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La izquierda europea no saca partido a la crisis

Las fuerzas progresistas se muestran incapaces de rentabilizar el fracaso del modelo neoconservador. La derecha parte favorita en los países más grandes.

DANIEL BASTEIRO

El espectro de Karl Marx asoma de nuevo en las librerías de Bruselas, la ciudad donde el filósofo alemán escribió, junto a su amigo Friedrich Engels, el Manifiesto comunista, publicado en 1948. El aparente renacer comercial de sus obras, motivado por la mayor crisis económica desde la Segunda Guerra Mundial, encuentra eco en el barrio europeo, sede de las instituciones comunitarias. Allí, líderes como el conservador José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, clama ahora contra el 'consumismo', el 'materialismo excesivo' o las raíces de una crisis que 'no ha sido sólo financiera, sino también de valores', según afirmó esta misma semana. Su comisario de Mercado Interior, el liberal Charlie McCreevy, se apresta en los últimos meses a regular los fondos de inversión libre o hedge funds, tras cinco años oponiéndose. Jacques de Larosiére, alto funcionario de las finanzas y la banca y antiguo jefe del Fondo Monetario Internacional, rediseña el mapa de la supervisión financiera europea, tras una vida consagrada al sistema económico que ahora quiere reinventar.

¿Dónde está la izquierda? De cara a las elecciones europeas, que se celebrarán entre el 4 y el 7 de junio, las principales encuestas la sitúan más fragmentada y siempre por detrás de los grupos conservadores del Parlamento Europeo. En Francia, Reino Unido, Italia, Polonia y España, la derecha parte hacia las urnas como favorita. Un estudio hecho por expertos del London School of Economics para la consultora Burson-Marsteller indica que el Partido Popular Europeo (PPE) será de nuevo el grupo con más diputados con una ventaja de al menos 40 diputados, incluso si los tories, los conservadores británicos, abandonan la formación para formar un grupo propio con otros desencantados del PPE, tal y como han anunciado.

El Partido Socialista Europeo (PES) será, según ese sondeo, la segunda fuerza de la Eurocámara y su fuerza para ganar votaciones residirá en alianzas con los partidos más pequeños, entre los que se encuentran los liberales o los verdes. El estudio indica que, pese a una crisis económica de excesos financieros alimentados por la falta de regulación que siempre ha defendido la derecha, la correlación de fuerzas y el predominio de los parlamentarios conservadores, aunque más fragmentada, se mantendría.

'Hoy en Europa la derecha tiene un electorado más fiel y movilizado que las izquierdas', asegura Vincenç Navarro, Catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. En parte, por pecados del pasado. 'Son partidos con escasa credibilidad por su colaboración con el establishment europeo, responsable de la crisis financiera que vive Europa', asegura en referencia a las últimas décadas de construcción europea y a líderes como Tony Blair o Gerhard Schröder.

El descontento de las clases trabajadoras con los partidos socialdemócratas podría beneficiar a partidos de extrema izquierda, como Die Linke (La Izquierda) en Alemania, el Bloco de Esquerda en Portugal o el Nuevo Partido Anticapitalista en Francia. Estas formaciones, que calan entre los votantes más jóvenes, se presentan como partidos de izquierda pura, sin cortapisas ni miedo a reformas radicales. La falta de movilización afecta, en menor medida, a la derecha, con partidos xenófobos y anti-inmigración que podrían escalar posiciones, como el Partido Nacional Británico, el Partido de la Libertad en Holanda y pequeñas formaciones en Rumanía Bulgaria y Hungría.

'Si no se molesta en elegir a sus eurodiputados, alguien lo hará por usted', recuerda la campaña en pro de la participación electoral. Para Ulrike Guérot, investigadora del European Council on Foreign Relations, 'ése es uno de los escenarios lógicos'. Según el último Eurobarómetro, sólo un 34% de los europeos tiene pensado votar en las próximas elecciones. 'Si los grandes partidos no contagian a sus bases, existe la posibilidad de que los extremos, más movilizados, escalen posiciones', advierte.

Sin embargo, mientras la derecha mantiene o avanza posiciones, en la izquierda hay un trasvase de votos interno. 'Es paradójico que, con las mejores circunstancias en lustros para un crecimiento de la izquierda, ésta se encuentre más débil que nunca', lamenta Mario Telo, politólogo y presidente del Instituto Europeo de la Universidad Libre de Bruselas.

La debilidad de la izquierda europea se ve culminada con la incapacidad del PSE para nombrar a un candidato a suceder a Barroso al frente de la Comisión Europea, en caso de que se produzca una victoria socialista que cada vez parece más lejana. Tras meses de campaña contra su reelección, el jefe del Partido Socialista Europeo, el danés Poul Nyrup Rasmussen, no ha logrado el apoyo de su familia política como alternativa. En cambio, el ex primer ministro portugués recabó los apoyos de casi todos los presidentes de Gobierno, incluido el español, José Luis Rodríguez Zapatero. 'Hubiera preferido que el PSE tuviese un candidato, pero no lo tenemos', confiesa impotente Rasmussen, apelando a un voto masivo de izquierdasen las urnas.

Salvo sorpresa, el actual presidente de la Comisión será reelegido en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno que se celebrará el mes que viene, justo después de las elecciones europeas, pese a que su 'discurso carece de credibilidad', según Navarro. 'Las políticas públicas que ha promovido durante estos años son de claro corte neoliberal', aunque ahora las disfrace de 'discurso reformista'.

La crisis parece no haberles pasado factura ni a Barroso ni a la mayoría de los partidos de derecha en Europa.

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