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El aislamiento lleva a la quiebra a las empresas de Gaza

El aislamiento impuesto a la franja de Gaza está llevando a la asfixia económica a las empresas locales, tan necesarias para una población cuya tasa de desempleo se estima en el 70% de la población.

Eugenio García Gascón

Muhammad Yazegi viste un traje moderno de corte impecable. De las mangas sobresalen los puños de la camisa rematados con sendos gemelos de plata. En Gaza, entre la pobreza que le rodea, su persona parece fuera de lugar, especialmente porque sonríe constantemente, a pesar de que observa el ayuno de Ramadán y durante estos días la gente parece más afligida que de costumbre.

El negocio familiar que Yazegi regenta es el mayor de Cisjordania y Gaza. En condiciones normales -que no se dan con frecuencia-, su empresa de embotellado de refrescos da empleo a 200 personas e ingresa unos 10.000 dólares diarios. Ahora, y desde hace tres meses, la misma empresa cuenta con 20 personas y pierde 5.000 dólares cada día.

'El negocio lo inició mi padre. En 1962 embotellábamos sólo Seven Up, pero en 1986 Pepsi compró esa empresa y comenzamos a embotellar Pepsi. Tenemos cinco líneas de bebidas: agua, zumos, Pepsi, Miranda y Seven Up', explica con orgullo.

Nuestro problema se agudizó hace tres meses, cuando los israelíes dejaron de suministrarnos gases para las bebidas, de manera que ahora sólo podemos embotellar agua y zumos. Es la peor situaciónen 36 años'.

'La Autoridad Palestina está colaborando con Israel contra Hamás y nosotros, que estamos en medio, somos quienes lo pagamos', se lamenta Yazegi.

'Israel quiere estrujar a Hamás a toda costa y no atiende al daño que causa a un millón y medio de civiles', dice.

Pacto imprescindible
Yazegi considera que tanto el presidente, Mahmud Abás, como el primer ministro de Hamás, Ismail Hanniya, a quienes conoce personalmente, 'son buena gente, aunque no puede decirse lo mismo de las personas que les rodean'.

El empresario asegura que no le interesa la política, pero a renglón seguido sugiere que es urgente que Fatah y Hamás se sienten a negociar. En su opinión, la situación en Gaza es 'insostenible' y no durará mucho tiempo.

El índice de desempleo es, según algunas fuentes, del 70%, aunque Yazegi lo cree superior al 90%. A sólo unos kilómetros de la casi desierta nave de Yazegi, está el supermercado de Abu al-Abed. Un goteo de clientes entra a buscar en unas estanterías que parecen repletas de productos.

Sin embargo, algunos víveres escasean, especialmente los productos lácteos que en condiciones normales llegan desde Israel.

'Este Ramadán es distinto. Una familia que el año pasado destinaba 100 shekels a la compra diaria (18 euros), este año emplea 20 shekels. No hay dinero porque casi nadie trabaja', explica con pesadumbre el propietario del supermercado.

Abu al-Abed no esconde su simpatía por Fatah y culpa a Hamás de la situación: 'Ellos son los que mandan y deberían garantizar a la población alimentos asequibles'.

El precio de muchos productos se ha disparado en los últimos meses al tiempo que la capacidad adquisitiva ha disminuido. La construcción se ha detenido casi completamente, otra señal del abismo que se ha abierto entre Cisjordania y Gaza, donde el precio de un saco de cemento cuesta un 600% más que hace tres meses.

Taysir Abu Aida, propietario de una planta de cemento, ha dejado de trabajar. Asegura que la parálisis en su empresa es total: 'Es imposible obtener las materias primas o exportar. Puede decirse que nos han estrangulado'.

Otra de las mayores empresas de Gaza, dedicada a la fabricación de muebles, está en la llamada zona industrial de Karni, junto a la frontera israelí.

Ahmad Ayyur, de 30 años, es hijo del propietario. Antes había 65 personas, ahora sólo hay seis empleados.Los Ayyur fabrican muebles para Israel.

En condiciones normales envían tres o cuatro camiones diarios a Israel. El 80% de los muebles se vende en zonas judías y el 20% en zonas árabes de Israel. 'En Gaza ni siquiera vendemos el 1%, puesto que la gente no puede pagar los muebles. En Israel nos pagan tres veces más', dice Ayyur.

Una de las naves está a rebosar de muebles almacenados a la espera de que Israel vuelva a abrir la frontera. Los Ayyur confían en deshacerse de esos muebles cuando se abra el paso de Karni. Si esto no ocurre pronto, la empresa, una de las pocas que hay en Gaza, tendrá que quebrar.

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