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Demis Roussos o el éxito de la simplicidad exótica

El cantante griego puso al mundo entero a bailar en 1973 al ritmo de "triki, triki,  Mon Amour, triki, triiiiii". En España vendió una buena parte de los cincuenta millones de álbumes que colocó a nivel internacional y al español tradujo la mayor parte de sus éxitos

Fotografía de archivo fechada el 3 de septiembre de 2006, que muestra al cantante griego Demis Roussos durante su actuación en el Festival Internacional de la Canción de Sopot cerca de Gdansk, al norte de Polonia. Roussos falleció ayer, 25 de enero de 2015, a los 68 años de edad. /EFE

EFE

Sus largas y vistosas túnicas eran, junto a su barba y su melena descuidada, las señas de identidad de Demis Roussos, cuya muerte se conoció hoy; una imagen que casaba a la perfección con su tranquilidad y una sencillez que promulgaba desde sus canciones de amor, tan tópicas como pegadizas sus melodías.

Porque si algo no destacaba en los temas que hicieron famoso al cantante griego de origen egipcio era la profundidad de unas letras llenas de tópicos, pero que él sabía defender con la elegancia que le permitía el movimiento vaporoso de sus túnicas.

Incluso en algunos casos, el éxito de una canción se basaba en la simple repetición cacofónica de un sonido sin significado alguno.

Así fue con uno de sus mayores éxitos, "Mañanas de terciopelo" ("Velvet mornings"), que en 1973 puso al mundo entero a bailar al ritmo de "triki, triki, triki, triiiki, triki, Mon Amour, triki, triki, triki, triiiiii".


Acompañado de un leve chasquido de dedos, el cantante, fallecido este fin de semana en Atenas aunque la noticia no se hizo pública hasta hoy, convirtió esta canción en un himno que cantó en griego, inglés, francés o español, entre otros idiomas.

Un artista internacional que supo salir de la limitación que le imponía su idioma, el griego, que él reconocía como complejo y muy local, pero que supo exportar a través de esas melodías que le hicieron tan popular en casi todo el mundo, aunque el éxito que logró en España no fue comparable a ningún otro.

En España vendió una buena parte de los cincuenta millones de álbumes que colocó a nivel internacional y al español tradujo la mayor parte de sus éxitos: "Bailaré bailarás", "Mi amigo el viento", "Mi razón", "Cuando soy como un niño", "Adiós amor adiós" o "María".

En España vendió una buena parte de los cincuenta millones de álbumes que colocó a nivel internacional y al español tradujo la mayor parte de sus éxitos


"Aunque soy un artista internacional, no lo soy al cien por cien, porque en una buena parte soy un músico local", reconocía el artista en una entrevista con Efe en 2000, cuando presentó un disco con los éxitos que le convirtieron en estrella en los años setenta.

Un regreso que no tuvo la repercusión esperada y que no le permitió recuperarse de la terrible transición musical de los ochenta, como él definía a un periodo por el que transitaron como pudieron otros artistas de su estilo, como Charles Aznavour o Nana Mouskouri.

Nada que ver con el tremendo éxito de años anteriores, cuando sus melodías eran tan conocidas como sus exóticos y llamativos atuendos, especialmente sus túnicas de lentejuelas.

Pero en sus primeros tiempos lo que le hizo destacar fue la alta tesitura de su voz, con la que se fue abriendo un hueco en la escena desde los 17 años, aunque tuvo su primera etapa importante a partir de 1968 cuando se unió a la banda de rock progresivo Aphrodite's Child.


Le acompañaba en ese grupo el teclista Evangelis Papathanassiou, que más tarde acortaría el nombre a Vangelis y se dedicaría a bandas sonoras de éxito, como la de "Chariots of Fire" ("Carros de fuego") o "Blade Runner", en la que participó Roussos cantando el tema "Tales of the future".

Los años setenta y ochenta fueron de gran éxito para el cantante, que sin embargo pasó por un momento personal muy complicado.

En 1982 publicó el libro "A Question of Weight" ("Una cuestión de peso"), un relato personal sobre su larga lucha contra la obesidad, un problema contra el que luchó toda su vida y que le hizo caer en una grave depresión en aquella época.

A eso se unió un acontecimiento en el que el artista se vio desgraciadamente implicado en junio de 1985.

Roussos era uno de los pasajeros del vuelo TWA 847 que volaba de El Cairo a San Diego y que fue secuestrado por un grupo radical islámico poco después de cumplir su primera escala en Atenas.

Desviado al aeropuerto de Beirut, el avión viajó entre la capital libanesa -en plena guerra civil- y Argel, ida y vuelta mientras parte de los pasajeros permanecían a bordo, entre ellos Roussos, a quienes los secuestradores incluso obsequiaron con un pastel por su cumpleaños, que era el 11 de junio.


El cantante lo explicó en una multitudinaria rueda de prensa tras su liberación, en la que se mostró tranquilo y nada traumatizado por la experiencia.

Un hecho que superó con la ayuda de su fe y su pertenencia a la iglesia ortodoxa griega, con la que ha colaborado cantando en templos de todo el mundo.

Aunque no paró de trabajar y en los noventa produjo canciones sin parar, el éxito ya no le volvió a acompañar al mismo nivel y ni los discos de recopilación de sus éxitos le devolvieron la gloria de antaño.

Su último disco, "Demis", se publicó en 2009, y nunca suspendió sus conciertos. El próximo estaba fijado para el 12 de marzo en Moscú y algunas informaciones apuntaban a un próximo trabajo que nunca verá la luz.

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