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Suso Lista, el percebeiro que escribe relatos desde el fin del mundo

El cormelán Suso Lista dejó de plantarle cara al mar cuando le sobrevino una enfermedad. Ahora se dedica a dirigir cortos y a tejer historias que saben a salitre

HENRIQUE MARIÑO

Hay un rincón de la Costa da Morte donde cada piedra tiene nombre. Aquélla, a lo lejos, es la del Roncudo, donde se crían 'los mejores percebes del mundo'. Suso Lista (Corme, 1962) las conoce como la palma de su mano, cuyos callos han trepado por las rocas una inmensidad de veces, tantas como olas arrastra el Atlántico.

Una llegó traicionera y le hizo replantearse ese oficio consistente en arrancarle al océano su tesoro: el percebe, un crustáceo con forma de uña que alberga en su tallo un pedazo de carne que sabe a mar, por el que llegan a pagarse obscenidades en los manteles de postín. Claro que el precio es más alto para quienes los extraen.

'He visto como moría gente, no vale la pena arriesgarse', confiesa Lista. 'Un día, por mi mala cabeza, estuvo a punto de llevarme... Me acojoné tanto que empecé a ser más precavido. Hay quien dice que le tiene respeto, pero lo mío es miedo. Respeto se lo tengo a mi padre'.

Suso vive en Corme, un puerto coruñés que desafía los rigores de la naturaleza. Aquí nació y, después de una larga travesía de juventud, aquí ha vuelto. De crío, lo mandaron a estudiar a Valencia. Con dieciséis años, se embarcó en un mercante, con el que pespunteó la costa mediterránea, el norte de Europa... 'Andaba por Casablanca o Hamburgo como por mi pueblo', recuerda. 'Pero llega un momento en el que ya no disfrutas viendo mundo, porque te imaginas jubilándote en el mar, como tu padre o tus vecinos. Por eso decidí luchar por quedarme en tierra y vivir del percebe. Algo complicado, pues hace años el furtivismo resultaba pintoresco, no como ahora, donde furtivo es sinónimo de ladrón'.

Cuando fue patrón mayor, intentó ponerle coto a los esquilmadores, aunque le hicieron la vida imposible. 'Abogaba por una pesca responsable y por un mayor control del furtivismo, pero había quien no estaba por la labor y llegaron a pincharme las cuatro ruedas del coche. Acabé muy quemado y seguí con lo mío'. Hasta que le extirparon un carcinoma en la cuerda vocal derecha y el médico le aconsejó un trabajo de secano.

'Era la tercera vez que burlaba la muerte'. Y pensó que se iba a quedar sin voz, lo que le llevó a implicarse en un proyecto que había nacido como un cortometraje. 'Paradójicamente, ahora tengo mejor timbre, porque antes hablaba con la voz rascada'. La misma que se escucha en Para mariñeiros, nós, una comedia protagonizada por dos marineros sobrados de retranca que dio el salto de Youtube a V Televisión.

'Antes, ya había actuado en la serie de la TVG Mareas Vivas', explica Lista. Su personaje se codeaba con el juez de Portozás, encarnado por Luís Tosar, con el que volvería a coincidir años después entre las rejas de Celda 211. Luego vinieron otras producciones, que alterna con la escritura de relatos. Realismo mágico desde el fin del mundo.

'Precisamente acabo de quedar con el pintor Jorge Cabezas porque quiero publicar un libro con ilustraciones suyas'. Textos en los que la línea que media entre los hechos y la ficción es un trazo difuso. Donde el autor es persona y personaje. Y que, irremediablemente, como los percebes, saben a mar. 'Y eso que no lo echo nada de menos... Basta abrir los ojos para verlo desde mi cama nada más despertarme'.

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