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Llega la antorcha de la polémica

Miles de pekineses esperan el paso de la llama olímpica, a veces en vano

ANDREA RODÉS

A las cinco de la mañana, Yuan Lihua, una joven de cuerpo menudo y mirada traviesa, ya estaba en la plaza de Tiananmen esperando a poder ver la antorcha olímpica, que regresó ayer a Pekín después de un largo viaje de cuatro meses.

Pero no lo consiguió. Por motivos de seguridad, las autoridades fueron cambiando el horario y el itinerario del relevo olímpico sin previo aviso, dejando a Yuan, con sus pegatinas en forma de corazón o de banderas chinas enganchadas en las mejillas, esperando en vano a la antorcha.

A las cuatro de la tarde, Yuan lo volvió a intentar. Se fue a la puerta norte del parque del Templo del Cielo, donde culminaba el relevo. Allí se encontró a una multitud ondeando banderas chinas y gritando 'Zhonguo Jiayou', (¡Venga China!), el lema nacionalista surgido tras las protestas protibetanas que estropearon el relevo internacional de la antorcha, pero la antorcha tampoco llegó.

'No te creemos', le espetó un vecino a un agente de policía, cuando éste les informó de que la antorcha pasaría por otra puerta del parque. Pero a pesar de la confusión y del caos creado por los cambios repentinos en el itinerario, en Pekín se respiraba ayer un ambiente festivo con marcado tono patriota.

Para animar a la multitud, Yuan decidió subirse a una caja y ondeando con una mano una bandera china gigante y con la otra unos pompones dorados de cheerleader, gritaba a pleno pulmón 'Venga, China'. De vez en cuando, lo alternaba con un 'Venga Pekín' o 'Venga Sichuan' , en referencia la provincia china afectada por el terremoto del pasado 12 de mayo y que dejó casi 70.000 muertos.

La gente, con las camisetas empapadas de sudor por el calor, coreaba al unísono y la fotografiaba como si se tratara de un personaje famoso. La antorcha olímpica parecía ser el principal ausente de la fiesta, donde también se echaron en falta banderas olímpicas o vítores en referencia al lema de los Juegos, 'One world, one dream' (Un mundo, un sueño).

Estas palabras decoran muchos de los paneles levantados en el último mes para ocultar los viejos hutongs, los tradicionales barrios pekineses de casitas bajas, la mayoría en mal estado, como el que se extiende justo al norte del Templo del Cielo.

Mientras la llama olímpica circulaba por Pekín arropada por el ambiente festivo y patriótico, cuatro activistas extranjeros, dos estadounidenses y dos ingleses, fueron detenidos por la policía china al colocar una bandera con la inscripción 'Free Tibet' en un poste cercano al Estadio olímpico.

Pekín ya ha advertido que los ciudadanos extranjeros están sometidos a la restrictiva ley china, que prohíbe desde tener una imagen del Dalai Lama, líder espiritual tibetano en el exilio, a ondear banderas tibetanas, llamar a la independencia del Tíbet o la libertad de religión.

Por otro lado, Joey Cheek, un conocido patinador sobre hielo estadounidense y crítico con la implicación de China en el genocidio de Darfur, tuvo que cancelar su viaje a Pekín al serle denegado el visado de turista, 24 horas antes de emprender el vuelo.

La web del ayuntamiento de Pekín también anunció ayer que volverán a poner restricciones para que las televisiones extranjeras puedan filmar en la plaza de Tiananmen, según informa Associated Press. La medida, que pone en entredicho el compromiso de China para garantizar la libertad de movimientos a la prensa extranjera durante los Juegos, llega un día después de que dos periodistas japoneses fueran agredidos por policías paramilitares en Kasghar, en la provincia de Xinjiang.

Los periodistas intentaban informar sobre el ataque terrorista perpetuado el lunes pasado por separatistas de la minoría étnica musulmana Uigur, naturales de Xinjiang, en el que murieron 16 policías chinos.El ataque ha puesto a prueba las extremas medidas de seguridad desplegadas por el gigante asiático un mes antes de los Juegos.

En la calle algunos ciudadanos no podían ocultar su frustración por los cambios en el recorrido de la antorcha, que circulará por Pekín hasta el viernes, día de la inauguración de los Juegos. 'Si no conseguimos verla hoy seguiremos el relevo por televisión', dice Fan, que ha venido con su familia desde Shunyi, en los suburbios de la capital. Su ilusión era que sus hijos gemelos, de ocho años , pudieran ver a algún relevista famoso. El primer día de relevo por Pekín contó con portadores como la estrella china de la NBA, Yao Ming, el astronauta Yang Liwei y el cineasta Zhang Yimou, que ha dirigido la ceremonia de inauguración de los JJOO. 

Pero los Fan llevan todo el día en Pekín y a las seis de la tarde aún no habían logrado ver la antorcha. El sobrino de Fan, un joven de 15 años vestido con ropa y zapatillas negras de baloncesto, ya no tiene esperanzas de poder ver a su ídolo, Yao, que portó la antorcha por debajo del retrato de Mao Zedong en la entrada a la Ciudad Prohibida a primera hora de la mañana.

Pero sí espera poder ver la antorcha antes de regresar a Shunyi y contárselo a sus amigos de escuela. Uno de ellos, dice, tienen entradas para los Juegos y le ha invitado a ir con él. 'Le dieron las entradas cuando su casa fue expropiada', explica el joven Fan.

En Shunyi se ha construido un nuevo parque para albergar las instalaciones olímpicas de remo a costa de derribar decenas de casas. 'Estar aquí es muy especial. Quizás no volvamos a tener unos Juegos en más de 100 años', dice Liu Guangrong, un trabajador de la construcción, que espera el relevo de la antorcha fuera del Templo del Cielo.

Liu y su novia, inmigrantes de la provincia de Anhui, han aprovechado que tienen dos meses de 'vacaciones olímpicas' ya que la obra donde trabajaban ha sido detenida hasta después de los JJOO, para reducir la polución en Pekín. Sus salarios han sido suspendidos hasta que vuelvan al trabajo en septiembre. Pero Liu, que vive en un suburbio de inmigrantes al este de Pekín, dice que el sacrificio por los JJOO vale la pena. 'Nuestro barrio ha mejorado mucho', dice Liu. 'Ahora está más limpio y es más seguro'.

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