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La venganza del 'tetrabrik'

Una huella dactilar permite detener cuatro años después al autor de una bomba casera oculta en un envase de bebidas que produjo amputaciones a un empresario

ÓSCAR LÓPEZ-FONSECA

Fue una venganza muy meditada. Había dos tetrabrik de zumo. Uno, inofensivo, estaba sobre el capó de la furgoneta de la víctima y apoyado en la luna de la misma. Éste debía servir para que el propietario del vehículo no sospechase del segundo, colocado sobre la manilla de la puerta del conductor, y lo retirase sin temor. Quien lo ideó no se equivocó. El 22 de junio de 2007, el empresario madrileño David Jiménez Galán, que entonces tenía 40 años, sufrió la amputación parcial de dos de sus dedos de la mano como consecuencia de la explosión de un pequeño artefacto de fabricación casera que estaba oculto en un envase de bebidas. Cuatro años después la policía ha conseguido dar con el autor de aquel atentado gracias a una huella dactilar recuperada en el tetrabrik que sirvió de señuelo. Fue presuntamente José Luis Asensio, un ex socio suyo que acusaba a la víctima de haberle llevado a la ruina, según ha informado la Jefatura Superior de Policía de Madrid.

Llegar hasta él no ha sido fácil. Tras la explosión, ocurrida en la calle Alcalá de Guadaira, del madrileño barrio de Puente de Vallecas, la policía revisó los restos de la pequeña bomba y pudo comprobar que estaba compuesta por un tubo metálico, que contenía la sustancia explosiva, y un dispositivo eléctrico que activaba el artefacto ante cualquier movimiento brusco. Sin embargo, entre sus restos los agentes no hallaron ninguna huella que permitiese identificar al autor. Sí las había, sin embargo, en el otro tetrabrik, el de señuelo. Allí, la policía halló cinco huellas dactilares. Cuatro de ellas fueron descartadas por los expertos porque no estaban suficientemente completas para permitir una identificación. La quinta sí era válida, pero entonces tuvo que quedar archivada como 'anónima' ya que no se correspondía con ninguna persona fichada.

Durante estos cuatro años, los agentes de la Brigada Provincial de Información siguieron varias vías de investigación, aunque sin fortuna. De hecho, en un primer momento la familia de la víctima se resistía a creer que el atentado fuera fruto de una venganza, y se aferraba a la idea de que todo había sido una trágica gamberrada. Finalmente, la policía sí encontró alguien que podía estar enemistado con el herido, un ex socio llamado José Luis Asensio, quien tiempo antes del atentado había mantenido fuertes discrepancias con el empresario por la quiebra de la empresa que habían compartido, Rotacor. De hecho, el ahora detenido había incluso amenazado verbalmente a David en varias ocasiones con causarle daños físicos, ya que le consideraba el responsable de que aquella firma fracasara y él se viera abocado a la ruina.

Los agentes centraron las pesquisas en él y pudieron localizarlo en Ahigal, un pueblo de Cáceres en el que residía ahora y al que acudieron para entrevistarse con él. Durante aquel encuentro, José Luis negó haber participado en los hechos y se mostró dispuesto a que los agentes le tomaran las huellas dactilares. Parecía estar seguro de que no había dejado ningún rastro que le incriminara. Se equivocó. El pasado 25 de mayo era detenido como presunto autor de la colocación del tetrabrik gracias a la quinta huella. El móvil: la venganza. El juez ya le ha enviado a prisión.

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