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El Tibidabo reabre con nuevas incógnitas

CiU sostiene que la atracción tuvo 'problemas hidráulicos' cuando fue instalada hace cuatro años

JORDI MUMBRÚ

El parque de atracciones del Tibidabo (Barcelona) trata de pasar página y olvidar la tragedia, pero nuevas incógnitas se suman a los interrogantes abiertos tras el desplome de El Péndulo que, el pasado sábado, causó la muerte a una chica de 15 años.

La dirección admite problemas en El Péndulo' durante su instalación

Un comunicado de CiU sostenía hoy que la dirección del Tibidabo había reconocido que la atracción tuvo 'problemas hidráulicos' cuando fue instalada, hace cuatro años, y que tuvieron que reajustarla porque 'el brazo tocaba ligeramente con la columna que lo sostenía'. Tres investigaciones permanecen abiertas para determinar las causas del accidente. Hoy, una hora después de reabrir las puertas, el alcalde, Jordi Hereu, aseguró que 'se está trabajando desde distintos ámbitos' para esclarecer 'quién es el responsable de esta tragedia'. Según dijo, todas las atracciones y el protocolo de seguridad se están revisando minuciosamente. Además de El Péndulo y La Mina de Oro, dañadas en el accidente, otra atracción permanece cerrada, El Huracán. Se trata de una instalación similar a la que se desplomó el sábado, por lo que ahora se está revisando su mecanismo.

El parque ha dado su primer paso hacia la normalidad, aunque había menos de la mitad de gente que de costumbre. Las reservas de los campamentos de verano, en cambio, no se han cancelado, sino que han aumentado.

Una hora después de abrir las puertas, todos los trabajadores y algunos representantes del ayuntamiento, con el alcalde al frente, guardaron un minuto de silencio en la entrada del parque.

Una atracción similar a la accidentada está en revisión

Los empleados del Tibidabo, que en su mayoría son gente joven, estaban muy afectados por la tragedia. Miradas de complicidad, abrazos, besos y una sola frase para responder a los periodistas: 'Lo siento, no podemos hablar'. Pero siempre se escapa algo. Por la mañana hubo una asamblea en la que se repartieron lazos negros entre los empleados. También dedicaron un emocionado aplauso a los técnicos que estaban de guardia ese día. 'Es normal que estemos todos unidos', concluyó un joven.

Las cámaras de las televisiones utilizaban hoy un mirador del parque para tomar imágenes de la atracción que se desplomó el sábado. Recogían el recuerdo de la tragedia. Cada diez segundos, el silencio que dominaba el mirador se rompía y, entre las cámaras y los restos de El Péndulo, aparecía un vagón de la Montaña Rusa a gran velocidad lleno de gente que gritaba de alegría y levantaba los brazos. Cuando pasó el tercer vagón, uno de los responsables del Tibidabo afirmó: 'Es maravilloso volver a escuchar los gritos de diversión. Esta es la función del parque'.

Porque el sábado no sólo se desplomó una de las atracciones más populares del parque y terminó con la vida de una chica de 15 años, sino que también se acabó con la sensación generalizada de que en el Tibidabo esas cosas no podían suceder.

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