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Obama urge a Bush a aprobar nuevas ayudas

El presidente electo no quiere esperar hasta su toma de poder y exige que ya se tomen medidas para la industria automóvilística

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ISABEL PIQUER

Barack Obama espera que el presidente George Bush apruebe antes del relevo en el poder un plan para incentivar la economía y salvar, entre otras, a la maltrecha industria automovilística. El tema, que los dos abordaron durante su encuentro en la Casa Blanca el lunes, se negocia en los pasillos de un Congreso que podría reunirse antes de finales de año para aprobar medidas urgentes contra la crisis.

La idea es encauzar parte de los 700.000 millones de dólares del plan de rescate financiero que el Congreso aprobó a principios del pasado octubre y destinarlo a la industria automovilística.

El Gobierno Bush se resiste a desviar parte del rescate para Wall Street

El Gobierno Bush se resiste. Estima que no puede usar un dinero destinado a salvar a Wall Street de la crisis hipotecaria sin una nueva legislación. Pero la presión es muy grande y el tiempo apremia.

La situación es crítica. Los tres grandes Ford, Chrysler y General Motors aseguran que están en las últimas y necesitan urgentemente la ayuda del Estado. Pronostican que si tienen que cerrar, dejarán en la calle a tres millones de personas. General Motors está peor que sus colegas. El gigante aseguró hace unos días que perdía una media de 2.000 millones de dólares al mes y que a este ritmo podría quedarse sin liquidez a mediados de 2009. Sus acciones no han cotizado tan bajo desde 1946 y ya no se habla de su posible fusión con Chrysler.

El pasado septiembre, el Congreso ya aprobó un paquete de 25.000 millones de dólares para rescatar a los fabricantes de coches; podría aprobar otro parecido si vuelve a reunirse la semana que viene. Todo depende de que Bush dé su visto bueno al nuevo plan que los demócratas negocian entre bastidores.

Los tres grandes fabricantes de coches están cerca de la quiebra

Además de usar parte de los 700.000 millones, el equipo de Obama piensa presentar y con la mayoría en ambas cámaras aprobar- un nuevo paquete para incentivar la economía de 100.000 millones de dólares. El tema es cuando. Podría hacerlo de aquí a finales de año, si consigue el respaldo de los republicanos, o esperar a enero, tras la toma de posesión.

El presidente electo, y lo dijo en su primera rueda de prensa, preferiría hacerlo lo antes posible, visto la urgencia de la crisis. Para dejar claro su interés ha puesto a la cabeza de su equipo negociador a Jennifer Granholm, la gobernadora de Michigan, donde están las sedes de los tres gigantes. A cambio de la ayuda, Obama piensa pedir a la industria que se modernice y desarrolle iniciativas más 'verdes'.

El presidente electo estudia un cambio de estrategia en Afganistán

En este tira y afloja ha surgido otro tema, que nada tiene que ver: Colombia. Hay dos versiones. Según el diario New York Times, Bush condicionó su apoyo al plan automovilístico a la aprobación del tratado de libre comercio con el Gobierno colombiano que no ha conseguido el visto bueno del Congreso. La Casa Blanca lo ha negado. 'El presidente no sugirió ningún quid-pro-quo', dijo ayer su portavoz, Dana Perino.

En este pulso, Bush tiene todas las de perder. Obama siempre se ha opuesto al acuerdo colombiano porque estima que el Gobierno de Bogotá persigue a los sindicatos. Durante el fin de semana, su jefe de gabinete, Rahm Emanuel, declaró que 'no se pueden relacionar la ayuda a la industria automovilística con acuerdos comerciales'.

Otro tema en la apretada agenda del presidente electo, es la guerra en Afganistán. Según aseguraba el martes el periódico Washington Post, el equipo de Obama está estudiando poner en marcha una estrategia más regional que incluiría posibles contactos con Irán y con elementos más moderados de los talibanes. Esta última es una opción que el propio Gobierno de Bush ha tanteado.

Obama piensa reforzar la presencia militar estadounidense y pedir, sin duda, a los aliados de la OTAN que hagan lo mismo y centrar sus acciones en la captura de Osama Bin Laden. Durante uno de los debates presidenciales, llegó a decir que estará incluso dispuesto a traspasar la frontera con Pakistán para conseguir al líder de Al Qaeda. Mantener a Hamid Karzai en el poder podría no figurar en la lista de sus prioridades.

Este nuevo enfoque coincidiría el del actual Secretario de Defensa, Robert Gates, que el presidente electo podría mantener para asegurar la continuidad en la cartera bélica. El problema es que Gates no está a favor de un repliegue de las tropas en Irak en 16 meses como ha prometido Obama a lo largo de la campaña.

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