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Cheney defiende la estrategia antiterrorista de Bush y arremete contra Obama

'Fui y sigo siendo un firme defensor de nuestro programa de interrogatorios', afirma el ex vicepresidente de EEUU

ISABEL PIQUER

El ex vicepresidente estadounidense Dick Cheney y Barack Obama pronunciaron ayer dos discursos a unos minutos de distancia en el centro de Washington. Pero lo hicieron desde universos paralelos y totalmente ajenos. Cheney, en una intervención programada mucho antes de la comparecencia presidencial, respondió a Obama desde el púlpito del ultraconservador American Enterprise Institute, justificando una vez más el uso de la asfixia simulada y las políticas de la era Bush.

En una defensa crispada de sus ochos años al mando e invocando una y otra vez la memoria de los atentados del 11-S y las necesarias obligaciones de la seguridad nacional, Cheney reprochó al nuevo inquilino de la Casa Blanca querer 'encontrar un término medio' entre las críticas de la derecha y de la izquierda.

'La triangulación', dijo el ex vicepresidente de EEUU, 'es una estrategia política, no una estrategia de seguridad. No hay término medio en la guerra contra los terroristas'.

Durante su conferencia, Cheney aseguró que 'nunca se permitió la tortura y los métodos se revisaron cuidadosamente desde el punto de vista legal antes de ser aprobados'. Luego se retrató: 'Fui y sigo siendo un firme defensor de nuestro programa de interrogatorios', antes de añadir que estos habían sido 'esenciales y justificados'. Insistió en que la decisión de Obama de prohibir ese tipo de prácticas era completamente 'insensata'.

Cheney alabó también el trabajo realizado por los funcionarios de inteligencia que interrogaron a los terroristas. 'Puede estar orgullosos de su trabajo y orgullosos de los resultados porque lograron prevenir la muerte violenta de miles, quizás cientos de miles de personas'.

Cheney censuró sin tapujos la intención de Obama de trasladar algunos casos de Guantánamo al sistema federal. '¿No quiere llamarlos enemigos combatientes? Por mí, vale. Pero que no los traiga a Estados Unidos'. El nuevo Gobierno, añadió el político republicano, 'cree que es más fácil recibir aplausos en Europa por cerrar Guantánamo'.

Aseguró que 'en algunos casos, fuimos demasiado indulgentes', refiriéndose a un informe del Pentágono publicado ayer por The New York Times, según el cual 74 de los 534 ex prisioneros de Guantánamo (uno de cada siete) que fueron devueltos a sus países o a países terceros, habrían vuelto a cometer actos terroristas.

Entre ellos estarían Said Ali al-Shihri, ahora líder de Al Qaeda en Yemen y sospechoso de haber atentado contra la Embajada estadounidense en Yemen el año pasado, y Adbula Ghulam Rasul, un comandante talibán afgano que ahora se haría llamar Mulá Abdula Zakir.

El Pentágono habría identificado claramente a 45 de ellos y otros 29 sólo figurarían como 'asociados a actividades terroristas' o en campos de entrenamiento.

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