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La rebelión de los monjes birmanos coge fuerza

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Son 400.000, un auténtico ejército, y cuentan con un arma que hace temblar a la junta militar birmana: el respeto reverencial del pueblo.

Por séptimo día consecutivo, miles de monjes se manifestaron ayer por las calles de Rangún, no ya para pedir el abaratamiento de los bienes de primera necesidad, sino ahora claramenteen contra de la dictadura militar que gobierna su país desde hace 45 años.

Armados tan sólo con sus túnicas naranja, retratos de Buda y con los cuencos con los que suelen pedir limosna, los religiosos dieron prueba ayer de lo que más teme la junta militar de su país: su poder de movilización popular. Lo que empezó siendo una marcha de 3.000 monjes, a los que se unieron por primera vez 150 religiosas budistas, terminó en una manifestación de 20.000 personas, de las que al menos la mitad eran ciudadanos de a pie que se fueron incorporando durante el recorrido.

La protesta de ayer mostró además cómo los monjes saben sacar provecho de los símbolos y de su legitimidad religiosa: la marcha partió de la pagoda Shwedagon, el máximo símbolo del budismo birmano. A partir de ahí, todo fueron vítores y aplausos dela multitud.
Esta marcha de Rangún no fue la única. La protesta se ha extendido a varias ciudades birmanas como Mandalay, el segundo núcleo urbano del país, donde el sábado desfilaron otros 2.000 religiosos. En todo el país, 10.000 monjes se echaron a la calle.

El cariz de la protesta de los monjes ha cambiado en los últimos días. Lo que empezó como pequeñas manifestaciones pacíficas para protestar contra el alza de los precios de los productos de primera necesidad a causa de la subida del precio del carburante, se perfila ahora de día en día como el germen del mayor movimiento popular en contra de la dictadura en Birmania de los últimos veinte años.

Los monjes ya no piden tan sólo un gesto de desagravio por el maltrato sufrido el pasado 5 de septiembre por varios de ellos a manos de la Policía, sino que ahora han llegado incluso a reclamar el derrocamiento de los militares.La bestia negraEl sábado, los monjes que se manifestaron en Rangún desfilaron ante la embajada de China, país al que consideran el principal valedor de los militares en el poder. Sin reclamar nada, los cánticos de amor y de paz de los religiosos fueron muy elocuentes.

También lo fue su visita a quien sigue siendo la bestia negra del régimen birmano: la líder del movimiento democrático y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, en arresto domiciliario desde hace años.

Pasando por delante de policías armados, los monjes desearon a Suu Kyi una pronta liberación. Como ya hizo en las revueltas de 1988, el monacato birmano está alzando la voz contra la dictadura militar.

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