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Sarkozy tiene un plan para su arma nuclear

Contempla la posibilidad de su uso de forma preventiva

ANDRÉS PÉREZ

El jefe supremo de los Ejércitos franceses, Nicolas Sarkozy, ya tiene su propia doctrina del uso de armas atómicas. Durante el bautizo el jueves del nuevo submarino nuclear Le Terrible, estableció un nuevo marco del uso de la bomba y juzgó legítimo lanzarla como 'advertencia nuclear' frente a un enemigo posible cuyos contornos definió para que se parecieran lo más posible a Irán.

La doctrina francesa de lo que se llama aquí la Force de Frappe, la fuerza nuclear, es un arte que linda con la poesía, la filosofía y el cine de horror desde que quedara establecida hace 40 años. Como la bomba es por definición inutilizable desde el equilibrio del terror, y especialmente en el caso de Francia -país de poderío intermedio-, la cosa va mucho de pico. Y pico no le falta a Sarkozy, que se vistió de gala ayer para retocar la aborrecida doctrina nuclear de su predecesor, Jacques Chirac.

Para Sarkozy, 'todo aquel que amenazara con tocar nuestros intereses vitales se expondría a una réplica severa de Francia que le causaría destrozos inaceptables'. Hasta ahí, todo corresponde bastante con la posición tradicional sobre el fuego nuclear. Pero la sorpresa estaba por llegar. Y llegó.

De origen estatal

Sarkozy estimó que, en caso de que 'entidades de origen estatal' 'se confundieran en cuanto a la delimitación de nuestros intereses vitales (...) sería posible proceder a una advertencia nuclear que marcaría nuestra resolución'. Y añadió: 'En ese caso, los blancos serían prioritariamente los centros de poder político, económico y militar'.

En un plumazo el jefe supremo dejó en las brumas más espesas a los posibles enemigos de Francia, que ahora, a diferencia de lo que ocurría con Chirac, ya no saben lo que es posible atacar sin exponerse a un golpe atómico francés.

Es más, con la banalización, en boca de Sarkozy, de la noción de 'advertencia nuclear', París se acerca a los ataques nucleares preventivos y tácticos ya aceptados teóricamente por Moscú y Washington. Durante cuatro décadas, París se había aferrado a la posible utilización de la bomba sólo como 'última advertencia' y 'seguro de vida de la nación' frente a un enemigo implacable e invasor.

Ninguna de las algo más de 350 cargas atómicas de los misiles franceses apunta a ningún país particular. Pero el presidente designó explícitamente a Irán como un país 'que incrementa el alcance de sus misiles' y cuyo 'programa nuclear suscita sospechas'.

Para Nicolas Sarkozy, que ofreció de nuevo el paraguas nuclear francés a los vecinos, 'la seguridad de Europa está en juego'.

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