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Silwan se vacía de palestinos

El Ayuntamiento de Jerusalén demolerá 88 casas del barrio con la excusa de hacer un parque

EUGENIO G. GASCÓN

Las casas de Silwan se amontonan en el valle que desciende extramuros de la ciudad vieja de Jerusalén en dirección sur, hacia el mar Muerto. Ha sido siempre un barrio palestino, pero ahora el Ayuntamiento pretende demoler 88 casas y crear en su lugar un 'parque natural' argumentando que es una área de interés histórico.

Bajando por la empinada cuesta se observan por doquier banderas israelíes que ondean al viento desde las azoteas. Marcan el territorio de los colonos judíos que, fuertemente armados, se han asentado en Silwan en los últimos años.

En su mayor parte, han adquirido las casas a sus propietarios palestinos a través de una organización judía de Estados Unidos que ha pagado precios muy por encima del mercado, con la seguridad de que el mismo gobierno que ordena la demolición de las casas árabes no hará nada contra las suyas.

A mitad de la cuesta, en un solar, los palestinos han plantado una tienda para protestar. Los aquí reunidos no son muy optimistas. 'Los israelíes dicen que quieren crear un parque natural pero no es verdad. Utilizaron el mismo pretexto en la Colina Francesa para desalojarnos y luego cancelaron el parque natural y establecieron un gran asentamiento judío', explica Fahri Abu Diab refiriéndose a otro barrio situado también en el sector ocupado de Jerusalén que corrió la misma suerte.

La de Abu Diab es una de las 88 casas que tarde o temprano se demolerán. Exactamente es la que el Ayuntamiento ha identificado con el número 22. En ella vive Abu Diab con su esposa y sus cinco hijos. Por ahora no se ha marchado, aunque sabe que pronto llegarán las excavadoras.

Permisos para judíos

Activistas palestinos indican que la demolición de Silwan forma parte de un plan para crear un anillo exterior que rodeará toda la ciudad árabe por fuera de las murallas. En el anillo no se permite construir a los palestinos, pero éstos temen que más adelante sí se permita a los judíos.

'Sabemos que no podemos enfrentarnos al Ayuntamiento y a los tribunales israelíes porque actúan en la misma dirección: echar a los palestinos de Jerusalén y cambiar la población por judíos. La única esperanza es que la comunidad internacional intervenga y presione a Israel, aunque esto tampoco garantiza que al final no destruyan nuestras casas', se lamenta Abu Diab.

Los afectados se han reunido con el cónsul de EEUU, quien les prometió que se pondría en contacto con el Ministerio israelí de Exteriores. El cónsul les dijo que Israel no puede hacer cambios en la zona ocupada de Jerusalén, de acuerdo con la ley internacional.

Siad al-Hammouri, director del Centro Jerusalén para los Derechos Sociales y Civiles, atribuye lo que ocurre en Sil-wan al ex presidente George Bush. 'Cuando Bush dijo que no se pueden ignorar los hechos sobre el terreno, permitió a Israel que haga lo que quiera en Jerusalén con la garantía de que ningún acuerdo revocará los hechos consumados'.

Israel cambia a diario la fisonomía del terreno. Las demoliciones de casas palestinas son moneda corriente y las protestas no sirven de nada. La semana pasada toda Cisjordania y Jerusalén participaron en una huelga general, pero los israelíes no se dieron por enterados.

Arik Ascherman, director de Rabinos por los Derechos Humanos, una organización israelí que combate los abusos del Gobierno de Ehud Olmert, tampoco es optimista. 'Sólo la presión de EEUU puede detener las demoliciones, aunque soy escéptico', dice Ascherman.

Yawad Siyam, director de un centro comunitario de Sil-wan, piensa algo parecido. 'Las casas se van demoliendo poco a poco, sin parar; una o dos casas cada semana. De esta manera gradual evitan una revuelta'.

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