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Bush hace sitio en el Tesoro para el equipo de su sucesor

El jefe de Gabinete de Obama dice que 'los ciudadanos necesitan ayuda económica inmediata'

ÓSCAR ABOU-KASSEM

Empezar con los deberes hechos. Ése es el objetivo del equipo de Barack Obama cuando tome posesión como presidente de EEUU. Los desafíos que afronta el país, la crisis financiera y las guerras de Irak y Afganistán, obligan a que el traspaso de poderes sea lo más acelerado posible.

Muchas de las decisiones urgentes, sobre todo en materia económica, no pueden esperar al 20 de enero. Por eso el Departamento del Tesoro está ya preparando espacio en sus oficinas para los miembros del equipo de Obama.

Los hombres del presidente electo se sentarán junto a los funcionarios del Tesoro, reveló el portavoz de la Casa Blanca Tony Fratto. 'No quieren provocar sorpresas en los mercados. Quieren intentar asegurarse de que cuentan con toda la información para las previsiones de los mercados', dijo Fratto.

El congresista Rahm Emanuel, jefe de Gabinete de Obama, subrayó este domingo mismo que la economía será la 'prioridad número uno' de la nueva Administración. Emanuel señaló la difícil situación de los más de diez millones de estadounidenses desempleados y aseguró que 'los ciudadanos necesitan inmediatamente ayuda para salvar su economía'.

Por su parte, George Bush prometió en su mensaje radiofónico del sábado que una de sus prioridades del tiempo que le queda de mandato será 'facilitar la transición' y 'asegurar que el próximo presidente y su equipo tengan un buen aterrizaje'. Para formalizar esa colaboración, Bush y Obama se reunirán hoy en la Casa Blanca.

Obama está decidido a no repetir los errores de los dos presidentes anteriores en sus llegadas al poder, sobre todo el catastrófico comienzo de Bill Clinton en 1992.

Algunas de las medidas de transición vienen de la buena voluntad del todavía presidente y otras por imperativo legal. Tras el 11-S la comisión que investigó los atentados dispuso que el presidente electo debe recibir de inmediato información de primera mano sobre la seguridad nacional.

El grupo de trabajo de Obama ha enviado una lista de nombres para que sean autorizados por el FBI a tener acceso a material clasificado. The Washington Post informaba ayer de que se pueden completar hasta 100 nuevos puestos por debajo del cargo de subsecretarios. El jefe de Gabinete de Bush, Joshua Bolten, explicó a la cadena C-SPAN que la Casa Blanca está preparando una simulación táctica para preparar al equipo de Obama en caso de ataque terrorista.

Entretanto, John Podesta, director del equipo de transición de Obama, confirmó que llevan preparando desde agosto la transición. Para ello han preparado una lista de 200 medidas aprobadas por Bush que piensan anular en cuanto el nuevo presidente tome posesión. Se trata de una serie de decretos fácilmente revocables.

Más de 40 asesores han estudiado las medidas que Obama puede modificar sin tener que pasar por el Congreso. Las prioridades se han fijado en el cambio climático, la financiación de la investigación con células madre y los derechos reproductivos. Tendrán prioridad aquellas medidas que Bush aprobó basándose en criterios políticos que sólo seguían la agenda conservadora de los republicanos.

Una cosa es un cambio y otra una revolución. Aunque Barack Obama tiene previsto afrontar de manera urgente la crisis económica y la situación en Irak y Afganistán, los rostros de su Gobierno no supondrán una ruptura total con el pasado más reciente de la política estadounidense.

En las listas de candidatos filtradas en los últimos días por el círculo de Obama figuran nombres que han ejercido cargos de responsabilidad en las Administraciones de George
W. Bush y Bill Clinton. No habrá radicales y se evitará un perfil partidista en las designaciones. Quizás los más decepcionados sean los sectores situados a la izquierda en el Partido Demócrata.

Ver en el mismo puesto de secretario de Defensa a Robert Gates o dar la responsabilidad en materia energética a Arnold Schwarzenegger, el actor metido a gobernador republicano de California, no es precisamente una revolución en Washington. Para el puesto de secretario de Estado se cuenta, entre otros, con Chuck Hagel, senador republicano por Nebraska. Hagel ha sido muy crítico, al igual que John McCain, con la manera en la que la Administración Bush ha gestionado la guerra de Irak.

Entre los designables en el bando demócrata también parecen primar las posiciones situadas más al centro. Algunas elecciones en la propia casa pueden provocar mucho recelo entre las bases demócratas. Una de las que más problemas podría crear es la de Lawrence Summers. El ex secretario del Tesoro bajo la presidencia de Bill Clinton tiene muchos enemigos entre las feministas y los negros, dos grupos de votantes que tradicionalmente apoyan al Partido Demócrata. 

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