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«Los niños soldado somos recuperables»

Ishmael Beah cuenta cómo salió del infierno de Sierra Leona // Actualmente 250.000 niños están combatiendo en distintas partes del mundo

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Cuando los combates se lo permitían y podía parar un momento, Ishmael Beah se decía a sí mismo: "Bien, he sobrevivido otro minuto. ¿Cómo haré para sobrevivir el siguiente?". Así transcurría la guerra para un niño que había dejado de serlo.

Beah está en el CCCB (Centre de Cultura Contemporània de Barcelona) y habla un inglés con acento americano. Ha venido a presentar su libro Un largo camino. Memorias de un niño soldado (RBA). Su objetivo es claro y no lo disimula. "Todo el mundo en esas circunstancias haría lo mismo y quiero que la gente conozca el contexto. Qué es Sierra Leona. También que los niños soldados somos recuperables. Yo soy un ejemplo de ello".

Tiene una piel aterciopelada y la mirada franca. Viste una camisa roja y una americana. Su discurso es ordenado y muy directo. Nada que ver con aquel niño que a los trece años se convirtió en un drogadicto -cocaína, marihuana- con un fusil AK-47 como mejor amigo. "A mí me apodaban Serpiente Verde porque me situaba en las posiciones más peligrosas y difíciles (...) El teniente me puso el apodo, diciendo ‘no pareces peligroso, pero lo eres y te fundes con la naturaleza como una serpiente verde, engañosa y mortal cuando quieres", explica Beah en su libro.

Después de la guerra

A los quince años fue rescatado de la guerra por UNICEF e internado en un centro de rehabilitación en la capital, Freetown. Allí tuvo que empezar a enfrentarse a sus fantasmas. "Intenté pensar en los días de mi infancia, pero me fue imposible, porque me venían imágenes de la primera vez que le corté la garganta a un hombre". No fue fácil pero, viendo ahora a Beah sentado ante un micrófono, uno piensa que, definitivamente, ha sobrevivido a esas pesadillas.

Hoy, Beah, que guarda para sí los aspectos más escabrosos de su pasado, es embajador de UNICEF, vive en Brooklyn y habla con naturalidad de "mi madre americana". Además, tiene un mensaje y un auditorio para escucharle. "En el National Geographic aparecen imágenes como un hombre andando sin zapatos, pero la África contemporánea es muy distinta". Y alza su libro. Quizás le gustaría decir, "África no sólo es guerra y corrupción. Entendedlo, blancos". Pero no lo dice. Beah es educado y sus palabras son suaves, incluso cuando cuenta cuán enfadado ha llegado a estar y cuánta necesidad de venganza ha tenido. También aprovecha para explicar que las guerras son, muchas veces, producto de la corrupción y que ésta está apoyada por gobiernos extranjeros. No es sólo cosa de africanos.

Ishmael Beah no es el único niño soldado que ha explicado en un libro sus experiencias. Antes hubo otros supervivientes que han dejado la barbarie atrás. Pero ¿y las niñas? Beah explica que "para ellas es más difícil". No sólo tienen que soportar "experiencias aún peores" durante el conflicto -ya que los ejércitos las raptan y utilizan como esclavas sexuales- sino que también padecen la "vergüenza" y "el rechazo de la gente" una vez salen del infierno de la guerra.

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