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El tráfico de órganos florece en la India

Desarticulan una red que llevaba diez años extrayendo órganos a gente necesitada.

RAQUEL PAJÍN

Steve Davis, un periodista londinense compró ayer en contra de su voluntad una alfombra en Nueva Delhi. Fue captado por un taxista que le prometió una vuelta turística. La primera parada fue la tienda de un amigo.

Sin embargo, el acoso a pie de calle en la India muchas veces se paga más caro. En plena festividad del día de la República -26 de enero- la Policía destapó en Gurgaon, barrio limítrofe al extrarradio de la capital Nueva Delhi, una red que durante los últimos diez años ha hostigado a más de 500 pobres para trasplantar sus riñones a pacientes ricos.

Les engatusaban con un trabajo o la promesa de curarles de otras afecciones y una vez en la mansión privada del “doctor horror”, Amit Kumar, –principal inculpado dado a la fuga– los sedaban, despertando con un inmenso dolor en su abdomen. Y un riñón menos.

La policía baraja la posibilidad de que algunas de las víctimas accediera a vender su riñón por 50.000 rupias (1.000 euros) y oculte la trasacción ilegal y consentida de sus vísceras.

Shakkel Ahmed, un albañil de 28 años de edad procedente de Uttar Pradesh, asegura que ingresó en la clínica de Kumar con la promesa de recibir una operación que mejoraría sus problemas digestivos. Ahora se arrepiente: “yo trabajo duro en la construcción, cómo voy a poder sobrellevarlo ahora?”.

Villariñones

El tráfico de órganos no es nuevo en la India, un país donde se necesitan 100.000  riñones al año. En enero del 2007 la policía desarticuló otra red que suministraba órganos a 52 hospitales en el sur del país, con una nutrida clientela de Sri Lanka dispuesta a pagar hasta dos millones de rupias (40.000 euros) por el ansiado trasplante. Las víctimas eran tamiles de Chennai, región asolada por el Tsunami donde uno de sus pueblos ya es conocido como “villariñones”.

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