta el próximo 12 de noviembre. Lo anunció hace dos días la conselleira de Medio Rural, alertando de “las condiciones meteorológicas adversas” que se esperan para los próximos días.

El viento es una de las variables que más complica la extinción de los incendios y que más contribuyen a que se exapandan

Según Meteogalicia, hoy mismo se han registrado temperaturas superiores o rondando los 32 grados en Vigo y Pontevedra, y superiores a los 30 o acercándose a esa barrera en numerosas localidades del interior de esa provincia y también en la de Ourense, la más afectada por los incendios. Para mañana se esperan de nuevo casi 30 grados en Ourense capital, 28 en Vigo y Pontevedra, 25 en Santiago... Y aunque refrescará un poco a partir del domingo, los termómetros seguirán en niveles elevados toda la semana que viene. No habrá lluvias al menos hasta el próximo jueves, y si las hay, serán débiles.

A todo eso se añade el viento, una de las variables que más complica la extinción de los incendios porque provoca bruscos cambios en la dirección del fuego, y que más contribuye a su expansión. Hoy hubo localidades que registraron valores por encima de los cincuenta kilómetros a la hora, como Fornelos de Montes, en la montaña de Pontevedra, que padeció varios incendios graves hace dos semanas.

El sábado y el domingo volverá a soplar por encima de los treinta kilómetros por hora en el litoral norte de la comunidad y en las zonas de montaña, las más despobladas y con peores condiciones para el acceso a los equipos de extinción. La barrera de los treinta kilómetros por hora marca el punto a partir del cual los expertos consideran el viento como un factor de riesgo clave en la declaración y propagación del fuego.

El Índice de Riesgo de Diario de Incendio Forestal (INDI) que elabora la Xunta estaba hoy en alerta amarilla, es decir con un riesgo de fuego de entre el 57% y el 68%, en todos los municipios del interior de la comunidad y también en la Costa da Morte de A Coruña y en el litoral del sur pontevedrés. Una veintena de concellos, la mayoría en Lugo y Ourense, permanecían en alerta naranja con un IRDI de entre el 69% y el 81%, y otros seis, todos en el interior de esta última provincia, en alerta roja, con riesgo de incendios superior al 81%.

“Las condiciones meteorológicas adversas” de los próximos días aumentan el riesgo de una nueva oleada de incendios

La catástrofe ha seguido planeando esta semana sobre varios puntos de Galicia. Los bomberos lograron extinguir ayer un incendio en la parroquia de San Mamede, en el municipio ourensano de Viana do Bolo, que calcinó casi medio centenar de hectáreas de arbolado y monte bajo. El fuego, sobre cuyo origen no existen indicios hasta el momento, se mantuvo activo durante más de ocho horas. El pasado martes se extinguió también otro incendio en la localidad de Cervantes, en el parque natural de Os Ancares, que se había mantenido activo durante diez días.

Entre las críticas a su política forestal y la contestación social por su gestión de la catástrofe –el presidente autonómico, Alberto Núñez Feijóo, reconoció que su Gobierno perdió el control de la situación durante doce horas-, la Xunta comenzó esta semana a evaluar la situación en los municipios afectados para evitar el arrastre de las cenizas a los ríos y a los bancos marisqueros de las rías. Estos suelen padecer una elevada mortandad de marisco tras los incendios cuando las lluvias los inundan con toneladas de lodo procedente de los montes quemados.

Además, los agricultores afectados han alertado de la posibilidad de perder las ayudas que la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea concede a los propietarios de parcelas destinadas al pasto del ganado, y que han sido arrasadas por el fuego en muchos municipios.

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