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'Sororidad' para combatir la misoginia

Las feministas aplauden el gesto de solidaridad de la esposa del viceprimer ministro británico con Sara Carbonero

CARMEN DOMINGO

Si hace unos días Sara Carbonero era noticia cuando The Times la acusó de 'perjudicar' a la selección española de fútbol, tras regresar Copa del Mundo en mano, llegaron los 'yo no lo dije', 'se me entendió mal', 'aquello era solo un chascarrillo'. Sin embargo, los británicos no rectifican. Mejor que nadie lo sabe la española Miriam González, esposa del viceprimer ministro británico, Nick Clegg, quien al día siguiente de acabar el Mundial se apresuró a escribir una carta a The Times, acusándolo de machismo por el juicio al que sometieron a la periodista. Por toda respuesta, éste la invitó a pasarse junto a la pareja por la redacción, donde 'los invitaremos a un pincho de tortilla'.

González puso el dedo en la llaga de forma pública, en una clara muestra de sororidad, término usado para hablar de la hermandad, apoyo y reconocimiento entre mujeres. Este gesto, comenta Laura Freixas, presidenta de la Asociación Clásicas y Modernas para la Igualdad de Género en la Cultura, es muy positivo: 'Es importante que se visibilicen estas actitudes. La manera de evitar que se repitan estas conductas sexistas no es hacer como si fuéramos iguales y no mencionar las diferencias de género, sino hacerlas visibles. Para ello, es importante que nos juntemos, que nos asociemos y apoyemos. Que haya figuras de mujer influyentes, importantes, que den estos pasos siempre es positivo'.

La 'sororidad' implica hermandad, reconocimiento y apoyo entre mujeres

Los hombres, habituados a juntarse y a hablar de 'sus' temas, están prestos a salir en defensa de un congénere y mantienen sus lobbies. Algo que, según comenta Elvira Altés, coordinadora de la revista Dones de l'Associació de Dones Periodistes de Catalunya, es fruto de 'un sistema patriarcal que estructura las creencias, las prácticas y las actitudes de forma que parezca natural aquello que no lo es'. 'Existe una discriminación positiva masculina que nos resulta invisible de tan imbricada como está en la realidad cotidiana', añade.

Parece que las mujeres aún dudan en el momento de hacer lo propio en público. A pesar de que, en privado, recurren entre sí cuando tienen algún problema o alegría que comunicar. Eso es sororidad, palabra procedente del latín sor (hermana) y no reconocida por la RAE. 'Amistad entre mujeres diferentes y pares, cómplices que se proponen trabajar, crear y convencer, que se encuentran y reconocen en el feminismo', explica la mexicana Marcela Lagarde.

Pero ¿por qué cuesta tanto ayudarnos y defendernos en público? Según Laura Freixas, 'porque partimos de un descrédito de todo lo femenino. A priori, las mujeres se contemplan como algo sin interés, y siempre es más fácil apuntarse al carro de lo prestigioso. A las mujeres se las ve como mujeres y a los hombres como ministros, como periodistas'.

'Existe una discriminación positiva masculina', lamenta Elvira Altés

Fueron feministas italianas y francesas las que, a mitad del siglo XX, desarrollaron un concepto que va más allá de la solidaridad, vista como un intercambio que mantiene las condiciones como están. La sororidad, en cambio, tiene implícita la modificación de las relaciones entre mujeres ayudándose entre ellas, fraternidad femenina, dándole nombre a esa experiencia solidaria con la que se construye lazos que contribuyen al avance social. Huyendo, obviamente, del conocido refrán 'Mujeres juntas, ni difuntas'.

Una carta a The Times quizás es poco, pero siempre queda algo. 'Los cambios son lentos, pero se van produciendo', pronostica Altés. 'Las mujeres hoy en día han alcanzado un estado de conciencia que no tiene vuelta atrás. Reivindican su autonomía, su profesión, la posibilidad de proyectar su futuro sin supeditarlo a las convenciones tradicionales del matrimonio y la familia. El hecho de que ante el caso de Carbonero se hayan levantado muchas voces de mujeres reclamando un respeto hacia su profesionalidad, me parece un síntoma de ese nuevo estado de conciencia', concluye.

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