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El superviviente del Gobierno tripartito

Los expertos decían que la gente de izquierdas se quedaría en casa y que la derecha saldrían en masa a votar. Con esa información Joan Herrera se lanzó a la carretera

L. DEL POZO

Las cosas no empezaron bien. Las encuestas pronosticaban un descalabro para los tres partidos del Govern y el famoso desapego tenía que barrerlo todo. Los expertos decían que la gente de izquierdas se quedaría en casa y que los señores de la derecha saldrían en masa a votar. Y así, con esa información a sus espaldas, Joan Herrera, el candidato de ICV-EUiA se lanzó a la carretera.

La primera parada fue Lleida. Había que trabajar para salvar al diputado Francesc Pané, cuyo escaño estaba en peligro. La cena fue sosa, ni banderas ni grandes aplausos; los ánimos estaban apagados y las fuerzas de los ecosocialistas empezaban flaqueando.

Y, sin embargo, Herrera, tímido, risueño, amable, se ponía detrás de cualquier atril, ante 150 o 300 personas, daba igual. Y como si supiese algo que los demás no sabían, repetía, una y otra vez: 'El futuro no está escrito'. Y entonces, llegó el mitin central. Y con él, los mensajes de siempre, los que Herrera llevaba repitiendo hacía una semana. Y, sin embargo, los mensajes sonaban distintos. Esta vez sí, los ecosocialistas se lo creyeron. Había esperanza. El hombre amable lo había conseguido.

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